La Lírica
La poesía lírica de la Edad Media en lengua vernácula (castellano, gallego, catalán…) se caracteriza por la coexistencia de dos corrientes: la popular y la culta. Estas corrientes no discurren paralelas, sino que, frecuentemente, se cruzan, se superponen y sus mutuos influjos se perciben en la obra de muchos poetas. Los textos procedentes de la lírica popular se convierten en literatura sólo cuando un autor culto los reelabora o los incluye en sus escritos, fenómeno habitualísimo.
Las jarchas
Las cantigas de amigo galaico-portuguesas
La Narrativa
La narración medieval presenta obras con diferentes temas, intenciones y formas de composición. En cuanto a la forma, encontramos narraciones en verso y en prosa, orales y escritas. La intención del autor podrá ser moralizante, didáctica, de entretenimiento, de exaltación de valores sociales, etc. Los temas se relacionan con la clase de aventura (de conquista, de amor, de descubrimiento de espacios, de conocimiento, religiosa) que emprende un héroe, que será la que determine si se trata de textos épicos, de carácter científico o utilitario, libros de viajes o de búsqueda de la perfección espiritual.
El Cantar de Mio Cid
El protagonista de este Cantar es Rodrigo Díaz de Vivar, llamado el Cid Campeador (1040?-1099). Se trata de un héroe histórico cuyas hazañas suscitaron el orgullo y la admiración de los castellanos de su tiempo. El Cid, un infanzón perteneciente a la baja nobleza, a través de su esfuerzo y valor personal consigue colocarse por encima de la aristocracia de sangre. El héroe encarnaba así los valores de movilidad económica y social que Castilla defendía, frente a lo que ocurría, por ejemplo, en el reino de León, con el que Castilla estaba enfrentada.
El mester de clerecía en el siglo XIV
El mester de clerecía se prolonga en el siglo XIV, aunque con ciertas peculiaridades, en la obra del canciller Pedro López de Ayala, a quien debemos el Rimado de Palacio; en la del rabino judío don Sem Tob de Carrión, autor de los Proverbios morales, pensamientos pesimistas apoyados en la observación de la vida cotidiana, y, sobre todo, en la del clérigo Juan Ruiz que estudiaremos a continuación.
El Teatro
Olvidado el teatro grecolatino, el teatro surge de nuevo en Europa con orígenes religiosos. Durante los siglos X, XI y XII se desarrollaron en el interior de las iglesias románicas las primeras representaciones dramáticas, tropos y dramas litúrgicos, relacionadas con la Navidad y la Pascua que tenían la finalidad de amenizar la liturgia. Pronto, a finales del siglo XII, estas obras se empiezan a escribir en lengua vulgar. Se inicia un proceso de secularización que coincide con la aparición de las ciudades y llevará las representaciones desde el interior de la iglesia a los pórticos de la misma y, finalmente, a las plazas públicas.
Juan Manuel
Juan Manuel (1282-1350), sobrino de Alfonso X y nieto de Fernando III el Santo, intervino activamente en la política de su tiempo, pero esa actividad no le impidió la creación de una importante obra literaria. Con él aparece en la literatura española la figura del escritor orgulloso de su obra que corrige de su propia mano y que llega al extremo de depositar un manuscrito en el monasterio de los frailes Predicadores de Peñafiel, porque [don Juan] “ruega a los que leyeren cualquier libro que fuere trasladado del que él compuso, o de los libros que él hizo, que si hallaren alguna palabra mal puesta, que no pongan la culpa a él hasta que vean el libro mismo que don Juan hizo, que es enmendado en muchos lugares de su letra.” Por desgracia, los manuscritos tan cuidadosamente corregidos por don Juan Manuel se han perdido. Entre sus obras, de tono muy doctrinal, destacan el Libro del caballero y del escudero, el Libro de los estados o Libro del infante y, sobre todo, el conocido como El conde Lucanor.
