Trayectoria poética de Miguel Hernández: Evolución de su poesía
Etapas de su obra
Miguel Hernández Gilabert está considerado como uno de los poetas más significativos del siglo XX. En su trayectoria literaria se pueden apreciar varias etapas:
- Poesía pura
- Neorromántica
- De compromiso
- Popular
Perito en lunas: Poesía pura
Como homenaje a Luis de Góngora, escribe su primer poemario, Perito en lunas, de poesía pura. Se trata de un volumen hermético cuyos poemas constituyen imágenes vanguardistas cercanas a la greguería.
El rayo que no cesa: Neorromanticismo
Tras Perito en lunas compuso El rayo que no cesa, de estética neorromántica. Se trata de un poemario de temática amorosa compuesto principalmente por sonetos. El amor aparece tratado de un modo que resulta cercano al de los cancioneros medievales, en especial el Cancionero de Petrarca, donde la amada es idealizada y presentada como la causa del sufrimiento del poeta. Se produce una exaltación del amor como fuerza benefactora; pero, por otro lado, se lamenta enérgicamente de las limitaciones, las represiones y la frustración que supone la insatisfacción plena de ese deseo amoroso.
Poesía comprometida: Viento del pueblo y El hombre acecha
Con la llegada de la guerra civil española, Miguel Hernández se adentra en la poesía comprometida con Viento del pueblo y El hombre acecha.
Viento del pueblo está formada por múltiples poemas que denuncian las injusticias y se solidarizan con el pueblo oprimido. En ella, la voz poética se alza para proclamar el amor a la patria, para educar a los suyos y para increpar a quienes tiranizan al ser humano.
El hombre acecha presenta un giro hacia el pesimismo intimista: el poeta se aflige no solo por la muerte colectiva, sino también por los heridos, las cárceles y el odio entre hermanos.
Cancionero y romancero de ausencias: Madurez poética
Su último poemario, Cancionero y romancero de ausencias, se fue nutriendo con poemas escritos desde la cárcel y alcanza así la madurez poética. Aborda los temas más obsesionantes de su mundo lírico: el amor, la vida y la muerte, sus “tres heridas”.
Síntesis de estilos
La obra de Miguel Hernández no solo fusiona gongorismo, simbolismo y ultraísmo, sino que también explora los territorios del surrealismo y de la poesía impura, sin olvidar su incursión en la poesía social y cívica o su aproximación al neopopularismo del Cancionero y romancero de ausencias.
Tradición y vanguardia en la poesía de Miguel Hernández
Influencias literarias
Miguel Hernández se inspira en la tradición literaria. Garcilaso, Quevedo, Lope de Vega y sobre todo Luis de Góngora se convierten en sus principales referentes.
Gongorismo y poesía pura
El gongorismo se aprecia en Perito en lunas, una obra que se inserta en la corriente de la poesía pura y que incorpora una amplia gama de recursos característicos del creador del Polifemo. Se trata de un volumen hermético cuyos poemas se transforman en verdaderos acertijos poéticos, en imágenes vanguardistas cercanas a la greguería.
Neorromanticismo y surrealismo
El rayo que no cesa entronca con el surrealismo, la tradición y los motivos temáticos que nos remiten al Cancionero de Petrarca, donde la amada es idealizada y presentada como la causa del sufrimiento del poeta.
Neopopularismo
Cancionero y romancero de ausencias representa un hito en la utilización del cantar, enlazando de esta manera con una corriente revitalizadora que se inicia con los posrománticos españoles y que continúa con Machado y la Generación del 27.
Otra de las influencias de la poesía hernandiana es el neopopularismo, presente no solo en su último poemario, sino también en Viento del pueblo. Busca ahora una poesía más directa y cercana y emplea el romance y el verso octosílabo.
Surrealismo y poesía impura
En los años treinta llega una nueva vanguardia: el surrealismo, que dará cabida no solo a lo humano, sino también a lo social y político. Se aprecia en El rayo que no cesa (que fusionará la poesía impura y la metáfora surrealista) y en El viento del pueblo, que plasma el giro hacia la poesía impura, una poesía comprometida y de tono épico.
