El Realismo surge en Francia en el siglo XIX. En España, este movimiento llega tardíamente pero deja un legado significativo. El Realismo se distingue por su cuidadosa observación de la realidad cotidiana, situando sus tramas en ambientes contemporáneos y creando personajes que reflejan los conflictos y dilemas de la sociedad de la época. La clase media adquiere protagonismo en estas obras, que se caracterizan por una narrativa detallada, descripciones minuciosas y un ritmo pausado. Entre las técnicas innovadoras utilizadas se encuentran el estilo indirecto libre y el monólogo interior.
En Europa, destacados autores realistas como Gustave Flaubert, Honoré de Balzac y Stendhal establecieron los fundamentos de este movimiento con obras como ‘Madame Bovary’, ‘La comedia humana’ y ‘Rojo y negro’. En España, la influencia del Realismo se manifiesta en obras como ‘La Gaviota’ de Fernán Caballero, ‘Sotileza’ de José Maria Pereda, ‘Pepita Jiménez’ de Juan Valera y ‘Fortunata y Jacinta’ de Benito Pérez Galdós, esta última considerada una de las mejores novelas realistas en lengua española. También se destaca ‘La Regenta’ de Leopoldo Alas ‘Clarin’ y ‘Los pazos de Ulloa’ de Emilia Pardo Bazán, que retratan de manera cruda y realista la sociedad española de la época.
El Naturalismo, surgido como una radicalización del Realismo, se centra en los aspectos más crudos y desfavorables de la realidad, destacando el determinismo genético y social. Autores como Emile Zola en Francia y Vicente Blasco Ibáñez en España abordan temáticas relacionadas con las clases sociales más bajas y los aspectos más sórdidos de la vida urbana y rural.
En contraste, el teatro experimenta una decadencia en la producción dramática, pero surgen nuevas formas como la ‘alta comedia’, destacándose Manuel Tamayo y Baús y Adelardo López de Ayala. José de Echegaray también incursiona en el teatro con obras como ‘El gran galeoto’, aunque su estilo se distancia del Realismo.
En el ámbito de la poesía, se observa una transición del Romanticismo hacia nuevas corrientes. Autores como Ramón de Campoamor y Gaspar Núñez de Arce exploran temas cotidianos y políticos, mientras que figuras como Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro introducen una poesía más íntima y emotiva, anticipando el surgimiento del Modernismo. En resumen, el Realismo y el Naturalismo dejaron una huella importante en la literatura española del siglo XIX, destacando la novela como el género más próspero, mientras que el teatro experimentó una etapa de estancamiento.
La familia de Pascual Duarte
La novela ‘La familia de Pascual Duarte’, escrita por Camilo José Cela y publicada en 1942, representó un hito en la literatura española debido a su estilo innovador y su crudo retrato de la realidad social y humana en la España rural de la época. En ese año, la obra recibió el Premio Nacional de Literatura, consolidándose como una de las obras más significativas de la posguerra española.
Ambientada en un contexto de grave crisis social y política tras la Guerra Civil española, donde el régimen franquista se afianzaba y el país enfrentaba dificultades económicas y sociales, la novela se inserta en el movimiento literario conocido como tremendismo. Este movimiento explora temas como la violencia, la marginalidad y la desesperación humana de manera directa y sin adornos.
La historia narra la vida de Pascual Duarte desde una perspectiva autobiográfica con tintes picarescos, marcada por la fatalidad desde su infancia. El lector es llevado a un mundo sombrío y desolador, lleno de tragedias familiares, crímenes y violencia, a través de las memorias del protagonista. La narración se estructura como una confesión, relatada por Pascual desde la cárcel mientras espera su ejecución.
Lo que más me impactó de ‘La familia de Pascual Duarte’ fue la habilidad de Camilo José Cela para crear un personaje tan complejo y atormentado como Pascual Duarte. Su exploración de temas tabúes para la época, como la misoginia, la opresión social y la sexualidad, junto con su estilo directo y conmovedor, convierten esta obra en una lectura impactante y perturbadora. Es considerada una obra maestra de la literatura española del siglo XX debido a la crudeza de los acontecimientos narrados y la intensidad emocional que transmite.
La Generación del 27, grupo de poetas que emergió durante la Edad de Plata de la literatura española, se distingue por su influencia en la fusión de vanguardia y tradición poética. Este grupo de poetas, nacidos aproximadamente entre 1890 y 1900, compartió no sólo una edad similar, sino también experiencias significativas en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde el intercambio creativo y la amistad florecieron, contribuyendo a la consolidación de una identidad generacional. Influenciados por corrientes vanguardistas como el Futurismo, el Creacionismo y el Surrealismo, los miembros de esta generación buscaron en la experimentación y la renovación estilística un medio para expresar sus inquietudes y visiones del mundo.
Pedro Salinas, por ejemplo, con obras como ‘Fábula y Signo’, transitó desde el vanguardismo hacia una poesía más íntima y biográfica, caracterizada por su precisión y austeridad en el uso del verso. Jorge Guillén, en cambio, se adhirió a la estética de la poesía pura, celebrando de manera optimista la existencia humana en su obra ‘Cántico’, donde la musicalidad del verso y la asonancia se convierten en elementos clave de su expresión poética. Gerardo Diego, por su parte, con obras como ‘Imagen’, destacó por su versatilidad, explorando tanto las corrientes vanguardistas como los cánones más clásicos de la poesía española.
Por otro lado, Rafael Alberti, con obras como ‘Marinero en tierra’, reflejó en su poesía un profundo compromiso con la realidad social y política de su tiempo, especialmente durante la etapa de la República. Vicente Aleixandre, en cambio, en obras como ‘La destrucción o el amor’ cultivó el Surrealismo con una mirada introspectiva y existencial, explorando temas relacionados con el amor y la destrucción.
Aunque inicialmente próximo al surrealismo, Luis Cernuda desarrolló una voz poética profundamente personal y reflexiva, además, expresó su descontento con el mundo en obras como ‘Donde habite el olvido’. Asimismo, Dámaso Alonso, aunque más conocido por su labor teórica, también dejó un legado poético significativo, especialmente con su obra ‘Hijos de la ira’, que refleja el desasosiego y la desesperación de la posguerra española.
Federico García Lorca, el poeta y dramaturgo español más reconocido internacionalmente, fusionó en su poesía elementos populares andaluces con una modernidad original. Su obra cumbre, ‘Poeta en Nueva York’, dentro del surrealismo, retrata la tragedia del individuo sensible en la gran ciudad.
En el teatro, Lorca buscó innovar sin perder su calidad poética. Inicialmente, enfrentó dificultades con obras como ‘El maleficio de la Mariposa’. También experimentó con un ‘teatro imposible’, influido por el surrealismo y temas tabú como la homosexualidad, en obras como ‘Así que pasen cinco años’ y ‘El público’. Sin embargo, encontró el éxito duradero con dramas rurales como ‘Bodas de sangre’, ‘Yerma’ y ‘La casa de Bernarda Alba’. Estas obras critican la vida rural andaluza, destacando el protagonismo de la mujer y cuestionando las tradiciones opresivas. Lorca dejó un legado de innovación y crítica social en la literatura española.
En definitiva, los autores cultivaron por igual el vanguardismo y la tradición, llevando a la poesía española a la cumbre de la popularidad, influyendo en generaciones posteriores.