Relación entre la Ética de Aristóteles y la de Kant
Kant define su ética como ética formal que pretende superar todas las éticas anteriores, las cuales han sido, según él, éticas materiales.
La ética aristotélica refleja todos los requisitos de una ética material. Comienza definiendo que la felicidad es el máximo bien para el hombre o fin último de todas las acciones humanas. Todas las acciones humanas son presentadas como medios que nos acercan al (o alejan del) fin último. Así, las normas éticas son los medios o instrumentos que hemos de seguir para alcanzar la felicidad y, en consecuencia, denominamos virtuosa la acción que se aproxima al fin moral (en este caso, la obtención de felicidad) y viciosa a la acción que se separa de dicho fin. En definitiva, las normas morales de la ética aristotélica son claramente materiales: nos dicen directamente lo que debemos hacer, tienen contenido.
La ética aristotélica presenta todos los problemas que Kant critica a las éticas materiales. Por un lado, las normas aristotélicas son claramente imperativos hipotéticos (“si quieres la felicidad, busca el término medio”), los cuales no cumplen los requisitos de universalidad y necesidad, pues quien no acepte la hipótesis o condición (“querer la felicidad”) tampoco se ve obligado por el imperativo (“buscar el término medio”). Además, una ética que plantea que el fin último del hombre es la felicidad no puede presentarse como estrictamente autónoma porque en ella el sujeto moral (la persona) no se da a sí mismo la ley moral, con lo cual la ética aristotélica será, frente a la ética de Kant, una ética heterónoma: la ley llega al sujeto desde fuera de la propia razón. Por tanto, en Aristóteles las normas morales nacen de la propia naturaleza humana, de la tendencia natural del hombre hacia la felicidad, la cual es investigada de modo empírico.
De acuerdo con Kant, solo una ética formal puede otorgar universalidad y necesidad a sus principios morales, es decir, una ética vacía de contenido, que no diga lo que tenemos que hacer, sino cómo tenemos que hacerlo. En la ética kantiana, a diferencia de la aristotélica, lo importante de una acción no es la consecuencia o resultado de la misma, sino la intención o motivo que la impulsa; en otras palabras, una acción es o no virtuosa no en función de lo que haces, sino de cómo lo haces. Y para Kant el único motivo moralmente válido que nos impulsa a obrar solo puede ser el respeto a la ley moral: cumplo la ley moral porque es mi deber. Ni la búsqueda de la felicidad, ni tampoco la búsqueda de otros bienes como el deseo de placer ni incluso la evitación del dolor o del castigo, configuran una acción como moralmente válida. Una acción es buena o virtuosa tan solo si, independientemente de las consecuencias de la misma, es realizada porque ese es el deber, es decir, por el motivo de respetar la ley moral. La vaciedad de la ética kantiana contrasta con las normas éticas aristotélicas que orientan de modo concreto nuestra conducta ante los peligros, el uso del dinero, la opinión de sí mismo…, buscando siempre el término medio. Frente a la multitud de normas y consejos morales que llenan la ética de Aristóteles, Kant tan solo nos presenta un único imperativo categórico vacío de contenido: “Obra de tal modo que la máxima de tu conducta pueda servir al mismo tiempo como principio de una legislación universal”.
Relación entre la Epistemología de Hume y Kant
Kant fue un racionalista en su periodo precrítico, antes de concebir su Crítica de la razón pura, pero Hume le despertó del sueño racionalista, dogmático. Entonces Kant abandona el racionalismo, quedando profundamente influenciado por Hume. Sin embargo, Kant inició un camino original y se distanció de Hume en aspectos decisivos:
En primer lugar, Hume defiende que el conocimiento comienza por la experiencia.
Rechaza consecuentemente la existencia de ideas innatas y la tesis racionalista según la cual la razón tiene un acceso directo al conocimiento de la realidad sin pasar por los sentidos. Por otra parte, Hume admite que el límite del conocimiento es la experiencia, es decir, que solo tenemos verdadero conocimiento de aquello de lo que podemos tener experiencia empírica. En este sentido, el filósofo inglés va a poner en cuestión toda la metafísica tradicional, manifestando un escepticismo y agnosticismo por aquello que está más allá de los límites de la experiencia. Hume considera que la experiencia no puede proporcionar validez universal y necesidad. La experiencia nos dice que las cosas suceden de hecho así, pero no que tengan que suceder siempre así. Por tanto, la experiencia no puede ser fuente de conocimiento seguro y universal.
También Kant considera que el conocimiento comienza por la experiencia y también acepta que la experiencia no es fuente de universalidad y necesidad. Sin embargo, aunque el conocimiento comience por la experiencia, no procede todo él de la experiencia. La sensibilidad y el entendimiento aportan al conocimiento las formas, conceptos y categorías a priori, que se aplican a todos los hechos de experiencia posibilitando el conocimiento científico, universal y necesario. En este sentido, Kant no está plenamente de acuerdo con la división de los juicios de Hume. Además de los analíticos a priori y de los sintéticos a posteriori, existe un tercer tipo de juicios que son los sintéticos a priori: aportan conocimiento, al mismo tiempo que son universales y necesarios. Son los juicios de la ciencia. Los principios fundamentales de la matemática y la física están formados por este tipo de juicios.