Síntesis entre tradición y vanguardia
En la obra de Miguel Hernández se origina una clara simbiosis entre tradición y vanguardia, y el predominio de una u otra influencia viene determinado por la propia evolución del artista y por las necesidades expresivas de cada etapa. El trayecto del poeta es una acertada recopilación de todas las tendencias poéticas del momento.
El compromiso social y político
Inicios del compromiso social
Viaja por segunda vez a Madrid y comienza para él una nueva etapa en la que se introducirá en la intelectualidad de la capital y se desprenderá definitivamente del influjo del ambiente oriolano, lo que provocará una crisis personal y poética.
En 1931 se incorporará a las “Misiones Pedagógicas”, un proyecto educativo español creado para difundir la cultura general en aldeas y villas. Es así como comienza el compromiso social del autor de Perito en lunas.
Compromiso político durante la Guerra Civil
El estallido de la guerra civil obliga a Hernández a dar el paso al compromiso político. Ingresa como voluntario en el Quinto Regimiento y más tarde es nombrado Jefe del Departamento de Cultura y de la propagación de su poesía en el frente.
Esta poesía quedará recogida en Viento del pueblo, obra que demuestra que Hernández comprende el poder transformador de la palabra, así como su función social y política. Se trata de un poemario comprometido formado por múltiples composiciones que denuncian las injusticias y se solidarizan con el pueblo. La voz poética se alza ahora para proclamar el amor a la patria, para educar a los suyos y para increpar a quienes tiranizan al ser humano.
Pesimismo y desolación
El optimismo de Miguel Hernández comienza a diluirse al comprobar la insensibilidad de Europa hacia el drama que se vive en España. Esto le provoca una profunda depresión que intensifica su vena antiburguesa. La poesía hernandiana deriva hacia un progresivo pesimismo intimista. A esta etapa pertenece El hombre acecha (1939), un volumen donde el poeta pasa de cantar a susurrar amargamente o de exaltar a los héroes a lamentarse por las víctimas.
Al salir de la cárcel entregó a su esposa un cuaderno manuscrito que había titulado Cancionero y romancero de ausencias, que contenía poemas que comenzó a escribir a raíz de la muerte de su primer hijo. Se trata de un libro unitario que se fue ampliando con poemas escritos desde la cárcel. Con este último poemario, el oriolano alcanza la madurez poética con unas composiciones que beben de la sencillez de la lírica popular y abordan los temas más obsesionantes de su mundo poético: el amor, la vida y la muerte, sus “tres heridas”.
La voz poética comprometida
El compromiso social y político de Miguel Hernández se percibe con nitidez en su voz poética, que exalta a los hombres que luchan por la justicia, lamenta el dolor de las víctimas oprimidas y reprende a los explotadores de la patria.
Símbolos y figuras retóricas más destacadas
Evolución del lenguaje poético
A medida que evoluciona su concepción del mundo, crea así una obra propia y personal que lo convierte en un artista complejo y original.
Su lenguaje poético atraviesa por las siguientes fases:
- El gongorismo presente en Perito en Lunas (1932), donde el autor ostenta una gran destreza verbal e imaginativa e incorpora una amplia gama de recursos característicos del creador del Polifemo: hermetismo, complejidad metafórica, léxico culto, bruscos hipérbatos que quiebran la sintaxis lógica…
- El neorromanticismo de El rayo que no cesa (1936), poemario de temática amorosa que nos remite al Cancionero de Petrarca y en el que emplea la metáfora surrealista. Se trata de un volumen especialmente rico en recursos retóricos: aliteraciones, hipérboles, epanadiplosis, rimas internas…
- El lenguaje directo y claro de Viento del pueblo (1937), formado por una serie de poemas comprometidos que pretenden defender la libertad e increpar a los tiranos.
