REALISMO
El realismo en la literatura del siglo XIX se enfoca en retratar la vida cotidiana de manera objetiva y fiel, dando importancia al mundo social sobre el mundo interior del individuo. Lo podemos ver en obras como “Rojo y negro” de Stendhal y los escritos de Galdós. Las novelas realistas se caracterizan por su verosimilitud, tramas creíbles sin elementos sobrenaturales y ambientación contemporánea. Destacan protagonistas comunes enfrentando conflictos cotidianos y críticas a las estructuras sociales. Aunque pretenden objetividad, reflejan la ideología del autor y cuestionan los valores de la sociedad de la época. El realismo en la narrativa se caracterizó por un estilo antirretórico y claro, con un narrador en tercera persona que reflejaba la realidad de manera objetiva. Se empleaba el estilo indirecto libre para expresar los pensamientos de los personajes, utilizando la tercera persona y sin verbos introductorios. En España, el realismo tuvo sus inicios en la década de 1860 con la Generación de 1868, donde escritores como Juan Valera, Pedro Antonio de Alarcón, José María de Pereda, Benito Pérez Galdós, Armando Palacio Valdés, Emilia Pardo Bazán y Leopoldo Alas publicaron obras representativas de este movimiento. El prerrealismo en España se caracteriza por géneros como el costumbrismo y el folletín, que prepararon el camino para el realismo. Fernán Caballero destacó con su novela “La Gaviota” (1849), que fusiona valores católicos tradicionales con elementos del folclore popular, narrando las dificultades de Marisalada al dejar su vida rural y enfrentarse a la vida en la ciudad. Juan Valera (1824-1905) se distingue por su enfoque en la estética. Sus obras, caracterizadas por finales felices y temas de amor, presentan escenarios andaluces sin abordar los problemas sociales, lo que las acerca al costumbrismo. Comparte con el realismo un análisis psicológico de los protagonistas, especialmente de las mujeres, como se ve en su obra “Pepita Jiménez” (1874). José María Pereda (1833-1906) representa el realismo conservador, que percibe la modernidad como una amenaza para los valores tradicionales. Sus obras, como “Peñas Arriba” (1895), muestran cómo la influencia de la modernidad urbana destruye los valores y tradiciones de la comunidad rural. Galdós adopta un estilo narrativo con ironía y parodia. Se centra en las clases medias urbanas, especialmente la burguesía madrileña y la burocracia, con protagonistas mediocres y derrotados. Muestra cómo las circunstancias sociohistóricas influyen en los conflictos personales.
Emplea diálogos realistas y la narración de los sueños de los personajes para ofrecer una visión profunda de sus personalidades. Las “Novelas de Tesis” de Galdós exploran temas religiosos, denunciando la intolerancia religiosa como obstáculo para el progreso. Las “Novelas Espirituales”, como “Misericordia” (1897), muestran personajes caritativos que alcanzan la perfección moral a través de su entrega a los demás, destacando la presencia de marginados sociales como mendigos y prostitutas. Por último, en los “Episodios Nacionales”, Galdós recrea la historia de España desde la batalla de Trafalgar hasta los primeros años del reinado de Alfonso XII, adoptando una perspectiva liberal teñida de desengaño, con personajes como Gabriel Araceli como protagonistas autobiográficos. Leopoldo Alas “Clarín” es una figura destacada en la narrativa realista europea gracias a sus dos principales novelas, “La Regenta” y “Su único hijo”. “La Regenta” es la obra cumbre del realismo español. Ambientada en Vetusta, una versión literaria de Oviedo, la novela narra un triángulo amoroso entre Álvaro Mesía, Fermin de Pas y Ana Ozores, esposa del pusilánime Victor Quintanar. La trama es una crítica a la burguesía provinciana y al anticlericalismo, generando un escándalo en Oviedo tras su publicación en 1885. La introducción del naturalismo en España generó una polémica marcada por cuestiones políticas. Algunos autores como Alejandro Sawa o Eduardo López Bago abrazaron radicalmente el naturalismo, mientras que la mayoría de los escritores españoles, como Galdós, Clarín o Pardo Bazán, adoptaron una postura intermedia. Emilia Pardo Bazán (1851-1921), nacida en A Coruña, perteneció a la aristocracia gallega y se destacó en Madrid como una intelectual comprometida con los derechos de la mujer. Aunque criticó algunos aspectos del naturalismo, su obra refleja su influencia, la enfermedad y la miseria. Sus novelas más destacadas, “Los pazos de Ulloa” y “La madre naturaleza” (1887), exploran la decadencia de la nobleza rural gallega, mostrando un ambiente dominado por la violencia. Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) fue un político, periodista y escritor español, nacido en Valencia. Fundó el diario republicano “El Pueblo” en 1894. Su obra se divide en dos ciclos: novelas ambientadas en Valencia, como “Arroz y tartana” (1894), y novelas sobre la Primera Guerra Mundial, como “Los cuatro jinetes del Apocalipsis” (1916). Estas obras, con un enfoque naturalista, reflejan la sociedad valenciana y abordan el conflicto bélico.
