El Realismo Social en la Novela Española (1950-1962)
De la Angustia Existencial a las Inquietudes Sociales
Se observa una transición desde la angustia existencial hacia las inquietudes sociales en la novela española entre 1950 y 1962. Cuando se habla de novela social, se hace referencia a la sociedad como tema central o a la novela que denuncia la injusticia social. La novela social se convierte en la corriente dominante entre 1951, fecha de publicación de La Colmena de Camilo José Cela, y 1962, fecha de Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos.
La Colmena: Precursora del Realismo Social
La Colmena, con su despiadada visión de la sociedad madrileña, es la precursora de esta corriente. Se trata de una novela de protagonista colectivo, en la que aparecen alrededor de trescientos personajes, de los cuales unos 45 alcanzan cierto relieve. Su tema central es “la incertidumbre de los destinos humanos”, y en torno a este, se desarrollan varios temas o motivos dominantes: el hambre, el dinero, el sexo, el recuerdo de la guerra, la miseria, etc. Todos ellos confluyen en una idea central: la alienación.
La Generación del Medio Siglo
A partir de 1954, considerado el año inaugural de la novela social, se dan a conocer autores como Ignacio Aldecoa y Jesús Fernández Santos. Les seguirán otros como Juan García Hortelano, Carmen Martín Gaite, Alfonso Grosso, José Manuel Caballero Bonald, entre otros. El conjunto de estos autores, nacidos entre 1925 y 1931, ha recibido la denominación de “Generación del Medio Siglo”.
Entre ellos hay evidentes rasgos comunes. Ante todo, la solidaridad con los humildes y los oprimidos, la disconformidad con la sociedad española y el anhelo de cambios sociales. En cuanto a la orientación estética, dentro del neorrealismo, parecen predominar dos actitudes o enfoques:
- Objetivismo: Se propone un testimonio escueto, sin aparente intervención del autor. Su manifestación extrema fue el conductismo, procedente del behaviorismo norteamericano, que consiste en limitarse a registrar la conducta externa de individuos o grupos, y a recoger sus palabras, sin comentarios ni interpretaciones.
- Realismo Crítico: Pone de relieve las miserias e injusticias con ánimo de denuncia.
En la práctica, es difícil establecer la frontera entre el objetivismo y el realismo crítico.
Características Comunes del Realismo Social
Los rasgos comunes de esta corriente literaria incluyen:
- Desinterés por el análisis psicológico de los personajes.
- Sustitución del protagonista individual por un personaje colectivo.
- Concentración temporal y espacial de los hechos, que pueden reducirse a unas pocas horas y desarrollarse en un único marco.
- Sencillez y claridad del lenguaje.
- Interés por reproducir fielmente el habla coloquial.
Temáticas Recurrentes
Al desplazar el interés de lo individual a lo colectivo, se pasa de los intereses personales a los sociales. Así, la sociedad deja de ser un marco para convertirse en el tema mismo del relato. Entre los temas más recurrentes, encontramos:
- La dura vida del campo: Los bravos de Fernández Santos, El fulgor y la sangre de Aldecoa, entre otras.
- El mundo del trabajo y las relaciones laborales.
- Novelas de tema urbano: Algunas abordan un amplio panorama, como La Colmena de Cela; pero predominan las que presentan los suburbios con todas sus miserias, como La resaca de Juan Goytisolo.
- Novelas de la burguesía: Protagonizadas por una juventud desocupada y abúlica. Por ejemplo, Juegos de manos y La isla de Juan Goytisolo.
- Los efectos de la guerra: Debido a la edad de los autores durante la contienda, se constata que las obras más intensas son aquellas que presentan los lamentables efectos de la guerra sobre niños o adolescentes.
Estructura y Estilo
La estructura del relato suele ser aparentemente sencilla, prefiriéndose la narración lineal. Las descripciones tienen un valor funcional, presentando ambientes de forma sencilla y concisa. Sin embargo, hay un esfuerzo considerable de construcción: son muy abundantes las novelas que concentran la acción en un tiempo y en un espacio reducidos, lo que obliga al autor a realizar una cuidada y meditada concentración, disposición y enlace entre los episodios. Hay novelas cuya acción dura menos de un día, como El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio.
Los Personajes
Abunda la novela con personaje colectivo o con el llamado “personaje representativo”, tomado como síntesis de una clase o grupo. Esto enlaza con el rechazo de la novela psicológica que se centraba en el análisis detenido de los individuos. Estos enfoques se limitan a registrar lo externo, sin profundizar en el interior de los personajes. La mirada del novelista se asemeja a una cámara cinematográfica, y los diálogos parecen recogidos en una grabadora. El novelista no comenta.
El Lenguaje
Fuera de los diálogos, muy abundantes, el lenguaje adopta normalmente el estilo de la crónica, desnudo y directo.
El Jarama: Ejemplo de Objetivismo
El Jarama (1956) de Rafael Sánchez Ferlosio es la mejor plasmación del objetivismo de esta década: el narrador se limita a registrar los hechos como si de una cámara se tratara, sin valorarlos ni comentarlos en ningún momento. La obra narra la excursión de unos jóvenes al río Jarama a través de las conversaciones que mantienen dos grupos de personas: los jóvenes excursionistas que proceden de un barrio obrero de Madrid, y los adultos que se encuentran en un merendero. Salvo un triste incidente al final, la muerte ahogada de una de las chicas, apenas pasa nada: charlan, se divierten, comen, se aburren. El autor se limita a transcribir fielmente los distintos momentos de aquel día. Sin embargo, la trivialidad de los diálogos y lo insustancial de los hechos narrados nos hace penetrar en un drama de nuestro tiempo: la alienación de la vida cotidiana, reflejada en la alegre insustancialidad de aquellos jóvenes, su vacío, su vulgaridad.