Hume
Hume, un destacado empirista, enfatizó la importancia de la información sensorial en la adquisición de conocimiento. Rechazó la idea de las ideas innatas, argumentando que el conocimiento proviene exclusivamente de la experiencia y no de la razón. Para Hume, la mente humana se compone de percepciones, que se dividen en dos categorías:
- Impresiones: Son las percepciones más intensas y directas, como las sensaciones, emociones y deseos.
- Ideas: Son imágenes débiles y derivadas de las impresiones, utilizadas en el pensamiento y razonamiento.
Hume distinguió dos tipos de conocimiento:
- Conocimiento basado en las relaciones de ideas (matemáticas/lógica): La verdad es necesaria y no requiere verificación empírica, ya que se basa en la razón, la intuición y la deducción.
- Conocimiento de hecho (física/ciencias empíricas): La verdad no es necesaria y se determina a través de la experiencia.
Ética
En ética, Hume fue un emotivista moral, sosteniendo que las emociones y los sentimientos, no la razón, son la base de la moralidad. Para Hume, una acción es moralmente buena si la valoramos positivamente y mala si la rechazamos. Generalmente, aprobamos lo que es útil y agradable para la sociedad. Hume también creía en un sentimiento universal de placer, un impulso natural hacia la felicidad que consideraba inherente a la naturaleza humana.
Existencia de Dios
Hume cuestionó la existencia de Dios utilizando el criterio de correspondencia. Argumentó que no existe una impresión sensorial que corresponda a la idea de Dios. Criticó los argumentos a priori para la existencia de Dios, considerándolos inválidos, ya que la existencia es una cuestión de hecho que debe ser verificada empíricamente. También rechazó los argumentos basados en la experiencia, ya que la causalidad, un concepto clave en estos argumentos, se basa en la costumbre y no en una conexión necesaria observable.
Causalidad
Hume argumentó que la causalidad no es una conexión necesaria observable en la experiencia, sino una inferencia que hacemos con base en la costumbre. Observamos la continuidad y la conjunción constante de eventos, lo que nos lleva a esperar que esta relación se mantenga en el futuro. Sin embargo, esta expectativa se basa en la costumbre y no en una garantía lógica o empírica.
El Yo
Hume rechazó la idea de un yo o identidad personal como una sustancia invariable e inmaterial. Argumentó que nuestra experiencia del yo es simplemente un flujo constante de percepciones cambiantes. No hay un”y” permanente subyacente a estas percepciones.
Kant
Kant, un filósofo influenciado tanto por el racionalismo como por el empirismo, desarrolló el idealismo transcendental. Reconoció la importancia de las ideas en el conocimiento, pero argumentó que la razón y la experiencia son esenciales para que el conocimiento sea científico. Dividió el conocimiento en tres partes:
- Estética transcendental: Analiza la sensibilidad humana y cómo percibimos el mundo a través de los sentidos. Se pregunta cómo son posibles las matemáticas como ciencia.
- Analítica transcendental: Examina el entendimiento humano y cómo organiza la información sensorial a través de categorías lógicas, como la causalidad. Sostiene que la física es posible como ciencia porque utiliza juicios sintéticos a priori, que son informativos y universales.
- Dialéctica transcendental: Investiga la razón humana y su tendencia a ir más allá de la experiencia. Concluye que la metafísica no puede ser una ciencia porque intenta conocer la realidad en sí misma, lo cual está fuera de los límites del conocimiento humano.
Stuart Mill
Stuart Mill fue un defensor del utilitarismo, una teoría ética que busca la mayor felicidad para el mayor número de personas. Mill hizo una distinción entre placeres superiores e inferiores, argumentando que los placeres intelectuales y morales son más valiosos que los placeres físicos. Su ética se basa en las consecuencias de las acciones, considerando una acción como moralmente correcta si produce felicidad y evita el sufrimiento.
Libertad
Mill defendió la libertad individual y argumentó que el Estado solo debe intervenir en la vida privada de las personas cuando sus acciones perjudiquen a otros. La libertad de expresión, de pensamiento y de asociación son esenciales para el progreso individual y social.
Economía
En economía, Mill abogó por un sistema de libre mercado con una intervención estatal mínima. Creía que la competencia en el mercado conduce a la eficiencia y al beneficio general.
Política
Mill fue un defensor de la democracia representativa y abogó por el sufragio universal, incluyendo el voto femenino. Creía que la participación política activa es esencial para una sociedad justa y libre.
Ética
La ética de Mill se basa en la observación del comportamiento humano y busca fundamentar la moralidad en la felicidad como el objetivo último de la vida humana. Su ética es social, ya que prioriza el bienestar general sobre el individual, aunque reconoce la importancia de la libertad individual.