TEMA 2. MODERNISMO Y GENERACIÓN DEL 98
El período conocido como “Fin de Siglo” está marcado por un cuestionamiento de los valores de la sociedad burguesa y el surgimiento de movimientos artísticos y literarios como el modernismo, simbolismo y decadentismo, todos compartiendo un clima espiritual común. El esteticismo refleja el rechazo a los valores burgueses, centrándose en la búsqueda de la belleza como fin en sí mismo.
El irracionalismo y el antipositivismo caracterizan el rechazo de la ciencia como medio para conocer, vinculando la literatura con doctrinas irracionalistas y vitalistas. Se enfatiza la subjetividad y la irracionalidad como formas de enfrentar la angustia, criticando la razón, el cristianismo y proclamando la muerte de Dios, mientras se destaca la intuición como fuente de conocimiento.
El simbolismo literario, inaugurado por Baudelaire, ve al poeta como un vidente que interpreta el sentido oculto de la realidad a través de símbolos. El parnasianismo aboga por la perfección formal y se opone al uso del arte como instrumento de transformación.
En Hispanoamérica y España, el modernismo surge como un movimiento literario que busca escapar de la realidad mediante la mitología, ambientes refinados y exotismo, utilizando el simbolismo para expresar una creencia en la armonía universal y sacralizar el arte. Rubén Darío es su máximo representante, con obras como “Azul” y “Prosas Profanas”.
La Generación del 98, formada por escritores españoles nacidos entre 1860 y 1875, surge tras la derrota de España en la Guerra de Cuba y la pérdida de sus últimas colonias, simbolizando la decadencia del país. Se centra en reflexiones sobre la identidad española, la crítica social y el regreso a lo primitivo.
Azorín, con obras como la trilogía que incluye “La voluntad”, reflexiona sobre el tiempo y la melancolía, capturando el instante y la falta de acción. Pío Baroja, considerado el gran novelista del 98, presenta una visión pesimista de la vida con personajes desorientados y sin razón para vivir. Miguel de Unamuno utiliza la novela para expresar problemas filosóficos como el ansia de inmortalidad, la paternidad y la maternidad, destacando obras como “Niebla” y “San Manuel Bueno, mártir”.
Antonio Machado, a través de obras como “Campos de Castilla”, aborda temas diversos como la realidad de España, la enfermedad y la muerte, así como reflexiones filosóficas y críticas.
Además de los aspectos literarios y filosóficos, el período del Fin de Siglo y la Generación del 98 también reflejan importantes cambios sociales, políticos y culturales en España y en el mundo hispanohablante.
En el ámbito político, el desastre colonial de 1898 marca un punto de inflexión en la historia de España, provocando una profunda crisis de identidad y un cuestionamiento de las estructuras tradicionales de poder. Este contexto influye en la obra de muchos escritores del periodo, quienes exploran la decadencia y la crisis de valores en la sociedad española de la época.
Culturalmente, el Fin de Siglo y la Generación del 98 están marcados por un interés en redescubrir y revalorizar las raíces culturales de España, así como en explorar nuevas formas de expresión artística y literaria. Muchos escritores y artistas se inspiran en el folclore, la historia y las tradiciones populares para crear obras que reflejen la identidad nacional y la diversidad cultural de España.
