Contextualización
El texto es un fragmento perteneciente a la obra El crepúsculo de los ídolos (1988). Esta obra se estructura en las siguientes partes: Sentencias, Problema de Sócrates, Razón en filosofía, El mundo verdadero como fábula, Moral como antinaturalidad, Los cuatro grandes errores, Mejoradores de la humanidad, Lo que le falta a los alemanes, Incursiones de un intempestivo y Lo que yo debo a los antiguos. Esta obra aborda la totalidad de los problemas estudiados por Nietzsche.
La obra de Nietzsche ha sido muy valorada por su carácter pluralista (valor como referente material del que provienen nuestras creencias), y desenmascarador (filosofar como interpretar y desenmascarar otras apariencias), y por su sentido artístico (critica los saberes tradicionales, dejando su veracidad a la altura del arte) y nihilista (falta de fe).
La obra nietzschiana se puede dividir en cuatro grandes etapas:
Fase Romántico-Estética. Se encuentra influenciada por la filosofía de Schopenhauer y por sus estudios filológicos (Apolo y Dionisio). Período Positivista Ilustrado. Destacan su marcado interés por la Ilustración francesa, su crítica a la metafísica y la ciencia, y la aparición de los conceptos eterno retorno y muerte de Dios. Así habló Zaratustra. Es la obra cumbre de Nietzsche. Se trata de un período en el que construye su propio sistema filosófico. Los conceptos muerte de Dios, nihilismo, superhombre y eterno retorno quedan esbozados en la figura del nuevo profeta: Zaratustra. Etapa crítica. En esta fase, Nietzsche lleva a cabo una filosofía que acabará con las bases de la cultura occidental, centrándose en la crítica al concepto de valor, al que ve como solo una proyección de un modo de existencia. Este período comprende la obra El crepúsculo de los ídolos.
El autor del texto es Friedrich Nietzsche (1844-1900). Nació en Röcken (Alemania) y estudió Música y, Filosofía y Filología Clásicas, logrando ser nombrado catedrático de Filología Clásica. Su hermana, al modificar sus textos, lo convirtió en el filósofo del nazismo. No obstante, décadas después se resolvió el terrible error. Una parálisis le produjo serios problemas mentales que acabaron terminando con su vida.
La segunda mitad del siglo XIX resulta una época muy convulsa, pues en ella ocurren las grandes transformaciones (industrialización, movimiento obrero, liberalismo, tradicionalismo, nacionalismo). Además, es el período de decadencia de las ideas ilustradas (fraternidad y progreso), pues los conflictos continúan.
Los principios jurídicos, políticos, democráticos y liberales se extienden por casi todo el mundo, pues constituyen una base firme. Múltiples movimientos artísticos coexisten (realismo, impresionismo, simbolismo). También debe citarse la gran figura musical que representa Richard Wagner.
Destaca el surgimiento del positivismo de Auguste Comte, una nueva corriente de pensamiento surgida que pretendía explicar los misterios humanos; y del vitalismo, una serie de pensadores que defendían el irracionalismo y la vida como la realidad radical del ser humano.
Nietzsche está indirectamente influido por el pensamiento griego en su concepción apolínea (racional) y dionisíaca (instintiva) de la realidad. También comparte con Kant su crítica a la metafísica. Es también heredero de Hegel en la conciencia histórica, el devenir y la crítica a la matematización de la realidad.
Las influencias directas sobre Nietzsche pueden aglutinarse en el nihilismo, la voluntad de existencia, la dependencia de la inteligencia a los sentidos y la desconfianza en la visión ilustrada de la historia de Schopenhauer; la encarnación del espíritu libre en Wagner; y en la concepción evolucionista del mundo de Darwin, la cual le lleva a la confirmación de la inexistencia de la finalidad (eterno retorno).
El pensamiento nietzschiano es contrario al de cualquier filósofo occidental precedente a él, exceptuando a Heráclito. Nietzsche rechaza cualquier tipo de dualismo defendido por la tradición racionalista. Nietzsche defiende la única existencia del mundo del devenir (por ello no critica a Heráclito), proclama la veracidad del conocimiento empírico y reivindica lo corporal.
Crítica de Nietzsche a los filósofos
Los grandes filósofos occidentales han corrompido al hombre, dándole primacía a la razón sobre la vida. Sócrates impuso lo apolíneo (lo racional), mientras que Platón despreció el mundo sensible e inventó un mundo supremo. El idealismo esconde el miedo a lo dionisíaco, es un consuelo frente a la debilidad.
La moral tradicional se fundamenta en el dualismo ontológico y en la sobrevaloración de la razón frente a los sentidos. Sócrates sometió lo dionisíaco bajo lo apolíneo, mientras que Platón creó un mundo ideal que desvalorizó lo sensible. Así se llega a la conclusión de que detrás del idealismo hay un odio a la vida.
La metafísica es dogmática, pues considera el ser como algo inamovible. No obstante, el ser no existe, existe el mundo del devenir. Por todo ello, Heráclito y Hegel (mundo del devenir, del cambio) se han salvado de la crítica, mientras que Kant es condenado, ya que solo existe el fenómeno y no el noúmeno.
Los conceptos más supremos de la metafísica (yo, cosa en sí, causa, sustancia) se deben a un engaño gramatical, pues son conceptos debidos a la sobrevaloración de la razón, que nos han llevado a la ficción. Solo son los sentidos los que nos conectan con el devenir.