- El neopopularismo de Cancionero y romancero de ausencias, integrado por composiciones de verso corto y de rima asonante que beben de la sencillez de la lírica popular y que concentran, por consiguiente, recursos que favorecen la musicalidad (anáforas, paralelismos, estribillos, estructuras circulares…) o la expresividad (símiles, personificaciones…).
Simbolismo
Con respecto a los símbolos, la luna adquiere dos significados: por una parte, sugiere el paso del tiempo o el ciclo de la vida; por otra, es signo de fatalidad.
A partir de su segunda etapa, aparecen el rayo, el cuchillo, la navaja o la espada, asociados al dolor, a la frustración amorosa o al deseo no satisfecho. El rayo se transmuta en símbolo de la fuerza y el coraje de los soldados.
La lluvia se relaciona con la pena que provoca el amor; y el viento se vincula con la fuerza del pueblo y la voz del poeta, quien anima a los oprimidos a luchar por su libertad.
La tierra es la madre, la cuna y sepultura del hombre. El toro ha sido representación de la muerte en Perito en lunas, de la virilidad o el impulso erótico en El rayo que no cesa y del valor del combatiente en Viento del pueblo.
Conclusión
El lenguaje poético de Miguel Hernández experimenta una serie de cambios a lo largo de la trayectoria del poeta.
Vida y muerte de Miguel Hernández
El discurrir dramático de su poesía
En la poesía de Miguel Hernández se da perfectamente un discurrir dramático que comienza con la vida más elemental y balbuceante, una vida casi festiva, inconsciente y de ficción, que poco a poco, conforme se va configurando el sufrimiento y se va desarrollando la funesta historia personal del poeta, acaba por deslizarse por la pendiente de la tragedia.
Vitalismo inicial
Los primeros poemas contienen un soporte de cierta despreocupación consciente, de vitalismo despreocupado y hasta de optimismo natural: en esta época su vida va por un camino (sueña con poder vivir para dedicarse a la poesía) y su obra por otro (contempla el mundo desde la perspectiva de sus poetas leídos y admirados).
En su primera etapa, se rinde homenaje a la naturaleza circundante con: las plantas, las piedras, los insectos, etc. Todo lo vivo es bello, todo lo vivo inspira una gracia contagiosa y sin aristas. Más allá de la vida que confiere a las cosas, el vitalismo de Miguel Hernández percibe los objetos como si estuvieran vivos.
Las “heridas” hernandianas
Las “heridas” hernandianas (“la de la vida, la del amor y la de la muerte”) comienzan a sentirse en El rayo que no cesa (1936), cancionero de la pena amorosa, del sentimiento trágico del amor y de la idea de que la vida es muerte por amor. El toro se convierte aquí en la figura del fracaso amoroso anunciado, presagio de destrucción… La vida siempre se presenta amenazada por fuerzas incontrolables (el rayo, el cuchillo…) y el amor está marcado por un sino sangriento. El amor y la muerte se plasman en los símbolos del toro y la sangre, a los que se une una constelación de elementos cortantes e hirientes.
Estos instrumentos del dolor adquieren una expresividad dramática, agónica y desesperanzada en la «Elegía» dedicada a su amigo Ramón Sijé. Estos versos coléricos contra la muerte nos hablan de la concepción de Miguel Hernández en este poemario y este momento de su vida: vivir es amar, penar y morir.
Guerra, dolor y pesimismo
Con la llegada de la guerra, la voz poética adquiere un tono combativo en Viento del pueblo (1937), donde la muerte se convierte en parte de la lucha por la victoria. Pero el optimismo inicial deriva en dolor y pesimismo por la dilatación y crudeza del conflicto bélico. Así se aprecia en El hombre acecha (1939), donde los muertos ya no son héroes, sino víctimas, y donde el último estertor rige el destino de los oprimidos.
Desolación y madurez en Cancionero y romancero de ausencias
En Cancionero y romancero de ausencias, su último volumen, los poemas se oscurecen definitivamente con el desengaño y la carencia de todo. La muerte de su primer hijo, la pérdida de la guerra, el odio de la posguerra, la condena a muerte, la posterior enfermedad y la soledad configuran este poemario de la desolación.