David Hume: Empirismo Radical, Crítica a la Metafísica y Ética Emotivista
Teoría del Conocimiento (Empirista)
David Hume, filósofo escocés del siglo XVIII, es el más claro exponente del empirismo radical. Su filosofía constituye una crítica y una oposición frontal al realismo y al racionalismo. Según Hume, empezamos a conocer por la experiencia, y esta nos proporciona impresiones. Todo nuestro conocimiento se compone de impresiones e ideas.
Las impresiones son percepciones fuertes, directas, intensas, vivas; en definitiva, son los datos de la experiencia. Hume incluye nuestras emociones, sentimientos y pasiones que hacen su primera aparición en el espíritu. Las impresiones pueden ser de la sensación (experiencia externa) o de la reflexión (experiencia interna). Son primitivas y la única fuente originaria de todo nuestro conocimiento, y por tanto, lo único que garantiza la objetividad de este. Además, distingue entre impresiones simples (colores) o complejas (visión de una ciudad).
Las ideas son las débiles imágenes de las impresiones en el pensamiento o imaginación. Son los datos de la imaginación y de la memoria, los conceptos y nociones del entendimiento. Son derivadas, en último término, de las impresiones, por lo que también pueden ser simples o complejas. Las ideas se constituyen a partir de las impresiones por asociación, según las leyes:
- Ley de semejanza: agrupación de ideas en virtud de un parecido (idea de hombre).
- Ley de contigüidad o espacio-temporal: establecemos una relación de ideas que se relacionan espacial y temporalmente (idea de mesa).
- Ley de causalidad: establecemos una relación causa-efecto entre dos hechos y creemos en su necesidad.
Hume niega que las ideas sean innatas o que se obtengan por abstracción.
Conocimiento de Relaciones de Ideas
Hume distingue entre dos tipos de conocimientos válidos:
- Conocimiento de relaciones de ideas: constituido por proposiciones analíticas que surgen de establecer relaciones entre las ideas, respetando solo el principio de no contradicción. Por tanto, estas proposiciones son siempre verdaderas, y este es el único componente de conocimiento donde es posible la certeza. Son proposiciones como las de la lógica y las matemáticas, a las que se llega mediante el entendimiento sin recurrir a la experiencia. Son válidas y necesarias, pero no aportan verdadera información de la verdad.
- Conocimiento de hechos: estas proposiciones sintéticas surgen a partir de hechos y dependen de la experiencia, por lo que no se puede establecer la verdad lógicamente. Al ser contingentes, no pueden afirmarse a priori, sino que la verdad tiene que confirmarse por algún sistema de comprobación. Solo darán mera opinión, aunque se nos presente por costumbre.
Conocimiento de Hechos
La relación causa-efecto se basa en la experiencia, por lo que no se puede recurrir a una ley general, ya que la misma experiencia se forma por la suma de varios casos particulares. Nunca, en la experiencia, podemos descubrir una conexión necesaria entre los hechos, sino que simplemente un hecho (efecto) se sigue por otro (causa). La conexión necesaria implicaría que la relación se diera siempre. El hábito o costumbre engendra la creencia, que nunca proporciona certeza. Hume niega la existencia de la causalidad, pero admite que forma parte de las leyes que rigen nuestro conocimiento.
Crítica a la Metafísica
Como consecuencia de este análisis, Hume llega a la negación de la metafísica:
- No podemos conocer ni afirmar la existencia de la sustancia o realidad material.
- Tampoco la existencia del yo o del alma humana como sustancia espiritual.
- Ni podemos conocer y afirmar la existencia de relaciones causales entre las cosas entendidas como relación de producción.
- Tampoco podemos conocer ni afirmar la existencia de Dios.
- Ni la existencia del mundo externo como conjunto de sustancias o realidades materiales.
Por todo esto, a la doctrina filosófica de Hume se le clasifica de escepticismo y fenomenismo: la realidad queda reducida a impresiones, o meros fenómenos. Esta posición fenomenista conduce a la tolerancia puesto que, al no estar seguros de ningún conocimiento, debemos mantener la libertad de acción y pensamientos en nuestros comportamientos y actitudes.