El error supremo de la metafísica consiste en haber aceptado el dualismo ontológico, cuando solo existe el mundo del devenir. La filosofía no ha sido otra cosa que el intento del ser humano de borrar la alucinación de un mundo auténtico.
La realidad es aquello que se subordina a la vida. Todo se valora en relación con la vida. La vida es lo más valioso y verdadero del ser humano. Con la vida el ser trasciende a sí mismo, convirtiendo la voluntad de poder en su propia esencia. La realidad del ser es devenir y cambio.
La verdad resulta cierta por su valor para la vida, pues voluntad de verdad es igual a voluntad de poder. La verdad aumenta el poder. Es la vida quien determina si algo es verdadero.
El filósofo se ha dedicado a especular por encima del devenir del mundo, pues lo ha considerado erróneo. El dualismo es el verdadero error, pues solo existe el devenir.
El ser metafísico es lo más vacío y abstracto y por ello equivale a la pura nada.
La razón está al servicio de la vida, pues es una mera herramienta para vivir. La razón falsifica la realidad para que podamos vivir en ella.
La razón funciona con el lenguaje, pues este es un instrumento que intenta reducir las infinitas percepciones a un número limitado de conceptos y, por tanto, nos engaña, simplifica la realidad.
El origen del lenguaje es vital, pues aquel que logra distinguir más semejanzas entre las cosas es más apto para vivir (falsear la realidad la hace más comprensible). Las palabras son metáforas de metáforas, pues las percepciones ya son metáforas y los conceptos tampoco tienen semejanzas con lo percibido. Los conceptos se originan cuando se olvida, pues las palabras fueron creadas para paralizar una realidad.
La filosofía y la ciencia intentan imponer un orden inexistente a la naturaleza. La realidad se escapa a nuestros conceptos.
Las verdades absolutas son meras interpretaciones. Afirmar un sistema de valores como algo autentico o una concepción como algo verdadero es un acto falsificador, pues cada percepción individual es diferente dependiendo de cada individuo. La realidad es una incógnita y nosotros solo podemos interpretar lo percibido, adaptarlo a nuestra perspectiva.
El Vitalismo de Nietzsche.
Dionisio es sustituido por Zaratustra (el nuevo profeta) para romper con toda el pensamiento anterior y poder personificar las ideas nietzschianas. Nietzsche quiere exponer su filosofía de una manera original, sin hacer ninguna teorización. Así habló Zaratustra se convierte en la Biblia nietzschiana. El nuevo profeta predica los conceptos: voluntad de poder, eterno retorno, transmutación de los valores, superhombre y muerte de Dios.
El ser es devenir porque siempre está en movimiento. La voluntad se convierte en la fuerza en continuo devenir. El ser tiene como esencia la lucha por sobrevivir, la voluntad de vivir.
La voluntad de poder es la voluntad de crear nuevos valores, de afirmar la diferencia, de ser más. La vida se afirma, se quiere.
La vida es lucha y por ello necesita una transmutación de los valores, pues el concepto tradicional carece de sentido. La verdad es aquello que favorezca la vida y, por ello, está sujeta a la voluntad.
La voluntad de poder es también la voluntad de juzgar, es decir, de crear valores. Así se llega a la negación de los valores decadentes de la cultura tradicional.
El eterno retorno es el deseo de que todo permanezca. Para que esta idea penetre en la nueva sociedad los antiguos valores deben ser rechazados.
La filosofía nietzschiana nos anima a criticar y derrumbar todos aquellos valores que nieguen la vida y a crear los nuestros propios, pues la moral tradicional reprime nuestra naturaleza. Esto es ser inmoralista.
El hombre que consigue transmutar sus valores se identifica con el superhombre. Es el hombre anunciado por Zaratustra, el que recupera su primitiva inocencia. El nuevo hombrejuega con la vida.
Para llegar a ese momento, su espíritu sufre tres transformaciones: camello: aquel hombre que vive sometido por los valores tradicionales de la moral y la religión; león: aquel que rompe con los valores religiosos pero que vive anclado a los morales; y niño: el ejemplo perfecto de superhombre.
El superhombre es solamente reconocible por su conducta moral: rechaza la moral tradicional- religiosa para poder crear sus propios valores y así superarse a sí mismo. No está sujeto a nada ni a nadie (es dueño de sí mismo), experimenta nuevas sensaciones y ama intensamente la vida.
Este nuevo hombre aglutina todos los conceptos nietzschianos. El superhombre es la aparición natural a la muerte de Dios (aquello que niega la vida).
Para poder redimir al hombre, debemos matar a Dios, pues la existencia de este constituye la destrucción de la vida. El hombre ha puesto en Dios todo lo grande y él se ha quedado con lo más pequeño, pues tiene miedo de su propia fuerza.
Dios reúne todas las características opuestas a la vida real. Por ello, Dios debe morir para que el nuevo hombre viva y sea creador de su propia vida. Solo así el hombre podrárecuperar el poder perdido. La muerte de Dios abre una nueva puerta a la humanidad. Cabe destacar que cuando Nietzsche habla de Dios, habla de todos los valores absolutos que rechazan la vida.
El nihilismo es una actitud vital y filosófica que niega todo valor a la existencia. Nietzsche valora y repudia esta actitud: el nihilismo activo signo de voluntad de poder, pues es aquel que supera la muerte de Dios, mientras que el nihilismo pasivo hace referencia a la decadencia de la persona al verse sin referentes y no saber crerar unos propios.
El nihilismo depende directamente de la voluntad de poder, pues de ella depende la actitud que tenga cada individuo como consecuencia de la muerte de Dios.