1. Filosofía
1.1. Superación de la Duda Escéptica
Para San Agustín, el mero hecho de que el hombre se engañe no implica la negación absoluta de la verdad, como pretendían los escépticos. Su argumento se basa en el análisis existencial del error humano. El engañarse y el existir se funden en una primera verdad, y aquí es donde refuta a los escépticos.
1.2. El Conocimiento de la Verdad
a) La Interiorización
El hombre no debe buscar la verdad en lo sensible. Solo en la interioridad del alma, en la conciencia, el sabio encontrará la sabiduría. Se observa aquí un rechazo de los sentidos (influencia de Platón).
b) La Trascendencia Gnoseológica
Pero conocer es aprehender un objeto estable y permanente, y la naturaleza humana es mutable e inconsistente. El alma encuentra en su interior objetos de naturaleza superior. De ahí la necesidad del alma de buscar la luz y el fundamento de la verdad fuera de ella. De lo interior a lo superior, que es Dios.
c) Naturaleza de la Verdad
La verdad es un principio normativo del pensar por el cual la mente halla la razón de inteligibilidad en los objetos. Tales objetos inteligibles son las ideas, realidades no sensibles e inteligibles. “Las ideas son esencias permanentes inmutables de las cosas, que no han sido formadas, sino que han existido eternamente y de manera inmutable, se hallan contenidas en la inteligencia divina”.
De la necesidad de las ideas podemos inferir las siguientes propiedades:
- a. La Inmutabilidad: lo necesario es inmutable. Ser necesario significa que jamás puede dejar de ser.
- b. La Eternidad: lo inmutable es eterno. “Luego, solo lo inmutable excluye movilidad, es eterno.
- c. Clases de Ideas: distingue tres tipos de ideas: lógicas (verdad, falsedad, esencia, etc.), matemáticas (números, etc.) y éticas (bondad, virtud, paz, etc.).
- d. Lugar de las Ideas: las ideas verdaderas las halla la razón cuando se trasciende a sí misma, por tanto, es Dios, en tanto logos, el lugar de las ideas-modelos de toda esencia mutable.
- e. El Acceso a la Verdad: el alma humana, en su parte superior, la mente, conoce las verdades mediante una visión o intuición intelectual. San Agustín insiste en que la verdad la descubre el alma en sí misma. La razón superior descubre en el interior del alma las verdades eternas una vez iluminada por la mente divina. La teoría de la iluminación, ya utilizada por Platón, decía que la razón precisa de luz divina para poder tener inteligencia de los objetos noéticos.
- f. Análisis de la Iluminación: la iluminación divina de la mente humana es una especie de luz refleja por la cual ve las ideas en su interior. Esta iluminación es natural y ordinaria cuando versa sobre objetos sensibles; natural y especial cuando se trata de las verdades eternas.
- g. Noción de Verdad: la verdad, en el sentido propio y absoluto, es la manifestación del ser realísimo. Brevemente, la verdad es Dios (se aleja de Aristóteles).
2. Teología
2.1. La Existencia Divina
La demostración de la existencia de Dios es una consecuencia inmediata de la teoría del conocimiento. Puesto que existe la verdad y siendo Dios su fundamento, luego Dios existe. He aquí el argumento gnoseológico.
2.2. Naturaleza Divina
a) El atributo propio y específico de la divinidad: Dios es el ser en su plenitud, la esencia por antonomasia, la verdad eterna, el bien máximo. Pero hemos dicho que eternidad y necesidad son derivaciones de una misma propiedad: la inmutabilidad. Dios es el ser inconmutable.
b) La Trinidad divina: unidad y trinidad no son términos que se excluyan recíprocamente a nivel divino. San Agustín propone la fórmula: una sola naturaleza, la divina, en tres personas, que son iguales en naturaleza y duración -conmutables y coeternas-, pero distintas en cuanto al orden de procedencia.
c) Propiedades divinas:
- Dios es la esencia por excelencia, la verdad máxima y el bien supremo.
- Su ser es eterno e inmutable.
- Su conocer es providente, presiente y creador.
- Su bondad es el fin de todas las inquietudes y fuente de felicidad inconmutable.
3. La Creación del Mundo
3.1. El Mundo ha Tenido un Principio
Dios es el creador del mundo. El acto creativo no es fruto de una emanación necesaria de la esencia divina, sino que depende de la voluntad libre de Dios.
3.2. El Principio del Mundo no es de Eternidad
El mundo no es coeterno a Dios, pues todo lo mutable tiene un principio y un fin.
3.3. La Temporalidad Mundana
El mundo posee un principio de temporalidad. Sin cambio ni mutuación no es posible el tiempo, pero el cambio es una condición de lo creado, luego antes del mundo no existía el tiempo. Tiempo y mundo son simultáneos.
4. Antropología
4.1. Naturaleza del Hombre
El hombre es un ser compuesto de dos sustancias distintas, antagónicas: alma y cuerpo. El hombre esencialmente es alma y mente que se sirve del cuerpo.
4.2. El Alma es la Imagen de la Trinidad
El alma, en primer lugar, es ser racional; de ella brota el conocimiento, y de la relación mente-conocimiento surge el amor: “estamos certísimos de que somos y amamos este ser y este conocer”. La posibilidad de encontrar a Dios está fundada en la misma naturaleza del hombre. El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Dios en su Trinidad es eterno y pleno Ser, Verdad absoluta y Amor total.
¿Cómo se manifiesta Dios en el alma? El hombre es un ser contingente (no necesario, finito), es un ser que por medio de sus actos busca permanecer en su ser. A su vez, el hombre busca la verdad y también busca amor, necesita amar y ser amado, busca la felicidad. En relación a ello descubre tres facultades del alma:
- A) Memoria (por la que recordamos)
- B) Inteligencia o conocimiento (por la que conocemos)
- C) Voluntad (por la que amamos)
El alma del hombre, que es una, como la Trinidad, es a la vez trina, como Dios. El alma del hombre es una, siendo tres facultades distintas. Encontramos unidad y a la vez distinción, pero no identidad. Cada una de estas facultades expresa toda el alma, como las personas de la Trinidad, juntas o separadas, expresan a toda la Trinidad. Siendo tres personas, son una sola naturaleza, un solo ser. Esta unidad y expresión conjunta se da también entre las facultades del hombre; de hecho, donde se halla presente el recuerdo del ser, se halla presente el conocimiento y el amor del mismo, y así sucesivamente. Podemos aplicarlo a todas las facultades: la estructura del hombre coincide con la de Dios. Es él mismo quien hace posible que le encontremos en nuestro interior.