LITERATURA EN EXTREMADURA
¿Hay literatura extremeña? Diferentes opiniones.
De la crisis del 98 a la guerra Civil:
España cree encontrar una salida en el regeneracionismo de Joaquín Costa y un ajuste de cuentas con la tradición estética de Rubén Darío con el Modernismo. En Extremadura llega de forma retardada con la fundación de Revista de Extremadura en 1899 y el Centro de Estudios Extremeños en 1925. Además, al inicio del siglo XX, los autores que triunfan son los autores regionalistas (único momento que se podría calificar como literatura extremeña).
Los escritores regionalistas consideran como maestro a José Mª Gabriel y Galán (1870-1905) e idealizan la vida rural. Encuentra como autor destacado a Luis Chamizo con El Miajón de los Castúos (1921) -escrita en versión literaria de una supuesta habla regional, que se comienza a denominar castúo-. En prosa, el representante más destacado es Antonio Reyes Huertas con obras como La sangre de la raza. El más complejo y moderno es Francisco Valdés, que escribe prosa novecentista a pesar de que se vaya decantando por el fascismo en su ideología; destaca su obra Ocho estampas extremeñas con su marco. Con todo, el autor más cercano a los presupuestos ideológicos del regeneracionismo y del 98 escribirá dentro de una estética naturalista: Felipe Trigo. En sus obras denuncia la situación social de la época en la Extremadura rural. Obras: El médico rural, Jarrapellejos.
Si bien el Modernismo no fue un movimiento literario duradero, en algunos autores extremeños prendió y lo desarrollaron bastante, es el caso de Manuel Monterrey, que permaneció fiel a esta estética. Obras: Madrigales floridos. Salmos (1908). También es sobresaliente en ese tiempo Enrique Díez-Canedo (1879-1944): profesor, crítico teatral y traductor. Estuvo comprometido con la II República. Libro de poemas: El desterrado.
Las vanguardias apenas llegan a Extremadura salvo la poesía de Eugenio Frutos: Primas. La prosa de Pedro Caba en novelas como Las galgas.
La evolución literaria durante la dictadura:
Muchos se van al exilio como Díez-Canedo y Arturo Barea, novelista autor de La forja de un rebelde. Tras la guerra y debido a la situación de miseria de la región, el único camino para publicar los escritos serán las revistas como Alcántara y otras de vida fugaz como Guadiana, Alor, Gévora… En estas, se observa una nueva generación en la que destaca Pedro de Lorenzo con su obra censurada La quinta soledad. En la década de los cuarenta, los primeros libros de poemas de Jesús Delgado Valhondo (1909-1993), de cierta desolación moral. Con el tiempo, este autor formará junto con Manuel Pacheco (1920-1998) y Luis Álvarez Lencero (1923-1982) la trinidad poética de los años cincuenta y sesenta.
Otros autores nacidos en Extremadura desarrollan su obra lejos como los poetas José Mª Valverde o Félix Grande. Con respecto a la narrativa, no encontramos las primeras novelas de realismo social hasta los años sesenta como Pensión de Juan José Poblador. También a finales de los cincuenta comienza a escribir Ricardo Puente, aunque sus obras como Servidumbre no se publiquen hasta los años 90. Los últimos años de la dictadura coinciden con el estreno de las obras teatrales de Manuel Martínez Mediero (El bebé furioso, Las hermanas de Búfalo Bill).
La transición democrática:
Acontecimientos importantes: la fundación de la Universidad de Extremadura en 1973, establecimiento del llamado ente Preautonómico en 1978, y la aprobación del Estatuto de Autonomía en 1983 contribuyen al cambio y el desarrollo. Los años posteriores a 1975 son los de mayor volumen editorial en Extremadura (aparecen en Badajoz iniciativas editoriales privadas como Universitas Editorial) y de escritura de textos reivindicativos con la convicción de que la literatura podía influir en la realidad.
La poesía de los setenta también es comprometida como la de Jaime Álvarez Buiza o el neopopularismo de José Antonio Zambrano. La renovación lírica de los setenta se acompaña de la multiplicidad de voces: los versos de Santiago Castelo con las características de los novísimos, los de Pureza Canelo el neointimismo… siempre bajo el magisterio de Pacheco y Delgado Valhondo. Otros poetas tienen una presencia temporal en el panorama extremeño, por ejemplo: Ángel Sánchez Pascual, promotor de iniciativas como la publicación en 1983 de Jóvenes Poetas Extremeños en el Aula.
La prosa es de denuncia social como observamos en Víctor Chamorro a partir de su obra La venganza de las ratas. Otro autor de la década de los setenta fue Bernardo Víctor Carande con Suroeste, pero la imagen del cambio la tenemos en José Antonio Gabriel y Galán (1940-1998), que demuestra una especial preocupación por la forma en la novela en La memoria cautiva o Muchos años después.
La renovación: los años ochenta y noventa:
Se produce una normalización de la literatura extremeña. Aparecen editoriales, colecciones… y se produce una relación cada vez más estrecha con Portugal de la mano de Ángel Campos Pámpano, poeta y traductor. (Revista Espacio/Espaço Escrito).
Señalamos tres momentos importantísimos en este momento:
- La publicación en 1983 de la antología Jóvenes Poetas en el Aula.
- La publicación de dos autores muy importantes: Ángel Campos y Álvaro Valverde, destacados en el panorama nacional.
- La edición en 1989 de Juegos de la edad tardía de Luis Landero.
La novela de los años 80 se sumerge en el panorama nacional de revalorización de los géneros menores como el cuento, la literatura de viaje o el diario. La novela intenta recuperar la memoria histórica, caso de Dulce Chacón con Cielos de barro, o juega entre realidad y ficción como en Luis Landero y Gonzalo Hidalgo Bayal, o la presencia de la realidad desde una perspectiva sarcástica como en El claro de los trece perros de Jorge Márquez, que además es un gran dramaturgo (Hernán Cortés)…
En la poesía se observa narratividad, coloquialismo, relectura de la tradición y temas urbanos y realistas. Autores como José A. Zambrano o Juan Manuel Rozas y otros más jóvenes como Ada Salas y Mª José Flores. También se encuentra la poesía figurativa que ha estudiado José Luis García Martín, la poesía meditativa de Diego Doncel, el clasicismo formal de Santiago Castelo y la vocación tardía de Rufino Félix Morillón (Crestería de la sal).
Las últimas generaciones:
Periodo abierto todavía. Hay una progresiva confusión de géneros y técnicas, tal es el caso que se mezclan las fronteras del periodismo, la novela o el ensayo para llevar a cabo la llamada memoria histórica. Obras: Soldados de Salamina de Javier Cercas, El mozárabe de Jesús Sánchez Adalid. Otros autores dan una visión ácida de la realidad teñida de humor: Elías Moro, Óbitos súbitos.
Existe un grupo de jóvenes autores más libres y creativos que abren sus horizontes de lectura hacia escritores extranjeros como Emily Dickinson, Raymond Carver… La diversidad se mantiene como constante con autores ya consagrados y otros nuevos surgidos, todos ellos (o al menos mayoritariamente) de la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres y que publican sus primeros libros en los noventa. En poesía, José Mª Cumbreño (1972) con Árbol sin sombra y en el teatro Juan Copete (1961) con obras llenas de ironía y desgano como Aguas tan frías que hielan el corazón.