Diversidad de Percepciones y la Crítica a la Metafísica
La Percepción del Paisaje y la Multiplicidad de Realidades
El texto reflexiona sobre la diversidad de percepciones que surgen cuando dos personas observan el mismo paisaje desde distintos puntos de vista. Aunque ambos individuos están físicamente en el mismo lugar, su contexto personal y sus experiencias previas influyen en cómo interpretan lo que ven. Esta diversidad de percepciones no implica que una sea más válida que otra; ambas son igualmente reales para quienes las experimentan. La idea de un paisaje “auténtico” e independiente de las percepciones individuales se descarta como un concepto ilusorio. En lugar de buscar una realidad objetiva e inmutable, el texto invita a reconocer y respetar la multiplicidad de realidades que coexisten en la experiencia humana.
El Socialismo Elitista de Ortega y Gasset
Política
Ortega intenta justificar la compatibilidad de ser elitista y socialista. “Yo soy socialista por amor a la aristocracia”, dirá. La misión histórica del socialismo es producir la nueva minoría, la verdadera aristocracia de nuestro tiempo, capaz de vertebrar la desmembrada sociedad capitalista. El sentido del socialismo es producir esos hombres óptimos sin los cuales no puede vivir la humanidad y que el capitalismo ha hecho imposibles. El socialismo orteguiano no es ni mucho menos ortodoxo, menos aún partidista. El socialismo elitista que encontramos en estos primeros tintes modernizadores está basado en la confianza que Ortega deposita en los trabajadores, guiados por la mano rectora de una minoría ilustrada, como fuerza capaz de aportar una coordinación al entramado organizativo nacional y erigirse en agente de modernización del país. En una primera etapa de su pensamiento, hasta 1914, Ortega mismo denominó su postura como liberalismo socialista, eso sí, «un socialismo no revolucionario sino regeneracionista.» En cuanto a las personalidades en las que entronca su proyecto, se puede hablar de personas y de movimientos. Por un lado, el vínculo intelectual y político que enlaza a Ortega con el socialismo de Pablo Iglesias se va a crear en torno al afán de cultura como renovación total del carácter español. En el contexto internacional, Ortega opta por Lasalle frente a Marx. No acepta el principio marxista de la lucha de clases. La propuesta de socialismo de Ortega tiene su símbolo en Lasalle, pero el núcleo de su pensamiento encuentra su origen en Saint-Simon.
El Ser Humano como Historia y Proyecto: La Razón Vital
Antropología
Ortega sostiene que el ser humano no tiene una naturaleza fija, sino que está definido por su historia, siendo la movilidad y el cambio sus características fundamentales. La razón pura no puede entender completamente al ser humano; en cambio, es la razón histórica la que nos permite interpretar la vida en su totalidad. Sin embargo, esta razón histórica no siempre es transparente ni completamente racional, lo que plantea un desafío constante en la búsqueda de comprensión. El ser humano se encuentra en el mundo de una manera específica, ocupado en actividades con una finalidad que también representa posibilidades y problemas. La vida implica anticipación y proyecto, con decisiones que dependen de las posibilidades disponibles dentro de las circunstancias concretas. El ser humano experimenta un desarrollo dialéctico en su vida, avanzando y transformándose a través de un proceso que Ortega describe como la “dialéctica de la vida”. Este proceso revela que el ser humano es un proyecto en constante evolución, siempre descubriendo nuevos horizontes y posibilidades.
Superando el Realismo y el Idealismo: La Vida como Realidad Fundamental
Conocimiento
Ortega busca superar tanto el Realismo como el Idealismo, proponiendo una visión donde el ser humano se define por su historia y su relación con el mundo. Acepta la tesis idealista de que las cosas son siempre interpretadas por el sujeto, pero critica cuando el idealismo afirma la independencia del sujeto de las cosas. La realidad fundamental es la del yo con las cosas, una realidad que Ortega llama vida en un sentido biográfico más que biológico. Rechaza la concepción tradicional del ser como fijo e inmutable, proponiendo que el ser humano es esencialmente drama, historia y acontecimiento. Ortega polemiza contra el racionalismo que desde Sócrates ha dominado la cultura europea, argumentando que este separa la vida de la razón. Propone una razón vital que considera lo cambiante, lo histórico y lo temporal. Critica tanto el irracionalismo como el relativismo, proponiendo un perspectivismo donde diferentes puntos de vista se complementan. Para Ortega, la vida humana se define por categorías como encontrarse, ocuparse, perspectiva, libertad y proyecto, circunstancia y temporalidad. Esta visión dinámica y relacional de la vida es esencial para entender la complejidad y la riqueza de la experiencia humana.
La Crítica de Nietzsche a la Metafísica y la Moral Tradicional
Dios y el Nihilismo
Nietzsche sostiene que el paso del culto a Dionisos al predominio del platonismo y su reinterpretación cristiana condujo a una desvalorización del mundo sensible en beneficio del mundo suprasensible. Esta tendencia, a lo largo de dos milenios de dominio cristiano, desemboca en el nihilismo, que Nietzsche define como la incapacidad para querer y la negación de la voluntad. La consumación del nihilismo se evidencia en la Modernidad con la “muerte de Dios”, donde tanto Dios como el mundo suprasensible pierden su valor. El nihilismo tiene dos aspectos:
- Uno negativo, marcado por la pérdida de referentes y la desvalorización de los valores tradicionales.
- Otro positivo, que consiste en abrir paso a la instauración de nuevos valores mediante una enérgica voluntad de poder.