En términos sociales, el periodo del Fin de Siglo y la Generación del 98 coincide con importantes transformaciones en la sociedad española, incluyendo la creciente urbanización, la industrialización y los cambios en las relaciones de clase. Estos cambios se reflejan en la literatura y el arte de la época, donde se exploran temas como la alienación, la desigualdad social y la búsqueda de identidad en un mundo en rápida transformación.
TEMA 3. NOVECENTISMO
La Generación del 14 destacó por su apertura al mundo exterior, buscando soluciones a los problemas de España. Abogaron por la modernización del país, enfocándose en principios de racionalidad y eficacia. La institucionalización de la vida cultural marcó su contribución al desarrollo cultural y científico. Además, participaron activamente en la vida política de España. José Ortega y Gasset, destacado filósofo español del siglo XX, fue una figura clave en la intelectualidad. Obtuvo la cátedra de Metafísica en la Universidad Central de Madrid en 1910. Su obra abordó la modernización y racionalización de España. Propuso conceptos como la “razón vital” y el “perspectivismo”, destacando la importancia de la vida individual y la diversidad de perspectivas en la comprensión del mundo. Su legado incluye obras como “Meditaciones del Quijote” y “La rebelión de las masas”.
La Generación del 14 contó con Eugenio d’Ors, reconocido por sus glosas que reivindicaban lo clásico frente a lo barroco. Gregorio Marañón, médico endocrino que analizó el comportamiento de personajes históricos en biografías. Manuel Azaña, político relevante que fue presidente del Gobierno y de la República en la década de 1930. Se destacan escritos como “El jardín de los frailes” y “La velada en Benicarló”. Salvador de Madariaga, ingeniero, diplomático y exiliado, reflexionó sobre la historia de España y los caracteres nacionales, comprometiéndose con la idea de Europa en obras como “Ingleses, franceses, españoles”.
La obra narrativa de Ramón Pérez de Ayala se alinea con la corriente de renovación de la narrativa europea, compartiendo similitudes con autores como Thomas Mann y Robert Musil. Su producción novelística se divide en tres bloques, destacando la tetralogía autobiográfica protagonizada por Alberto Díaz de Guzmán, que sirve como testimonio de una crisis personal y un diagnóstico de los males de España. También incursiona en novelas poemáticas que reflexionan sobre la transformación necesaria de España. En sus últimas novelas, como “Belarmino y Apolonio” y “Tigre Juan”, intensifica las disquisiciones sobre política, moral y estética.
La narrativa del alicantino Gabriel Miró se enmarca en la novela descriptiva o formalista, caracterizada por descripciones minuciosas, repletas de referencias sensoriales, con una prosa elaborada. En “Las cerezas del cementerio” (1910), Miró presenta a Félix Valdivia, un joven que oscila entre una aspiración al ideal y el deseo de fusión con la naturaleza. “Nuestro padre san Daniel” y “El obispo leproso” ofrecen retratos de la sociedad en Oleza, dominada por clérigos y carlistas, donde la hipocresía y la murmuración hacen imposible la felicidad. Estas obras reflejan la maestría de Miró en la creación de atmósferas detalladas y la exploración de complejas dinámicas sociales.
Juan Ramón Jiménez se distingue por su compromiso con la regeneración del país. Su trayectoria poética se enfoca en la búsqueda de la belleza y lo absoluto, utilizando la poesía como medio para dar sentido a la existencia y resistir al paso del tiempo. Esta travesía se divide en tres etapas: la modernista y posromántica, la poesía pura y la inclinación al panteísmo. En la etapa de poesía modernista y posromántica, depura su estilo desde una retórica modernista hacia una poesía más contenida, influenciada por Adolfo Bécquer. Incluyen la búsqueda del sentido de la vida y una obsesión por la muerte, expresados en obras como “Melancolía”. En la fase de poesía pura, destacada en “Diario de un poeta recién casado” y “Eternidades”, se postula la existencia de dos planos de realidad. El poeta rescata la esencia de la realidad. El mar simboliza la pluralidad del mundo. Juan Ramón introduce elementos que influenciarán a la generación del 27, como la visión crítica de Nueva York. Para él, la conciencia individual es la verdadera realidad y puede llegar a ser eterna. Esta reflexión poética le lleva a ser capaz de interiorizar la belleza de esta eternidad y encontrar así lo infinito o absoluto. De sus obras de esta etapa hay que destacar “Espacio”, un monólogo interior donde se puede ver este fluir de la conciencia a través de recuerdos, reflexiones metafísicas y alusiones a poetas.
