¿CÓMO SE TRANSMITE LA IDONEIDAD DE LOS TRADUCTORES LITERARIOS EN ESTE TEXTO? Estamos ante una crónica publicada en el diario ABC, escrita por la autora
Inés Martín Rodrigo. Este texto relata -de una manera muy acorde con la línea editorial conservadora del periódico- y opina sobre la polémica que estalló en 2021, tras la intervención de Amanda Gorman en la investidura de Joe Biden, a raíz de la traducción del poema que leyó en dicha ceremonia. La crónica critica las supuestas exigencias de Gorman y su editorial, por idealizar a los traductores según motivos raciales o sociales y no exclusivamente profesionales. Desde el principio del texto, ya solo leyendo el titular, podemos hacernos una idea de cómo se va a tratar la noticia. No partiendo desde una perspectiva objetiva, si no mezclando opinión y una información sesgada para crear un texto argumentativo que defienda la idea de la autora y el diario en el que se publica la noticia. En el titular: “Amanda Gorman convierte la traducción de su libro en un tema racial, no literario” se nos presenta a Gorman como la culpable de la polémica. Esta cabecera tiene una subjetividad negativa, en un ataque hacia la autora, que vamos a seguir viendo a lo largo de todo el texto. Más tarde, en el encabezado, vemos un intento por demostrar objetividad, al usar las palabras textuales de la agencia: “mujer joven, activista, con experiencia y preferiblemente afroamericana” para describir el perfil de traductor que se está buscando. Sin embargo, hay una connotación negativa detrás de esta cita, ya que el verbo con el que describe las palabras dichas por la agencia es “exigir”, lo que denota cierta agresividad. Es una crítica velada hacia la posición de que tiene que ser alguien como la autora, que si no no servirá como un traductor adecuado. Podemos observar una antítesis entre el titular y el encabezado; ya que en el primero es la propia autora la que tiene estas exigencias y, en el segundo, esto es obra de la agencia. En el primer párrafo se nos presenta el escenario donde estalló la polémica. Se nos narra el papel que ocupó Gorman en la sesíón de investidura y nos hacen presentación de ella. En estas primeras líneas, se expone a la autora y a sus versos como poco significativos (“hasta ese momento tan desconocidos como su autora”, hablando de los 710 versos que componen su el poema que leyó) y se explica que la obra de Groman, “The Hill We Climb”, ha sido usada como himno por todos aquellos que se sintieron, no que fueron -lo que demuestra una clara opinión sobre el tema- oprimidos, ignorados o perseguidos durante el mandato de Donald Trump. Esta explicación sesgada es coherente sabiendo que el periódico tiene una línea editorial conservadora que se alinea más con los republicanos estadounidenses. Vamos a notar esto en la forma de escritura a lo largo de todo el texto. En el siguiente párrafo sigue describiendo a la autora, usando la función poética del lenguaje ya que hace una metáfora (“una estrella cuya estela iba creciendo a la misma velocidad que los comentarios, tuits, retuits y likes…”) con mucha informalidad. En este párrafo se usa un lenguaje coloquial (“habidas y por haber”) y términos asociados a la gente más joven (“tuits, likes”) para sugerir que la fama de la autora es inmerecida y que no tiene tanta importancia. No es hasta el tercer párrafo donde empieza el tema de la crónica. Se narra cómo las editoriales que querían traducir el poema de la joven autora se toparon con una dificultad en la traducción de la obra. “No por su complejidad estilística o lingüística”, escribe el texto, ironizando la poesía de Groman como simple, si no porque a la hora de elegir traductor, se prefiere a candidatos que sean mujeres de color y activistas. Para decir esto, se usa el adverbio modalizador “aparentemente”, por lo que no se da un dato real, si no algo que sirva para que se critique esta postura de elegir traductores por su color de piel, su sexo o ideas políticas y no por su trabajo como profesional. En el párrafo siguiente, se pone como ejemplo el caso de una reputada escritora, a quien, tras estallar la polémica, se criticó por no ser afrodescendiente, lo que llevó a que esta sucumbiera a la presión medíática y renunciara a traducir el texto. En una cita textual de las palabras de la escritora, Rijneveld, se da a entender que ella comprende que no puede ser la traductora. Aún así, en sus palabras se puede ver cómo separa lo que es el trabajo de un traductor (“[…] lo que me interesa es la riqueza del idioma. Me habría dedicado con amor al trabajo de Amanda…”) y el motivo por el cual ella no es la mejor opción para traducir este texto (“[…] soy muy consciente de que no estoy en condiciones de pensar y sentir de esa manera.”). Seguidamente, se expone el caso de otro escritor. Al cual le rescindieron