La Duda Metódica y la Primera Verdad
La duda metódica cartesiana nos conduce a la primera verdad indubitable: Pienso, luego existo (Cogito ergo sum). Esta verdad fundamental sirve como base del saber. De ella, se desprenden dos conclusiones:
- Soy una sustancia pensante.
- El criterio de certeza: “Todo lo que pienso de forma clara y distinta, como pienso el cogito, es verdad”.
Sin embargo, la hipótesis del genio maligno pone en duda la razón y, por ende, el criterio de certeza. Para refutar esta hipótesis, Descartes analiza las ideas.
El Análisis de las Ideas
La búsqueda se centra en una idea que implique necesariamente la existencia de una realidad exterior al yo, capaz de justificar el criterio de certeza: la idea de Dios. La tarea principal es demostrar la existencia real de Dios.
El análisis de las ideas se realiza desde dos perspectivas:
1. Origen de las Ideas
- Innatas: Ideas que nacen de nosotros (ej. Dios).
- Adventicias: Ideas que proceden del exterior (ej. mesa).
- Facticias: Ideas producto de la imaginación (ej. sirenas).
2. Contenido o Grado de Realidad Objetiva
- Ideas de accidentes o modos: Representan modos de ser secundarios que se apoyan en una sustancia (ej. color, forma, tamaño de una mesa).
- Ideas de sustancias finitas: Contienen más realidad objetiva que las ideas de accidentes.
- Ideas de sustancias infinitas: Representan un ser soberano, infinito, omnisciente, omnipotente, inmutable y creador. Esta idea (Dios) contiene la mayor realidad objetiva.
La Demostración de la Existencia de Dios
A partir de la idea de Dios, Descartes busca demostrar Su existencia real basándose en el principio de causalidad aristotélico: debe haber al menos tanta realidad en la causa como en el efecto.
Descartes defiende una demostración a priori de la existencia de Dios, siguiendo el argumento ontológico de San Anselmo y oponiéndose al realismo teológico de Santo Tomás, quien sostenía que la existencia de Dios solo se demostraba a posteriori, a partir de la experiencia sensible.
Descartes rechaza el principio aristotélico de que “nada hay en el entendimiento que no haya estado antes en los sentidos”, argumentando que esto imposibilita la comprensión de Dios o del alma. Para Descartes, el conocimiento de Dios se alcanza elevando el espíritu por encima de lo sensible.
Primera Prueba
Parte de la idea de Dios como sustancia infinita. Aplicando el principio de causalidad, Descartes deduce que no pudo haber creado esta idea, ya que contiene perfecciones de las que carece. Por lo tanto, debe existir un ser perfecto (Dios) que puso esa idea en él.
Segunda Prueba (Argumento Ontológico)
Reformulación del argumento de San Anselmo: todo lo que se percibe clara y distintamente como perteneciente a la idea de una cosa, le pertenece necesariamente. Como Dios se concibe como un ser con todas las perfecciones, incluyendo la existencia, entonces Dios existe.
Descartes responde a dos objeciones a esta prueba:
- Objeción: Si la existencia de Dios es evidente, ¿por qué hay ateos? Respuesta: Los ateos distinguen entre esencia y existencia de Dios, lo cual es imposible. En Dios, la esencia implica necesariamente la existencia.
- Objeción: No percibir a Dios no implica que no exista. Respuesta: La existencia es inseparable de Dios.
Consecuencias de la Existencia de Dios
La existencia de Dios garantiza el criterio de certeza, permite salir de la soledad del yo y fundamenta la ciencia. Dios, siendo perfecto, no puede ser engañador.
El Origen del Error
Si Dios no engaña, ¿por qué nos equivocamos? Descartes argumenta que el entendimiento es limitado, pero la voluntad es más amplia y libre. El error radica en el mal uso de la libertad de la voluntad, al exceder los límites del entendimiento.
Resolviendo las Dudas
- Conocimiento Racional: Con el criterio de certeza recuperado, se validan las verdades matemáticas.
- Existencia del Mundo Exterior: Dios, no siendo engañador, nos inclina a creer que las ideas provienen de las cosas corporales, confirmando la existencia del mundo exterior.
- Conocimiento Sensible: Se confirma la validez de la percepción clara y distinta de las propiedades de los cuerpos, como la extensión y el movimiento.