El nihilismo negativo lleva a la angustia y la inquietud al derrumbarse los valores tradicionales, mientras que el nihilismo positivo es la fuerza que surge para destruir y reemplazar estos valores con otros propios. Para Nietzsche, la vida es voluntad de poder, en contraposición a la “voluntad de vivir” de Schopenhauer y la “voluntad de verdad” convencional. La verdad no es el objetivo principal del ser humano, sino la intensificación de la vida. En este sentido, la voluntad de poder implica crear y destruir valores en el proceso de potenciar la vida.
El Superhombre y el Eterno Retorno
Antropología
El superhombre, según Nietzsche, encarna todos los valores que promueve: vive conforme a su voluntad de poder, acepta el eterno retorno y la transmutación de valores. Representa el ideal de humanidad que debe reemplazar al “último hombre” y es anunciado por Zaratustra. El superhombre surge del eterno retorno y recupera la inocencia del hombre primitivo, despojado del peso de siglos de filosofía y reflexión. Juega con la vida y asume tres transformaciones fundamentales:
- Del camello, que carga con los valores recibidos.
- Al león, que los cuestiona y rechaza.
- Y finalmente al niño, que crea nuevos valores.
El concepto del eterno retorno plantea que todas las situaciones y eventos se repetirán infinitamente, dividiendo a la humanidad entre aquellos que aceptan la vida plenamente y los que la consideran intolerable. Esta idea es el centro de la nueva moral nietzscheana, que exige que todo lo que se haga sea querido sinceramente, ya que retornará infinitamente. El individuo capaz de asumir esto es el superhombre, quien trasciende la humanidad al dejar atrás la miseria, el resentimiento y la moral de la renuncia. Vive la vida de manera afirmativa y plena, creando sus propios valores.
La Crítica a la Metafísica y la Defensa de una Verdad Relativa
Conocimiento
Nietzsche critica la metafísica, que divide el mundo en un plano sensible y otro suprasensible, colocando la verdad en este último. Esta visión dual es heredada de Platón y adoptada por el cristianismo, surgiendo como una moral de esclavos que busca refugio en un mundo futuro. Nietzsche aboga por una concepción dinámica y basada en el devenir, en contraposición a la búsqueda de lo eterno y lo inmutable de la metafísica tradicional. Rechaza los conceptos metafísicos y la matematización de la realidad, defendiendo una visión centrada en los datos sensoriales y la apariencia. Considera que la verdad debe servir a la vida y critica la pretensión de la ciencia positivista de ser objetiva, ya que todos los hechos son interpretados. Además, cuestiona el concepto de progreso y señala a Sócrates y Platón como traidores de la vida, responsables de la supremacía de la razón sobre la misma. Nietzsche elogia a Heráclito como una excepción, mientras que considera que el resto de los filósofos han conceptualizado y negado la vida. Propone una teoría fenomenista del conocimiento y argumenta que la verdad está ligada al interés individual, siendo cada interpretación una perspectiva subjetiva. En este sentido, afirma que “no hay hechos sino interpretaciones”, defendiendo una verdad relativa y ligada al interés propio.
La Genealogía de la Moral y la Crítica a la Moral de Esclavos
Ética
Nietzsche critica profundamente la moral tradicional, mostrando cómo los conceptos de “bueno” y “malo” tuvieron orígenes no morales, vinculados a la distinción entre lo noble y lo vulgar. Engloba diversas corrientes morales bajo el término “moral de esclavos“, que alienan la voluntad del individuo en favor de mandatos divinos, sociales o de conciencia. Esta moral debilita la voluntad del hombre y lo condena a una anemia de la voluntad al propugnar la acción al servicio de entidades abstractas. Contrapone estos valores con el ideal aristocrático antiguo, donde lo bueno es lo que refuerza el poder, la salud y la satisfacción. El triunfo de los valores decadentes del cristianismo se atribuye a una inversión realizada por los sacerdotes, quienes condenan como buenos los sentimientos considerados malos por el aristócrata antiguo, debilitando así a los hombres para dominarlos mejor. Este proceso es ejemplificado por Nietzsche en el prototipo del sacerdote judío y su heredero, el cristiano.
La Crítica a la Política Moderna y la Búsqueda de una Nueva Grandeza
Política
Nietzsche aborda la política desde una perspectiva crítica, distanciándose de los sistemas políticos modernos y buscando inspiración en el mundo premoderno. Considera que en la era de la política de masas y la democracia popular, dominada por el nihilismo, se ha perdido la grandeza y la nobleza de los valores heroicos y aristocráticos. Su pensamiento político se centra en la idea de que la existencia humana solo puede justificarse mediante la presencia de individuos ejemplares que definan el marco de la existencia humana. Ante la pérdida de vigencia de los más altos valores de la civilización occidental, Nietzsche aboga por buscar nuevas metas que puedan redimir a la humanidad en su conjunto y renovar la confianza en su desarrollo continuado. Nietzsche critica los sistemas políticos y legales que se pretenden justificar mediante derivaciones racionales basadas en principios universales, considerándolos débiles y precarios, e incluso decadentes. Para él, la verdadera “gran política” es aquella que posibilita la transformación del ser humano en superhombre, superando así la moral tradicional y la domesticación impuesta por el cristianismo. Afirma que el Estado ha empleado la ciencia a su servicio para sus propios fines, convirtiéndola en su fiel servidor. El Estado ha utilizado hábilmente este golpe de estado de la ciencia a la religión, no en beneficio del pueblo, sino en favor de los intereses del “príncipe”.