Por último, Hume considera que las ideas de sustancia o causa no se corresponden con nada dado por la experiencia, porque no tenemos experiencia, impresiones de ellas. Kant está de acuerdo con esta posición, pero añade que, aunque no proceden de la experiencia, son conceptos a priori del entendimiento con los cuales comprendemos y ordenamos los fenómenos de la experiencia. Respecto a la idea de libertad, alma o Dios, Kant admite con Hume que son incognoscibles de un modo teórico puesto que no hay experiencia previa. Sin embargo, Kant va a aceptar la vía de la moral para afirmar la existencia de Dios como un postulado de la ley moral.
Explicación del Texto: Crítica de la Razón Pura
En este texto del Prólogo de la Crítica de la Razón Pura expone Kant el problema de si es posible una Metafísica (cuyos objetos son el Alma, el Mundo como totalidad y Dios) como ciencia, es decir, si son posibles los juicios sintéticos a priori en metafísica.
En primer lugar, Kant afirma que las matemáticas y la física (ciencia natural) han llegado a ser ciencias seguras debido a una revolución en su método, y se pregunta si puede la metafísica imitarlas para llegar a ser ciencia.
A continuación, Kant considera que tradicionalmente se suponía que todo nuestro conocimiento debe conformarse a los objetos. Pero los intentos basados en este supuesto para ampliar nuestro conocimiento sobre dichos objetos y obtener de ellos un conocimiento científico, universal y necesario han sido fallidos. Por ello, arguye Kant, siguiendo el ejemplo de las ciencias, la revolución en el método de la metafísica consistiría en considerar que son los objetos los que deben conformarse a nuestro conocimiento (y no a la inversa). Es decir, ha de plantearse si es posible un conocimiento sintético a priori sobre los objetos de la metafísica para considerarla como forma de conocimiento, a lo cual responderá negativamente al final de su Crítica de la razón pura.
Metafísica
Más allá (meta) de la física, tiene por objeto al Alma, al Mundo como totalidad y a Dios. La cuestión de si la metafísica es una ciencia resume toda la Crítica de la Razón Pura de Kant, siendo negativa la respuesta final: no es posible un conocimiento cierto acerca del Alma, del Mundo y de Dios, pues son objetos que están más allá de toda experiencia posible.
A priori
Se aplica al conocimiento que es anterior, independiente de la experiencia y, por tanto, universal y necesario (válido para todos y siempre). Se opone a a posteriori (que depende de la experiencia). El conocimiento a priori se fundamenta en la forma o esencia del sujeto que conoce, en las condiciones que el sujeto impone en el proceso de conocimiento: el espacio, el tiempo y las categorías son a priori.
Matemática
Ciencia formada por juicios sintéticos a priori, cuyo fundamento es la forma del conocimiento sensible: el espacio es el fundamento de la geometría y el tiempo es el fundamento de la aritmética.
Explicación del Texto: Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres
En este texto perteneciente a su obra “Fundamentación de la Metafísica de las costumbres”, Kant asienta las bases para fundamentar su ética formal universalista.
En la primera parte del texto, el filósofo afirma que las cosas son seres naturales e irracionales y tienen un valor relativo. Por eso son consideradas como medios. Por otro lado, las personas son por su naturaleza racional fines en sí mismos y merecen todo respeto. Es decir, no pueden ser usados caprichosamente como medios.
A continuación, Kant muestra que es necesario considerar la existencia de ‘fines objetivos’ o realidades que no puedan usarse como medios para concebir cosas de ‘valor absoluto’, y no de valor relativo como los medios. Solo considerando al ser humano como un ‘fin objetivo’ de valor absoluto puede encontrarse un principio práctico supremo que guíe correctamente al hombre en sus acciones. Por tanto, la validez absoluta del imperativo categórico descansa en el valor absoluto de la persona, que es siempre fin en sí y nunca un medio.
Medios
Instrumento o camino para conseguir un objetivo, fin o meta. Kant critica en las éticas materiales el que las normas morales sean concebidas como medios para alcanzar un fin. Solo nuestro trato con las cosas puede ser mero medio para buscar un fin; las personas, por el contrario, han de ser tratadas en todo momento como fines en sí mismos.
Cosas
Son los seres irracionales, los cuales tienen un valor relativo, es decir, un valor para nosotros porque pueden ser considerados meros medios que servirán para este o para aquel fin en cada caso. (En otras palabras, su valor, como medio que son, cambia en función del fin al que sirvan en cada ocasión).
Personas
Son los seres racionales, los cuales tienen un valor absoluto y son objeto de respeto; esto quiere decir que no pueden ser considerados nunca como meros medios, sino que son fines en sí mismos.