LAS VANGUARDIAS: fueron movimientos artísticos y culturales que surgieron durante los siglos XIX y XX, caracterizados por su enfoque innovador y experimental. Estos movimientos buscaban romper con las tradiciones establecidas y explorar nuevas formas de expresión artística. El futurismo, liderado por Tommaso Marinetti, destaca por su exaltación de la velocidad, técnica, deporte y fuerza. Adoptó posturas políticas vinculadas al fascismo de Mussolini. La dinámica y agresividad de los textos futuristas se logran mediante onomatopeyas, signos no verbales y innovaciones tipográficas. El dadaísmo reunió a escritores como Hugo Ball, Tristan Tzara y Jean Arp. El término “dadá” refleja el balbuceo de un bebé, sugiriendo un retorno a la inocencia ajena a la lógica, vinculándose al primitivismo vanguardista. El surrealismo, iniciado por André Breton, abogó por la liberación integral del espíritu, desafiando ataduras morales y racionales. Promovió el amour fou (amor loco) y defendió la intuición, la imaginación y los sueños como vías de conocimiento. La escritura automática, como en “Campos magnéticos”, fue una estrategia destacada. Louis Aragon, Paul Eluard, Salvador Dalí, Joan Miró y Luis Buñuel se unieron al surrealismo, dejando una profunda huella en obras literarias en español. El expresionismo se caracteriza por el rechazo de la guerra y la tiranía. Destaca por la deformación grotesca como crítica social. Escritores como Bertolt Brecht, George Trakl y Valle-Inclán están vinculados al expresionismo.
Los movimientos de vanguardia presentan un carácter irracionalista y antiburgués. España alberga destacadas figuras de las vanguardias, como Pablo Picasso, Juan Gris, Joan Miró y Ramón Gómez de la Serna. Ramón dirigió la revista Prometeo entre 1908 y 1912, donde se introdujeron los manifiestos del futurismo italiano y se presentaron los primeros textos vanguardistas españoles. Creador del género de la greguería, expresaba miradas novedosas mediante enunciados breves e ingeniosos. La greguería busca sorprender al relacionar ideas no conectadas habitualmente. Él veía en el humor una herramienta para enfrentar las desgracias de la vida. El ultraísmo, movimiento de vanguardia exclusivo de la poesía en lengua española, se originó con la redacción de un manifiesto que abogaba por una poesía centrada en captar sensaciones. Los poemas ultraístas exhiben un tono jovial cercano a las greguerías. Sus características incluyen la influencia del futurismo, el énfasis en la disposición visual de las palabras, el uso de metáforas originales y la supresión de signos de puntuación.
La poesía de vanguardia en España cuenta con figuras como Guillermo de Torre, Rafael Cansinos y Gerardo Diego, quienes exploran recursos innovadores como la manipulación del lenguaje y los signos de puntuación. En Hispanoamérica, destacan poetas como Vicente Huidobro, César Vallejo y Pablo Neruda. Huidobro, considerado el fundador del creacionismo, propone la creación de una realidad nueva a través del lenguaje en obras como “El espejo de agua” y “Altazor”, donde se destruye el lenguaje convencional para crear uno nuevo. Vallejo, en “Trilce”, utiliza la distorsión lingüística para reflejar su mundo interior tormentoso, marcado por la pérdida y la incomunicación. Neruda, conocido por su exuberancia emocional, destaca con obras como “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, “Residencia en la tierra” y “Canto general”, donde aborda temas como el amor, la melancolía, la guerra y la historia de América, convirtiéndose en el protagonista de su obra.
