Conceptos Clave del Pensamiento de Karl Marx

Conceptos Fundamentales del Pensamiento Marxista

La Dialéctica y la Historia

La frase “Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de luchas de clases…” resume una idea central del pensamiento de Marx. Partiendo de la dialéctica de Hegel, que concibe los fenómenos como aspectos de un espíritu único y la realidad como un proceso dinámico, Karl Marx invierte este idealismo. Afirma que los fenómenos se explican desde la **materia**, que es lo único que existe, y no desde el espíritu. Adaptando las leyes dialécticas hegelianas a este planteamiento materialista, Marx entiende que el origen de los cambios sociales debe buscarse en la **estructura económica** de cada época.

Su aceptación de la dialéctica hegeliana le permite entender la economía de manera **dinámica y cambiante**, pero no azarosa, pues los hechos históricos están regulados por leyes deterministas e inevitables que explican su evolución. Marx destaca que en todas las épocas las relaciones económicas entre los seres humanos han segmentado la sociedad en grupos que compiten entre sí de manera incesante. El cambio histórico nace de esas **contradicciones internas** de cada sociedad, que Marx llama **lucha de clases**, y que, junto a las innovaciones tecnológicas, constituyen el **motor de la historia**.

La historia es, entonces, una sucesión de **modos de producción económica** (comunismo primitivo, esclavista, feudal, capitalista) que se suceden por causa de las luchas de clases, que provocan revoluciones, que a su vez producen nuevas sociedades con nuevas contradicciones. A ese cambio incesante, de carácter económico, le llamamos historia. Según Marx, el final de la historia tendrá lugar cuando, inevitablemente, triunfe el **comunismo** y surja una **sociedad sin clases**.

Feuerbach y la Alienación

Feuerbach propone que no es dios quien ha creado al ser humano a su imagen, sino, a la inversa, es el ser humano quien ha creado a dios, proyectando en él su imagen idealizada, atribuyéndole sus propias cualidades y reflejando en él sus deseos no realizados. También afirma que el ser humano, al proyectar en un ser irreal sus cualidades, se las niega a sí mismo: el producto (dios) se vuelve ajeno a su productor (el ser humano) y lo domina, provocando su **alienación**.

Marx parte de la idea de que la esencia del ser humano no es el conocimiento o la contemplación, sino el **trabajo**, mediante el que transforma y humaniza la naturaleza. El ser humano no trabaja solo para su subsistencia biológica (como los animales), sino para introducir en la naturaleza su esencia y para realizarse a sí mismo, pues al desarrollar su actividad productora el ser humano proyecta su esencia en el producto de su trabajo y deja algo de él mismo en él. Por eso el ser humano solo puede realizarse a través del trabajo, pues así manifiesta su esencia y desarrolla su libertad, que es, para Marx, la capacidad de darse a uno mismo su propia existencia.

Pero en la sociedad burguesa capitalista, según Marx, los **medios de producción** (fábricas, talleres, campos de cultivo) son **propiedad privada** de determinadas personas (los capitalistas) mientras que el resto se ve obligado a vender su trabajo (que le es enajenado) a cambio de un salario. En consecuencia, el explotado que vive en la sociedad capitalista no es un ser humano, sino una cosa, una mercancía, para quien el trabajo es algo externo, que le niega y le hace infeliz. Es lo que Marx llama **alienación económica**, que posee cuatro dimensiones:

  • Respecto de la naturaleza: que deja de ser un patrimonio común y se enajena al convertirse en la propiedad de otro.
  • Respecto del trabajo mismo: que no es una actividad elegida, libre ni creativa.
  • Respecto del producto del trabajo: que termina esclavizando a su productor, que no tiene poder sobre él, pues es mercancía apropiada por el burgués.
  • Respecto de la sociedad: pues es el origen de las clases sociales, que generan competencia, haciendo percibir al otro como rival.

Contexto: La Revolución Industrial

La frase “Todo lo sólido se desvanece en el aire” evoca el profundo cambio de la época. La **Revolución Industrial** de los siglos XVIII y XIX es una de las mayores transformaciones económicas, sociales y tecnológicas de la historia de la humanidad. De una economía rural, agrícola y comercial basada en el trabajo manual y la tracción animal se pasó a otra urbana, industrializada y mecanizada. La producción tanto agrícola como industrial creció debido a la reducción del coste y del tiempo de producción, se expandió el comercio, se desarrollaron las comunicaciones, y aumentó la riqueza y con ello la población, sobre todo la urbana.

Estructura Económica y Superestructura Ideológica

Para Marx, toda **estructura económica** genera una **superestructura ideológica**, que está constituida por el conjunto de creencias e ideas jurídicas, políticas, estéticas o de cualquier otro tipo de una sociedad dada. Solamente se puede comprender la superestructura si se comprende la estructura que se encuentra en su base, pues el pensamiento (la conciencia) no es independiente de las condiciones materiales en que surge. Marx es por tanto un **determinista económico**: no es la conciencia la que determina el ser, sino por el contrario, es el ser social el que determina la conciencia.

La superestructura está al servicio de los intereses de la **clase dominante**. Sirve para mantener su situación de privilegio y justificar la estructura económica. Se trata de una **falsa conciencia**, una forma de ver el mundo que satisface los intereses de los explotadores, y ciega a los explotados, que consideran naturales e inevitables sus condiciones de vida. Eso supone la culminación del proceso de alienación, en varios sentidos:

  • Como alienación filosófica: sistemas como el idealismo hegeliano interpretan y justifican el mundo sin transformarlo, convirtiéndose en cómplices de la dominación.
  • Como alienación religiosa: la religión es para Marx el “opio del pueblo“, porque adormece a la clase trabajadora prometiéndole una recompensa en otra vida mientras justifica el sufrimiento en esta.
  • Como alienación político-jurídica: el estado no es un juez imparcial entre las clases antagónicas, sino que impone mediante la violencia organizada unas normas jurídicas y políticas que apoyan un sistema económico basado en la explotación, ofreciendo la ilusión de una falsa igualdad.

El capitalismo encierra una contradicción bajo la aparente tranquilidad social garantizada por las leyes, el sistema político, la religión y la violencia del estado. Cuando las contradicciones sean más agudas se llegará a una fase de **revolución social**. Si el proletariado asumiera su **conciencia de clase** a través de la ideología proletaria, se aceleraría el proceso revolucionario.