Jorge Manrique: Las Coplas a la muerte de su padre
Jorge Manrique (h. 1440-1479), miembro de una poderosa familia castellana, era hijo de don Rodrigo Manrique, maestre de la orden de Santiago, y sobrino del escritor Gómez Manrique. Hombre de armas y de letras, participó en las numerosas guerras de su tiempo y murió a consecuencia de las heridas que sufrió en el asalto al castillo de Garcimuñoz. Su obra consta de cuarenta y nueve poemas: la mayor parte de carácter amoroso, continuadores de los temas y motivos de la lírica cortesana; tres, burlescos, y las extraordinarias Coplas a la muerte del maestre de Santiago don Rodrigo Manrique, su padre, de tema moral y una de las obras capitales de la literatura española.
La Celestina
Con el título de Comedia de Calisto y Melibea y dieciséis actos, se publica en 1499 La Celestina, obra excepcional a caballo entre la literatura medieval y la renacentista. La obra, de enorme fortuna editorial, conoce varias ediciones con algunas diferencias. Entre éstas se cuentan la inclusión de la carta de “El autor a un su amigo” en la que aquel explica que se había encontrado el primer acto en unos papeles sin firma y que escribió los restantes durante unas vacaciones, y, también, las once octavas acrósticas en las que se lee: El Bachiller Fernando de Rojas acabó la “Comedia de Calisto y Melibea” y fue nascido en la Puebla de Montalbán. A partir de 1502 se difunde una nueva edición con veintiún actos y el título de Tragicomedia de Calisto y Melibea. Todavía aparece otra edición en Toledo con un acto más y en 1569, la edición de Alcalá lleva ya el título de La Celestina.
Hoy se acepta como definitiva la versión de la Tragicomedia de Calisto y Melibea, cuyos autores son dos: el desconocido “antiguo autor” del primer acto y el bachiller Fernando de Rojas, nacido en La Puebla de Montalbán y estudiante en Salamanca, que escribe los restantes veinte actos, del que se sabe, además, que fue converso (judío convertido al cristianismo) y que poseyó una amplia cultura.
Lírica del siglo XVII
- En métrica, el verso endecasílabo y los modelos del Renacimiento se mantienen, pero se rompe con el dogma clásico del decoro, en que cada tema debe tratarse en una forma métrica determinada. Una novedad importante es la utilización de letrillas, composiciones burlescas de versos de arte menor que presentan estribillo y verso de vuelta, como los villancicos.
- Los temas en la lírica del siglo XVII son muy variados. Continuaban siendo motivos de inspiración los temas del Renacimiento, pero en el Barroco se convierten prácticamente en juegos retóricos y conceptuales.
- En el tratamiento del tema del amor sigue presente la línea del petrarquismo, a la que se añade la sensualidad, el recargamiento en la pasión, el tono de desesperación e, incluso, la presencia de la muerte.
- La Naturaleza pierde la visión platónica y se convierte en un fondo decorativo.
- Al amor a la naturaleza, se unen las recreaciones mitológicas como recursos poéticos de carácter estético y simbólico.
- Pero el tema más significativo va a ser el desengaño, que se presenta desde diversas perspectivas: sátiras contra el lujo, el dinero, la ambición y el poder; alabanzas de la pobreza y de las ruinas; y advertencias sobre la caducidad de la belleza y lo efímero de las glorias terrenales.
Características generales de la picaresca
– El autobiografismo. El pícaro narra su azarosa vida desde su punto de vista, guardando el decoro.
– La figura del pícaro, individuo de pocos años, hijo de padres sin honra, que debe utilizar la habilidad y la astucia. Su soledad ante el mundo le obliga a agudizar el ingenio en un mundo en el que ha de sobrevivir, a pesar de sus circunstancias. Sus inquietudes rozan lo inmediato: comer y beber, ganar dinero, ascender en la escala social… Ni el amor, ni el honor, ni la fama tienen que ver con su código ético.
– La estructura de servicio: el pícaro es mozo de muchos amos. Por medio de esta técnica se puede presentar un panorama de diferentes individuos o tipos, para criticarlos, como sucede con el ciego, los diversos clérigos, o el hidalgo. El pícaro, además, se desplaza por diferentes lugares y sufre aventuras que lo forman (o deforman) como ser humano.
– El relato toma la forma de explicación de un “caso” contado de forma autobiográfica. La narración de las aventuras del pícaro tiene un sentido, ya que es la explicación de un hecho.