TEMA 5. LA GENERACIÓN DEL 27
Está formada por un conjunto de escritores españoles que se dedicaron a la poesía en profundidad y que publicaron en la tercera década del siglo XX. Poetas como Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Federico García Lorca, Emilio Prados y Rafael Alberti tienen este nombre porque en 1927 se reunieron en Sevilla para celebrar el tercer centenario de la muerte de Góngora. Admiradores de él, toman este nombre en honor a él. Otro rasgo que les caracteriza es que establecen buenas relaciones personales. Casi todos siguen estudios universitarios, conocen idiomas, viajan al extranjero y adquieren una profunda cultura; de hecho, Salinas, Guillén, Cernuda, Dámaso Alonso y Gerardo Diego fueron profesores de literatura. Es muy importante para la difusión de la poesía de estos escritores la proliferación de revistas literarias, donde publican sus poemas, como la Revista de Occidente, creada por Ortega y Gasset, o Caballo Verde para la poesía, dirigida por Pablo Neruda y editada por Manuel Altolaguirre y Concha Méndez. La concepción común de la poesía en la Generación del 27 refleja una actitud estética que busca una síntesis entre tradición y vanguardia. Aunque algunos poetas adoptan un carácter plenamente vanguardista, la crítica a la poesía anterior se manifiesta de diversas maneras. En cuanto a la crítica literaria, los autores del 27 muestran un profundo conocimiento de los grandes poetas anteriores. Pedro Salinas escribe sobre la poesía de Rubén Darío y Jorge Manrique, Dámaso Alonso edita las Soledades de Luis de Góngora, y Federico García Lorca dicta conferencias sobre la imagen poética de Góngora. Los poetas del 27 exploran los grandes tópicos de la tradición literaria, como el amor, la muerte, el paraíso perdido y el conflicto entre deseo y realidad. En cuanto a la métrica, aunque muchos emplean el verso libre, también recurren a esquemas métricos establecidos como el soneto, el romance y otros metros como la silva y la décima. Además, asimilan hallazgos de las vanguardias históricas, como las greguerías de Ramón Gómez de la Serna, el ultraísmo y el creacionismo, así como la influencia surrealista en algunos poetas. El Neopopularismo (primera etapa) es una corriente literaria que se remonta al posromanticismo, donde los autores introducen en sus obras formas y ritmos, además de recursos estilísticos propios del folclor y la poesía tradicional, el Romancero viejo o el cancionero tradicional.
El surrealismo (segunda etapa) postulaba la exploración del subconsciente y de las dimensiones irracionales del ser humano. En los poetas del 27, su huella se manifiesta en una expresión más directa y angustiada de conflictos íntimos y una marcada rebeldía frente a las convenciones sociales. Una de las características básicas de esta poesía es el papel central de la metáfora y la imagen, entendidas al modo ultraísta y creacionista como el acercamiento entre dos objetos alejados que crea entre ellos una relación nueva y sorprendente. Los elementos vanguardistas pasan a integrarse en una concepción de la poesía más abierta, que busca el equilibrio entre la tradición y la vanguardia. Principales obras surrealistas: “La realidad y el deseo” de Luis Cernuda, “Sobre los ángeles” de Rafael Alberti, “Poeta en Nueva York” de Lorca, “La destrucción o el amor” y “Espadas como labios” de Vicente Aleixandre. La Generación del 27 enfrentó significativos cambios tras la Guerra Civil Española. El asesinato de Federico García Lorca y el exilio de la mayoría de los poetas llevaron a la dispersión del grupo. Solo Gerardo Diego, Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso permanecieron en España por diferentes razones. Gerardo Diego se dedicó a la docencia y destacó en la poesía religiosa y amorosa en la posguerra. Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre jugaron roles cruciales como vínculo entre el 27 y la poesía posterior. Sus obras “Hijos de la ira” y “Sombra del paraíso” marcaron el inicio de la poesía desarraigada. La mayoría de los poetas se exiliaron en distintos países. En el exilio, el tema de España fue recurrente desde perspectivas nostálgicas o críticas. En cuanto a la poesía en el exilio, temas como el amor y el anhelo de fusión con la naturaleza dominaron. La evocación nostálgica de España se reflejó en obras de Rafael Alberti, mientras Luis Cernuda adoptó una visión crítica en composiciones como “Peregrino”. Dos destacados poemarios de posguerra son “Clamor” de Jorge Guillén, que introduce el dolor y la injusticia en su obra, abordando temas como la Guerra Civil, la deshumanización y la añoranza del pasado. Por otro lado, “Desolación de la quimera” de Luis Cernuda, añadido a “La realidad y el deseo”, explora el presentimiento de la muerte y la mezquindad del mundo, proponiendo el arte como salvación y anticipando la poesía culturalista de los novísimos.