Análisis de la Realidad, Dios y el Sujeto Pensante según Hume

La Realidad según Hume

Hume extrae las consecuencias que se derivan para el conocimiento efectivo de la realidad. Se trata de decidir si efectivamente existe noticia de una realidad exterior al hombre, de Dios y del propio sujeto pensante.

Existencia de la Realidad Exterior

La filosofía tradicional había considerado que la realidad exterior al sujeto se concreta principalmente en la existencia de las sustancias. Las sustancias del mundo exterior poseen las cualidades que captan los sentidos. Las impresiones no son otra cosa que las cualidades de los objetos exteriores cuando son captadas por el sujeto. Después de Descartes y su duda, Hume llegó finalmente a negar que sea posible alcanzar la certeza de la existencia de un mundo exterior al hombre. Esta negación es coherente con el hecho de que tal existencia se ha establecido por medio de la aplicación del principio de causalidad. La sustancia sería la causa y las impresiones serían los efectos. En consecuencia, no es lícita la extrapolación que desde las impresiones salta a la sustancia como su causa, puesto que de esta última no hay impresión sensible.

La conclusión resulta: no solo hay conocimiento de la realidad exterior, como sostenía Locke, sino que ni siquiera se puede afirmar que tal realidad exterior efectivamente exista. Toda la realidad de la que tenemos constancia se limita a percepciones subjetivas.

Existencia de Dios

Considerada en sí misma, la idea de Dios no es una idea válida. El criterio de validez de las ideas impone la obligación de señalar, para cada idea válida, la impresión de la que procede, y resulta obvio que no poseemos impresiones sensibles de Dios. De este modo, quedan descartadas todas las demostraciones de su existencia que se fundan en la idea que tenemos de Dios. Tampoco son consideradas válidas las demostraciones cuyo punto de partida es la experiencia sensible, ya que, según Hume, tales pruebas realizan también un uso indebido del principio de causalidad, puesto que aplican la noción de causa a algo de lo que no existe impresión sensible.

Existencia del Sujeto Pensante

De las tres sustancias cartesianas, las dos primeras fueron cuestionadas por Hume, excepto la tercera (la del sujeto). La idea de sujeto pensante supone la existencia de una unidad que permanece idéntica e invariable a través del flujo de percepciones que se suceden de forma constante, pero esto último no parece posible. Para poder asegurar la validez de esta idea se tendría que señalar la impresión de la que procede. Hume dice estar dispuesto a creer sinceramente a quien diga tener ese tipo de impresión permanente.

Fenomenismo y Escepticismo

Podemos concluir que la crítica de Hume al entendimiento humano conduce a una posición fenomenista y escéptica:

  • El fenomenismo es la tesis que reduce la realidad a un conjunto de fenómenos, a un mero aparecer ante el sujeto que percibe. De acuerdo con esta definición, Hume es fenomenista puesto que cuestiona seriamente la existencia de sustancias y concibe la realidad como una manera fenoménica ante la conciencia.
  • El escepticismo niega la posibilidad de alcanzar conocimiento cierto sobre cualquier cosa. Hume considera que las impresiones y las ideas provenientes de impresiones constituyen conocimientos ciertos; en consecuencia, no puede ser considerado un escéptico. La persistencia con la que el sentido común testimonia la existencia tanto exterior al sujeto como del sujeto mismo es explicada también por el autor como una mera creencia respaldada por la imaginación y la memoria. No se sabe, sino que se cree que existen el mundo y el yo; esto es debido a la construcción unitaria de la imaginación.

Emotivismo Moral

La teoría moral de Hume es una parte de su proyecto de construir un saber de la naturaleza humana. La ciencia humana no concluye con la explicación del conocimiento, sino que debe incluir una justificación de los principios que rigen la conducta humana. La teoría ética de Hume parte de la negativa a aceptar que la razón pueda ser el fundamento de la vida moral. El racionalismo moral ha sido la explicación ética dominante desde el inicio de la filosofía. Hume considera que el racionalismo moral incurre en un error:

  • La filosofía teórica y la ciencia, en general, se ocupan del ser. La facultad humana que se encarga de este ámbito es la razón.
  • La filosofía práctica se ocupa del deber ser. A la ética no le interesa cómo son de hecho las cosas o las conductas, sino cómo deberían ser. El error consiste en pretender obtener una conclusión en el terreno de la ética, partiendo de enunciados de hechos y empleando para ello la razón.

Hume es el principal representante del emotivismo moral: los sentimientos morales determinan la conducta en el sentido de promover o condenar ciertas acciones, y la razón es incapaz de cumplir esa función. Los modos de conocimiento racional se limitan a las relaciones entre ideas y al conocimiento de hechos. Hume considera que las valoraciones morales dependen del placer o del dolor que despiertan en el hombre determinadas acciones. El bien se asocia con una sensación placentera y el mal con lo contrario. Hume puso especial interés en distinguir el placer y el dolor moral de otros tipos de placer y dolor. Hay placeres hedonistas y placeres altruistas. El placer y el dolor que van asociados a la conducta moral son desinteresados y están íntimamente ligados al sentimiento de empatía, que Hume considera impreso en la naturaleza humana.