el contrato tan solo unos días después que a Rijneveld, ya que, “al parecer” -como aparece en el texto, poniendo en duda si es algo realmente dicho o no-, su perfil no encajaba con lo que quería la agencia de Gorman. En la cita que se incluye del autor, Víctor Obiols, se ve cómo este no está de acuerdo con la decisión. Juzga que, a pesar de que admiren su trabajo, busquen un perfil concreto que poco tiene que ver con la profesionalidad o la dedicación de los traductores al trabajar en un texto. La autora de la crónica ha elegido a este autor y a las siguientes personas que va a citar a partir de este momento con la idea de defender su tesis: que la idoneidad de un traductor para un trabajo tiene que ver con motivos profesionales, y no raciales o sociales. La siguiente escritora y traductora de la que se habla es Nuria Barrios, a quien se eligió para traducir el poema al español antes de que estallara la polémica. Ella dice que: “Presión sufrirán las personas que han sido elegidas como traductoras atendiendo a cualidades no estrictamente literarias. Sobre ellas pesa la prueba de si es necesario tener un perfil activista o racial para traducir mejor”. Esto no hace sino confirmar la idea de que es errónea la postura “adoptada” por Gorman y su agencia. Se reafirma una y otra vez a través de citas que no es necesario cumplir estas exigencias para hacer un gran trabajo y traducir exitosamente la obra de Gorman. En una contra argumentación hacia la autora estadounidense y su agencia, Barrios expone que acaba de traducir a Joyce “sin ser hombre ni irlandesa” y que “La traducción, al igual que la escritura y la lectura, tiene que ver con la imaginación.” En el párrafo a continuación se habla de ACE Traductores, quien decidíó iniciar un debate a raíz de esta polémica. Su presidente, Vicente Fernández, opinaba y se lamentaba de que en este caso “más que a una traductora se esté buscando una marca”. Fernández no está de acuerdo con la idea de que para traducir a alguien haya que tener carácterísticas similares ; pero opina que, en ciertas circunstancias la discriminación positiva ha sido positiva. En este mismo hilo, la traductora Gema Rovira Ortega entiende que este debate en concreto se ha formado por la necesidad de correción política. Y, en una cita que demuestra mucha emoción e interpretación por parte del traductor al hacer su trabajo, lo que revindica que la opinión de los traductores sobre este y cualquier tema relacionado debe tenerse en cuenta, se dice: “[..] no necesito compartir ni sexo, ni raza, ni orientación sexual, ni estatura ni color de ojos. Sí aspiro a tener cierta afinidad porque esto repercutirá en el resultado y en mi bienestar mientras estoy traduciendo el libro”. Para Rovira Ortega, lo más importante es la calidad del traductor y que este debe ser capaz de ponerse en la piel del autor al que debe traducir; no ser él. Todo este octavo párrafo expresa una función emotiva del lenguaje, que sirve para que el lector le de más peso a la opinión de los traductores citados, y se convenza de que la argumentación que se lleva a cabo en esta crónica es la correcta. Aquí se critica que sea una polémica social o política, y no algo que tenga que ver exclusivamente con la calidad de los traductores. En los siguientes dos párrafos se sigue citando a autores que están en contra de la elección de Gorman y su agencia, siguiendo con la elección sesgada de testimonios que apoyan el argumento de la crónica. Para finalizar, en el último párrafo, se comenta el caso de otros países, donde al final las agencias han acabado contratando para traducir a gente que comparte ciertas carácterísticas con Gorman, como en Grecia, donde la autora elegida es una “autora emergente”, mas no afroamericana. En las dos líneas finales, que comienzan con una partícula ilativa, algo usado cuando se escribe en un registro informal, como el que se ha utilizado en la crónica siempre que se habla de Amanda Gorman para quitarle peso a su obra y desautorizarla a ella y a sus “exigencias”; se dice que toda la polémica ha estallado sin que la propia autora se haya pronunciado públicamente. Algo completamente contrario a lo que se decía en el titular. Para concluir, diremos que en este texto se transmite la idea de la idoneidad de los traductores criticando la postura de que estos deben tener carácterísticas parecidas a los autores que van a traducir (sexo, raza o ideas políticas). Y argumentando que debería tratarse de un tema juzgado solo por la capacidad profesional que deben tener los traductores para meterse en la piel de alguien distinto a ellos y transgredir todas las barreras que nos separan a los unos de los otros para centrarse solamente en la obra literaria, sin polémicas políticas o sociales que puedan hacer que la elección de un traductor u otro dependa de esto.