Rousseau: Filosofía de la Cultura y Crítica a la Civilización
Los Males de la Civilización
El punto de partida de Rousseau es la denuncia de los males de la civilización en su Discurso sobre las artes y las ciencias, en el cual plantea si el progreso de las artes y las ciencias ha tendido a purificar o a corromper la moralidad y las costumbres. Él piensa que el espíritu humano ha sido corrompido a medida que progresaban las artes y las ciencias. Como ejemplo, pone las civilizaciones egipcias o griegas, las cuales decayeron por el avance de las ciencias y el arte.
La segunda teoría de Rousseau es que, aparte de que la ciencia y el arte sean perjudiciales, su propio origen se debe a nuestros vicios. Las ciencias y el arte surgen, pues, del mal y nos conducen a malas consecuencias como el lujo o la debilidad. Estas ideas de Rousseau chocaron contra las de otros ilustrados, quienes defendían que el arte y las ciencias causan una degeneración moral.
Filosofía Política: Estado de Naturaleza, Desigualdad y Contrato Social
El Estado de Naturaleza y el Origen de la Desigualdad
Rousseau se plantea si el hombre ha sido corrompido por una civilización artificial y cuál es el estado natural del que ha sido alejado. En su Discurso sobre el origen y fundamento de la desigualdad entre los hombres, Rousseau considera que el estado de naturaleza del hombre se caracteriza por su alejamiento de la sociedad, y no podemos observar el estado de naturaleza pues solo conocemos al hombre en sociedad, y la condición realmente primitiva del hombre se sustrae a la investigación empírica.
En su Discurso, Rousseau nos traza la imagen del hombre natural en el que el estado natural del hombre es un estado presocial de vida nómada en el que los hombres eran pacíficos y libres, pero ahora se les ve de otra forma: explotándose unos a otros y depravados debido a la obra de la sociedad y la cultura.
En la segunda parte de su Discurso, se ocupa del tránsito del estado de naturaleza a la sociedad organizada, que equivale a explicar cómo ha surgido la desigualdad, de la cual Rousseau distingue dos tipos:
- La desigualdad natural: resulta de diferencias de dones y talentos naturales.
- La desigualdad moral o política.
El problema estriba en la aparición de la desigualdad política, que radica en la fundación de la propiedad privada. Una vez creada la sociedad civil como efecto de la introducción de la propiedad privada, el establecimiento de la sociedad política, el gobierno y la ley fue la esperanza de remediar la inseguridad y otros males propios del establecimiento, pero en realidad vino a beneficiar a quienes se apropiaron de mayores propiedades y a perjudicar a los pobres, dando sanción legal a la desigualdad.
El Contrato Social
Entre los dos Discursos y el Contrato Social se produce un cambio de actitud en Rousseau. En los Discursos da la impresión de que la sociedad política es un mal para el hombre, mientras que en el Contrato Social vemos cómo la verdadera naturaleza del hombre alcanza su plena realización en el orden instaurado por la sociedad política. El reto del filósofo consiste en justificar el paso de un estado asocial y apolítico de naturaleza al orden de la sociedad estatalmente organizada. El Contrato Social es el mecanismo más adecuado para resolver este problema, pues con él se crea por acuerdo una forma de asociación política que es la República, en la que, por virtud del contrato social, se transforma la libertad natural en civil.
El Contrato Social no supone subordinación alguna a un titular, sino que el ciudadano se somete a la voluntad general del pueblo. Aparte, el Contrato Social instaura un estado de derecho único.
La Soberanía
Rousseau atribuye la soberanía al pueblo, cuyo poder soberano se caracteriza por ser, en primer lugar, un poder absoluto sobre los individuos. No traza unos límites reales y concretos a este poder absoluto, como pudiera ser el reconocimiento de unos derechos fundamentales; de hecho, no se garantiza el derecho a la vida. La soberanía es también indivisible, pues consiste en el ejercicio general del pueblo y esta no se puede dividir; de ahí el rechazo de la división de poderes. Por su propia naturaleza, la soberanía es asimismo intransferible; se dice que nadie que no sea el pueblo en su totalidad puede encarnar plenamente esa voluntad general, de ahí pues el rechazo de la democracia representativa o indirecta y su predilección por la democracia directa al estilo de los antiguos griegos.
El Gobierno y las Formas de Gobierno
Si el poder de la soberanía no se puede ni dividir ni transferir, sino que debe ejercerse directamente por el pueblo, en cambio el poder de ejecución de leyes que constituye el gobierno no puede corresponder a la totalidad del cuerpo político de ciudadanos. El pueblo se ve obligado a elegir a un gobierno o administración suprema que es el encargado de ejecutar los mandatos.
Rousseau distingue tres formas de gobierno: democracia, aristocracia y monarquía, y sus formas degeneradas, resultado de la usurpación de las funciones del soberano por el gobierno, son la oligarquía, la oclocracia y la tiranía. Cabe también el gobierno mixto.
La Religión Civil
El estado de Rousseau no es neutral en materia religiosa; reconoce al soberano la facultad de formular los artículos de una religión civil. El estado no se inmiscuye en las creencias religiosas, pero tiene que exigir una profesión puramente civil que garantice una convivencia sin grietas. Los dogmas de esta religión civil son los de la llamada religión natural, que son: existencia de Dios, inmortalidad del alma y las sanciones de ultratumba.
Importancia e Influencia de Rousseau
Algunos consideran que Rousseau fue el adalid de la democracia, la libertad y la igualdad, pero realmente Rousseau no defiende la democracia como mejor sistema político; es, por tanto, errónea esa creencia. Además, el tipo de democracia que aboga es la antigua, que es directa, y no la moderna, que es representativa, pero incluso el ideal de democracia directa tampoco es propiamente una democracia sino una forma de despotismo. En efecto, el pueblo tiene un poder absoluto que ni reconoce el derecho a la vida ni la igualdad política completa. En suma, Rousseau, lejos de ser un apóstol de la democracia, es un precursor del totalitarismo. Su pensamiento político fue prohibido en Francia y en Ginebra.