Crítica de la Idea de Sustancia
Hume va a aplicar su exigencia de referir las ideas a impresiones para saber si las sustancias del realismo son verdaderas. Respecto a la sustancia extensa, solo tenemos impresiones de sus cualidades, pero estas no responden a nada objetivo. En cuanto a la sustancia pensante, se demuestran unos pensamientos indudables, pero no que haya una sustancia en la que se den esos pensamientos. También critica la sustancia infinita o Dios, ya que niega las ideas innatas y la validez del principio de causalidad. Luego no hay base para defender su existencia, pero tampoco para defender su inexistencia (agnosticismo).
Crítica de la Idea de un Yo
De nosotros mismos tenemos en realidad una sucesión de vivencias y estados de conciencia que unificamos con la memoria e imaginación, que no se da nunca en una impresión particular. Siempre soy conciencia de alguna cosa, o conciencia de impresiones de reflexión y memoria de estados e impresiones anteriores. ¿Cómo se forma entonces la idea de un yo sustancial? Porque tendemos a confundir dos ideas: la identidad y la de sucesión de objetos relacionados. La sucesión de vivencias y actos de conciencia, mantenidos por la memoria y relacionados por la imaginación, nos hace concebir un sujeto único, idéntico y permanente a través del tiempo y la diversidad de percepciones.
Crítica de la Idea de Causa
La importancia de la idea de causa es que, junto con la sustancia, es quizá la noción más importante de la metafísica. Hume reconoce que solo la idea de causa es la que nos permite ir más allá de nuestra percepción, y que solo basándonos en la relación causa-efecto podemos hacer afirmaciones que vayan más allá de las impresiones presentes y de las pasadas. De ahí que nos lleguemos a preguntar “cómo llegamos al conocimiento de la causa y el efecto´´.
Por causa, Hume da a entender que se refiere a la “causa eficiente´´, que es lo que produce una cosa (el efecto), de tal modo que el ser del efecto supone necesariamente y se explica por el ser de la causa. Causalidad implica producción o “conexión necesaria´´.
Hume defiende que la relación de causalidad no puede ser conocida a priori, que una cosa causada por otra solo puede ser establecido por la experiencia. Ahora bien, la relación de causalidad, entendida como producción o conexión necesaria, tampoco es objeto de experiencia. La experiencia no permite conocer la relación de causalidad o de conexión necesaria, solo atestigua la relación de sucesión y a la suma de conexión constante, pero no la de conexión necesaria o productividad. La idea de causa no responde, pues, a una impresión o a un conocimiento, sino solo a una creencia apoyada en el hábito.
Como consecuencia a todas estas críticas, Hume vuelve a negar la metafísica por su fenomenismo y escepticismo.
Ética de Hume (Emotivismo Moral)
Lo único que hay propio del sujeto son las impresiones de reflexión. Estas son las que se conocen como sentimiento o pasiones. Hume considera que la razón no es ni puede ser fundamento de nuestros juicios morales, ya que es esclava de nuestras pasiones y no tiene otra opción que obedecerlas. Son los sentimientos, pasiones, las fuerzas que realmente nos determinan a obrar. El sentimiento como fundamento de la moral o los juicios morales es lo que denominamos emotivismo moral.
Otro elemento importante en la concepción humana de la moral es la empatía, que para Hume es la tendencia de los seres humanos a participar de los sentimientos y de las inclinaciones de otros, permite a los individuos comprender y juzgar las acciones morales de los demás.
Por último, nos dice que la razón, aunque no sea el fundamento de los hechos morales, es el auxiliar imprescindible de la moral ya que se informa sobre los hechos, establece medios para conseguirlos y prevé las consecuencias.
Política de Hume
Para los seres humanos, vivir en comunidad, ser social, es más provechoso que la libertad y la independencia individual. Esta misma utilidad rige a la hora de aceptar un gobierno que dirija la sociedad, pues todos los individuos saben que así, la seguridad es mayor. El gobierno vigila para que los individuos no pongan sus intereses particulares por encima del interés general, y las reglas de la justicia son convenciones útiles.
Respecto al origen del estado, es una mera especulación recurrir a Dios, cuando no suele ser otro que la violencia y, en cualquier caso, puede ser conocido por la historia, sin necesidad de emplear ningún estado de naturaleza. En cualquier caso, solo en situaciones muy excepcionales está justificada la resistencia a la autoridad y siempre que sea a favor del interés general y la utilidad pública.