– Narra acciones y sucesos que podían haber pasado, realistas y verosímiles, a diferencia de las fantasías de la novela idealista.
– Cierta preferencia por los espacios urbanos.
La picaresca no se reconoce como género hasta 1599 y 1604, años en que se publican la primera y la segunda parte del Guzmán de Alfarache, obra en la que su autor, Mateo Alemán (1547-1613), de manera consciente, toma rasgos del Lazarillo. En el Guzmán, que gozó de gran éxito, se acentúan, sin embargo, los rasgos moralizantes.
La vida del Lazarillo de Tormes, de sus fortunas y adversidades
El Lazarillo de Tormes se publica de forma anónima en 1554. Con esta obra comienza una nueva visión del héroe y un avance considerable en la gestación del nuevo género que es la novela, entendida ésta como una narración de signo realista y verosímil para la que resulta fundamental la evolución y caracterización de los personajes. El estudio de esta obra se aborda en la guía de lectura que ya recibiste.
El Quijote
El argumento
Es la historia de un hidalgo de la Mancha de unos 50 años que tras leer muchos libros de caballería, un género popular en siglo XVI, decide disfrazarse de caballero andante y embarcarse en una serie de aventuras con su viejo caballo Rocinante. Tiene como fin “irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio y poniéndose en ocasiones y peligro donde, acabándolos, cobrase eterno nombre y fama” (Parte 1, Cap. 1).
Siguiendo la tradición caballeresca, don Quijote se encomienda a Dulcinea del Toboso, una figura imaginada por el protagonista.
En el mundo de Quijote, nada es lo que aparenta ser. Los molinos son gigantes, las ventas son castillos, las plebeyas son princesas, y los títeres son moros. Durante estas andanzas los caminos de don Quijote y Sancho Panza se cruzan con otros personajes que cuentan sus historias. Pero no todas las aventuras son divertidas ni graciosas –en algunas, especialmente en la segunda parte– don Quijote y Sancho Panza se convierten en los blancos de burlas y engaños.
Al final, don Quijote ya no es el personaje cómico y burlesco. Vencido por el desegaño, nuestro protagonista recupera la cordura pero pierde la vida.
Estilo y estructura
Se divide en dos tomos, de 52 y 74 capítulos, respectivamente, que narran la historia de un hidalgo manchego al estilo de las caballerescas. También se puede dividir en tres salidas. La primera es del capítulo 1 a 8, la segunda es el resto del primer tomo, y la tercera ocupa toda la segunda parte. Se narra en primera persona, aunque parece tercera persona en la mayor parte de la novela. Una de las pocas instancias en las que se percibe la narración en primera persona es la primera (y famosísima) línea de la novela: “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme . . .” (Parte 1, Cap. 1). Predomina el diálogo, especialmente entre don Quijote y Sancho Panza. Es una obra renacentista por su humanismo, pero con rasgos barrocos (el desegaño, el ambiente teatral y las apariencias falsas). Si bien es una parodia de libros de caballería en la que predomina el diálogo, las historias intercaladas, que vienen de otros personajes con quienes don Quijote se encuentra en sus andanzas, se prestan al empleo de diferentes estilos narrativos. El relato pastoril, la novela sentimental, la novela picaresca y la novela italiana son algunos ejemplos. Además aparece la tradición popular en los cuentos y refranes (“sabiduría popular”) de Sancho Panza. También incluye formas poéticas, como viejos romances caballerescos, canciones y sonetos.
Temas
Libre albedrío: “libertad de amar. . Lo real vs. lo irreal. Locura:
Temas del Barroco
– La muerte. – La historias y leyendas. Religiosos. Filósofos. Doctrinales. Festivos.
La poesía barroca
La poesía barroca tiene sus bases en la tradición renacentista, aunque la armonía del Renacimiento irá dando paso a formas cada vez más exageradas. Sus temas y la forma expresiva no se tratan de la misma manera simplemente porque el modo de entender la vida y el papel del hombre en el universo ha cambiado. Se siguen los preceptos del Barroco: el desengaño, el hastío de vivir, la desesperación, los temas amorosos o el inconformismo y aparece un inminente gusto por la sátira y el humor. Los tópicos literarios siguen siendo los mismos, pero serán enfocados de manera diferente.