Análisis Comparativo: El Empirismo de Hume vs. el Racionalismo de Descartes

Se relaciona la filosofía empirista de Hume con la filosofía racionalista del filósofo del siglo XVII René Descartes. En general, la filosofía empirista de Hume se aleja bastante de la de Descartes. Hay dos apartados en los que, fundamentalmente, se ve el contraste entre la filosofía racionalista de Descartes y la filosofía empirista de Hume.

Teoría del Conocimiento

La concepción «racionalista» del conocimiento que tiene Descartes (desconfianza de los sentidos, consideración de la razón como única fuente fiable de conocimiento verdadero, existencia de ideas innatas en la mente, utilización en la Filosofía de una metodología deductiva similar a la metodología matemática…) es muy distinta de la concepción «empirista» del conocimiento que tiene Hume. Mientras que Descartes desconfía de la experiencia como fuente de conocimiento por la falta de fiabilidad de los sentidos, Hume admite que la experiencia es la base del conocimiento humano y constituye una fuente fiable de conocimiento. Además, para Hume, a diferencia de lo que piensa Descartes, no hay ideas innatas en la mente ya que todas las ideas proceden de «impresiones» (datos de experiencia). También, a diferencia de Descartes que defendía la utilización en Filosofía de la metodología matemática, Hume defiende el uso en Filosofía de la metodología propia de las ciencias empíricas, especialmente de la Física (atenerse a los hechos observables y no admitir nada en las explicaciones que no esté justificado por la experiencia).

Metafísica

Hume discrepa también con Descartes en el tratamiento de la idea central de la metafísica cartesiana: la idea de sustancia. Según Descartes en la realidad hay tres sustancias (las mentes pensantes, las cosas materiales que constituyen el mundo, y Dios) cada una con su correspondiente atributo esencial (pensamiento, extensión y perfección, respectivamente) y la razón humana tiene una representación mental (una idea innata) de cada una de ellas. Para Hume no estamos justificados a hablar de la existencia de «sustancias» pues no tenemos una impresión (dato de experiencia) de la que se pueda derivar la idea de una sustancia, ya sea pensante, extensa o infinita. Para Hume y utilizando la terminología cartesiana, la idea de sustancia es una «idea confusa y oscura» y lo mejor que podemos hacer con ella en «desterrarla» de nuestra mente y evitar cualquier tipo de debate filosófico sobre ella. En este sentido, razonar y hablar de la existencia de la materia, del alma o de Dios no es más que «un ejercicio de palabrería sin sentido» que no nos conduce a ninguna parte ya que no tenemos una base sólida (datos de experiencia, es decir, impresiones) sobre la cual apoyar nuestro razonamiento.

Escepticismo

El escepticismo es una corriente filosófica que consiste en poner en cuestión la confianza en la razón humana para llegar a conocimientos ciertos y seguros, fuera de toda duda e incertidumbre. Los inicios del escepticismo se remontan a Pirrón, un filósofo griego de la época helenística. En la Filosofía moderna, Hume es uno de sus representantes más destacados: su empirismo radical (nada podemos afirmar que no tenga base en la experiencia) le lleva a poner en cuestión realidades y principios fundamentales de la ciencia y metafísica tradicionales, como el principio de causalidad, la existencia de un mundo físico exterior, la existencia de un yo espiritual o la existencia de Dios.

Experiencia

Para Hume, y en general para todos los filósofos empiristas, la experiencia (las impresiones) es la fuente fundamental del conocimiento. Todo lo que el ser humano puede conocer proviene de la información que proporciona la experiencia. Hay dos tipos de experiencia:

  • Experiencia externa: es la información proporcionada por los sentidos acerca de lo que hay en la realidad externa a la mente del sujeto: cosas físicas con sus cualidades sensibles (colores, formas, olores….).
  • Experiencia interna: es la información proporcionada por una reflexión introspectiva acerca de lo que el sujeto siente y vive en su interior (la vida anímica): emociones, sentimientos, pasiones.

Impresiones

Las impresiones son percepciones vivas, fuertes e intensas. Su origen es la experiencia, tanto externa (sensaciones producidas por los sentidos) como interna (vivencia de estados internos). Todas las sensaciones, emociones y pasiones que experimentamos en el momento en que las «sentimos» son impresiones.

Percepción

Hume llama «percepción» a todo contenido que ocupa nuestra mente. Las percepciones son el material básico del que está hecho el conocimiento humano (son algo así como los ladrillos de los que está hecho el edificio del conocimiento humano). Hay dos tipos de percepciones, dependiendo del grado de vivacidad, fuerza e intensidad con el que se presentan a nuestro entendimiento: impresiones e ideas.

Ideas

Las ideas son percepciones tenues o débiles. El grado de vivacidad, fuerza o intensidad en la mente es menor que el de las impresiones. Su origen son las impresiones. De hecho, las ideas son algo así como las imágenes debilitadas, copias o huellas que dejan las impresiones en nuestra mente y por tanto, según Hume, no hay ideas innatas en nuestra mente. Las ideas son el material básico que utiliza nuestra mente cuando piensa y razona. [Si tienes tiempo deberías hacer referencia a los dos principios a los que hace referencia Hume y que tienes explicados en los apuntes: el principio de la copia, y el principio de la asociación de las ideas y sus leyes].

Hábito

El hábito es una predisposición, originada por la repetición constante de determinados sucesos, mediante la cual la mente afirma qué hechos van a ocurrir. En este sentido, el hábito (la costumbre) se convierte para Hume en el fundamento alternativo a la causalidad como fundamento para aquellas ciencias que explican y predicen hechos (ciencias empíricas), y también para la vida diaria. Como dice Hume, más que la razón, la costumbre, el hábito es la guía de la vida humana y el fundamento de nuestras inferencias [razonamientos] causales y de nuestras expectativas respecto de los acontecimientos futuros.

Causalidad

La causalidad es uno de los principios fundamentales de la filosofía y ciencia tradicionales, y puede enunciarse de la siguiente manera: «Dados dos hechos, A y B, A es causa de B cuando dado A se produce necesariamente B. Esto supone que dado A, y antes de que se produzca B, la mente es capaz de predecir con seguridad y certeza que B se va a producir». Según la concepción tradicional de este principio, existe una conexión necesaria entre dos hechos: el hecho causa y el hecho efecto. Que la relación o conexión entre los hechos es «necesaria» quiere decir que la presencia del hecho causa provoca inevitablemente el hecho efecto. Por ejemplo, decimos que si ponemos un cazo de agua al fuego el efecto necesario e inevitable es que el agua se calentará. Desde su enfoque empirista del conocimiento humano, Hume pone en cuestión la existencia de conexiones necesarias entre hechos de la realidad. Según Hume, no tenemos «información empírica» alguna que permita afirmar que las conexiones necesarias causales entre hechos existen. Es decir, carecemos de la impresión de la que se pueda derivar la idea de conexión necesaria entre dos hechos.

Creencia

Hume define la creencia como «un sentimiento» por el cual estamos convencidos de que se van a producir en la realidad determinados hechos. El origen de la creencia está en el hábito y la costumbre: el ver durante sucesivas veces que se producen determinados hechos nos lleva a pensar, a «creer» que en el futuro también se van a producir. Ahora bien, el hábito y la costumbre no pueden originar una verdad y una certeza equiparable a la existente en las relaciones entre ideas pues es concebible, pensable -y ello no es contradictorio- que ocurra otra cosa distinta a la esperada por el hábito o costumbre.