David Hume: Vida y Obra
David Hume nació en Edimburgo en 1711. Su padre lo orientó a la carrera de abogado, a la que se dedicó unos meses, pero abandonó su trabajo y viajó a Francia, donde permaneció tres años dedicado a la filosofía. Tratado de la naturaleza humana es su obra principal, aunque inicialmente no tuvo gran impacto. Su mayor éxito lo obtuvo con los Ensayos. En 1748 publicó una reelaboración más sencilla y madura del primer libro del Tratado: Investigación sobre el conocimiento humano, obra que despertó en Kant del sueño dogmático de la razón. La segunda parte del Tratado también se reelaboró y publicó con el título Investigación sobre los principios de la moral. Más tarde se dedicó a problemas históricos, sociales y políticos, publicando los Ensayos políticos. Durante esta época comenzó a escribir su Historia de Inglaterra y más tarde la Historia natural de la religión.
Murió en 1776 en Edimburgo a los 65 años. Diálogos sobre la religión natural se publicó póstumamente. En esta obra critica la teología racional y las diferentes demostraciones de la existencia de Dios.
Investigación sobre el Conocimiento Humano
En esta obra se analiza el origen de las ideas y se establece el criterio de verdad empirista: toda idea verdadera debe proceder de una impresión. Dividida en 12 secciones, Hume sintetiza y madura las ideas empiristas expuestas en el Tratado de la naturaleza humana. Argumenta sobre diferentes tipos de filosofías, el origen de la experiencia, el ámbito de las relaciones de ideas, critica las ideas del pensamiento, las explica psicológicamente, aborda el tema del conocimiento del mundo como cuestión de probabilidad, critica la idea de causa y conexión necesaria, y reflexiona sobre libertad y necesidad. También critica los sucesos milagrosos y la Providencia, y en la última sección define su posición escéptica moderada.
Contexto Histórico y Filosófico
La Época de Hume
En el siglo XVII tuvo lugar en Inglaterra la Revolución burguesa, que posibilitó el paso del feudalismo al sistema capitalista. Inglaterra se convirtió en una gran potencia, contribuyendo no solo a la política colonial, sino también a los grandes inventos. En el siglo XVIII, un sentimiento de melancolía se instaló en los hombres con los adelantos científicos y técnicos. Tras las luchas religiosas que habían asolado Europa, se buscaba organizar la sociedad de forma que fuese posible la vida en común con distintas creencias y posiciones ideológicas. Las constituciones de los Estados modernos exigían diseñar una organización política y administrativa nueva, cuya justificación teórica surgiría de la filosofía.
Empirismo y Racionalismo
Hume es uno de los más representativos portavoces del empirismo. Analiza el conocimiento y realiza una crítica de la metafísica de la moral. Hay diferencias notables entre el empirismo y el racionalismo, como las relaciones entre pensamiento y experiencia. Mientras el racionalismo insiste en la autonomía del pensamiento, el empirismo lo pone en dependencia de la experiencia sensible. También difieren en el modo de entender la conciencia: la conciencia racionalista contiene ideas, mientras que la conciencia empirista se considera vacía.
Otra diferencia radica en la concepción del sujeto: activo e ilimitado en el racionalismo, y pasivo, limitado y descompuesto en el empirismo. Sin embargo, existen semejanzas: ambos pensaban que la filosofía debía iniciarse con un análisis y justificación crítica del conocimiento, a diferencia de la ontología y la teología. La gnoseología tiene un carácter genético; el objeto inmediato del conocimiento no son las cosas reales, sino sus ideas o representaciones. Ambas corrientes adoptan el concepto de intuición como la captación directa de la verdad: intuición intelectual en el racionalismo e intuición senso-perceptual en el empirismo. Por último, ambas corrientes comparten la influencia de la revolución de la ciencia moderna, con figuras como Galileo y Newton.