Introducción
Todos los españoles utilizan la misma lengua, pero todos la usan de manera diferente. Esas diferencias no deben impedir la comunicación y manifiestan el origen social, cultural y geográfico del hablante.
Se denomina variedad lingüística cada uno de los conjuntos definidos de rasgos peculiares que caracterizan el uso de una lengua por parte de unos u otros grupos de hablantes en virtud de factores de distinto tipo.
Cuando un hablante utiliza la lengua de manera diferente en función de la situación comunicativa o por el propósito de la comunicación, utiliza distintos registros o estilos de lengua que se incluyen dentro de las variedades funcionales.
Cuando las diferencias caracterizan a los hablantes de un determinado grupo social se llaman variedades socioculturales. Pueden depender del nivel cultural, la edad, el sexo, la profesión, etc. Del estudio de este tipo de variedades, denominadas en general sociolectos, se ocupa la Sociolingüística.
Finalmente, se llama idiolecto a la realización particular que un hablante hace de la lengua con sus peculiaridades dialectales, sociales, culturales, etc.
1. Las variedades funcionales
Como ya hemos expuesto anteriormente, las variedades funcionales son las que dependen de la situación comunicativa.
Se denomina registro al conjunto de características lingüísticas que resultan de la adaptación del uso de la lengua a una determinada situación comunicativa por parte del hablante. Son mecanismos que permiten la adecuación del discurso al contexto.
El registro o estilo de lengua no depende del hablante sino del uso que hace de la lengua en un determinado momento y del uso específico que se hace de ella en determinadas actividades o ámbitos, como los textos científico-técnicos, humanísticos, periodísticos, literarios, etc.
Son tres los factores fundamentales que definen el registro utilizado por un hablante en una situación concreta:
- Según el canal: oral y escrito.
- Según la atmósfera o tensión comunicativa: formal e informal.
- Según el dominio de la comunicación: abierto y cerrado.
1.1 Variantes dependientes del canal
Se distinguen dos, la oral y la escrita.
Las características de la variedad funcional oral son:
- Fugacidad del mensaje y utilización de elementos paralingüísticos.
- Contexto compartido, es decir, interacción entre hablante y oyente.
- Menor grado de formalización.
Las características de la variedad funcional escrita son:
- Perdurabilidad e irreversibilidad del mensaje.
- Diferente situación de emisión y recepción.
- Mayor grado de formalización.
1.2 Variantes dependientes de la atmósfera o tensión comunicativa
Dependen de las condiciones derivadas del tipo de relación que se establece entre los interlocutores según la situación comunicativa.
Se suelen distinguir entre situaciones formales e informales de comunicación, que dan lugar a dos variedades funcionales: el uso formal e informal de la lengua.
La formalidad de un texto está determinada por una serie de circunstancias que afectan a la situación comunicativa:
- La jerarquía social de los interlocutores, que se refleja, por ejemplo, en la selección de la forma de tratamiento: “tú / usted”.
- La proximidad y confianza entre los interlocutores que da lugar a situaciones familiares o distanciadas.
- La formalización que da lugar a situaciones espontáneas o planificadas.
- El tono, que da lugar a situaciones naturales o solemnes.
1.3 Variantes dependientes del dominio de la comunicación
Llamamos dominio a un tipo de situación comunicativa ligada a alguna actividad social típica, por lo que la intervención de los interlocutores aparece siempre regulada de alguna forma. Son dominios la escuela, la familia, el comercio, la administración, la prensa, etc.
Todos los dominios se pueden clasificar en dos grandes grupos:
- Dominios abiertos (o cotidianos), en los que participan todos los hablantes (escuela, familia, ocio, etc.).
- Dominios cerrados (o especializados), que son exclusivos de determinados grupos de hablantes (médicos, informáticos, economistas, etc.).
2. Los dialectos del castellano
Los dialectos no presentan diferencias normativas frente al castellano. Las divergencias se limitan al campo del vocabulario y la pronunciación.
Llamamos dialectos meridionales a las variedades que surgieron a partir del siglo XVI en la mitad sur de la Península y en Canarias: andaluz y canario como dialectos, extremeño y murciano como hablas o dialectos de transición.
En estas regiones han tenido lugar desarrollos fonéticos peculiares, llegando incluso a originar un sistema fonológico distinto del castellano.
Hay tres características comunes a todos los dialectos meridionales:
- El yeísmo o pronunciación de /ll/ (palatal lateral sonora) como /y/ (palatal sonora). Caballo > [cabayo].
-
Relajación de /-s/ implosiva que puede dar lugar a:
- Una aspiración ante vocal o pausa (Lah niñah) o su eliminación ante vocal o pausa, abriéndose la vocal: (lä niñä).
- Se aspira y acomoda ante consonante, tomando su punto de articulación: obispo > [obihpo] > [obippo].
- Relajación de las consonantes sonoras intervocálicas (/b/ /d/ /g/): vestido>[vestío]>[vehtío], Miguel Ángel>[migelágë] que puede llegar incluso a su pérdida: miaja por migaja, caeza por cabeza, pare por padre, juar por jugar.
2.1 El andaluz
El castellano llegó a Andalucía en el siglo XIII, pero no se generalizó hasta finales del siglo XV, al conquistarse el reino de Granada. Esta generalización tardía dio al andaluz algunos de los rasgos que le son característicos, entre ellos:
- Una entonación más variada y ágil, un ritmo más rápido y vivaz y una fuerza expiatoria menor.
2.2 El canario
El castellano se introdujo en Canarias a partir del siglo XV. Fueron repobladas por andaluces y portugueses y ha mantenido contacto con los países de Hispanoamérica.
Presenta unas características comunes con el andaluz: seseo (nunca ceceo), aspiración de –s, y /x/ (grafías j, ge, gi), yeísmo, sustitución del pronombre ustedes por vosotros y uso etimológico de le, lo, la.
Entre los rasgos que identifican al canario sobresalen:
- Aspiración de la h- inicial: humareda > [jumareda].
- Pronunciación de la /ch/ como /y/: muchacho > [muyayo].
- Asimilación de la -r a la consonante siguiente: carne > [canne].
- Presencia de guanchismos, palabras procedentes de la lengua de los nativos que habitaban las islas antes de la llegada de los españoles. Por ejemplo, gofio (tipo de harina), gánigo (vasija de barro).
- Presencia de andalucismos, lusismos y americanismos. Por ejemplo, balayo (cesto), cachimba (pipa), guachimán (vigilante), guagua (autobús), etc.
2.3 Las hablas o dialectos de transición
Las hablas o dialectos de transición son variedades geográficas que presentan rasgos de hablas, dialectos o idiomas vecinos y que no tienen respecto a ellos suficiente autonomía léxica, gramatical o fonética.
3. Variedades geográficas septentrionales
Ocupan el área geográfica donde nació el castellano y se expandió hasta el siglo XII: Cantabria, este y centro de León, La Rioja, sur de Navarra, Soria, Salamanca, Ávila, Madrid, Guadalajara, Cuenca y el norte de Albacete y Toledo. Ciudad Real y sur de Albacete son áreas de transición entre las variedades septentrionales y meridionales. Se caracterizan por el conservadurismo, es decir, poca tendencia a la evolución.
Sus principales rasgos lingüísticos son:
- Diferenciación entre /s/ y /z/ (casa, caza).
- Pérdida ocasional de d en el participio de los verbos de la primera conjugación: [cansao, revisao].
- Pronunciación interdental de la -d al final de palabra: amistad > [amistaz], Madrid> [madriz].
- Leísmo (el paraguas me le dejé en casa) y laísmo (la dije que viniera).
- Yeísmo, uso del sonido /y/ en lugar del sonido /ll/ [desarroyo].