El Alma Humana: Tres Perspectivas Filosóficas

El Amor como Anhelo de lo Ausente: La Perspectiva de Platón

El autor, André Comte-Sponville, en este fragmento extraído de su obra Invitación a la filosofía, plantea que eros, un tipo de amor centrado en lo que nos falta, es el más fácil pero también el más violento.

Comte-Sponville inicia su argumentación con dos cuestiones: lo fácil que resulta amar lo que no tenemos y lo difícil que es amar lo que ya poseemos. El secreto de la pasión, según él, reside en amar lo que nos falta, al igual que en la religión, donde “Dios es lo que falta absolutamente”. Esta analogía nos lleva a la conclusión de que “no hay amor (eros) dichoso”.

Este fragmento alude al efecto del amor en el ser humano desde la perspectiva de Platón. Este filósofo desarrolló un mito sobre el amor donde eros, hijo de Penia (la pobreza y la escasez) y Poros (la riqueza y la abundancia), habita en el mundo terrenal e inmaterial.

Esta naturaleza dual hace que eros nunca se sienta completo, viviendo en un constante anhelo de perfección. Su mirada siempre se dirige al futuro, insatisfecha con el presente. El mito de eros nos ayuda a comprender el inconformismo inherente al ser humano: nuestra esencia se alimenta de sueños, olvidando lo que ya somos y poseemos, perdiéndonos en el deseo de un futuro idealizado.

El Alma como Principio Vital: La Concepción Aristotélica

La Distinción entre Cuerpo y Alma

En este fragmento de Aristóteles, extraído de su obra Acerca del alma, se presenta la tesis del alma como entidad que posibilita la vida en el cuerpo. Se establece una clara diferencia entre ambos: el cuerpo, un elemento material, recibe la vida gracias al alma, principio fundamental que la otorga.

Para defender esta idea, Aristóteles inicia un discurso donde se refiere a los cuerpos naturales como entidades primordiales. Establece una distinción entre los cuerpos dotados de vida y los inertes, argumentando que, al existir cuerpos sin vida, el alma debe ser algo distinto del cuerpo.

En síntesis, Aristóteles distingue entre cuerpos inertes y vivos para señalar que el alma es un elemento diferente del cuerpo. Es importante recordar que los filósofos griegos consideraban al ser humano como un compuesto de cuerpo y alma. Las diferencias entre ellos radican en cómo entienden ambos elementos:

  • Para Sócrates, el alma se asocia con el”y”, y el cuerpo es un vehículo para su realización.
  • Para Platón, el alma es un principio inmaterial e inmortal que, al abandonar el cuerpo, asciende al mundo perfecto de las ideas.
  • Para Aristóteles, el cuerpo es una entidad que recibe la vida gracias al alma. Ambos tienen un carácter mortal: al morir el alma, muere el cuerpo.

Tipos de Alma según Aristóteles

Aristóteles es el primer filósofo en defender que en todos los seres predomina un tipo de alma con funciones específicas:

  • Alma vegetativa: Propia de las plantas, se encarga del crecimiento, la nutrición y la reproducción.
  • Alma sensitiva: Propia de los animales, posee las cualidades del alma vegetativa, además de sensaciones y la capacidad de desplazamiento.
  • Alma racional: Exclusiva del ser humano, cumple con las funciones anteriores y además permite pensar racionalmente, comunicarse a través del lenguaje y vivir en sociedad.

El Alma como Sustancia Pensante: La Perspectiva Cartesiana

En este fragmento de René Descartes, extraído de su obra Discurso del método, se plantea que el alma, entendida como una sustancia pensante que no requiere de ningún elemento material para existir, es totalmente distinta del cuerpo. Se la identifica como aquello “en virtud de lo cual yo soy lo que soy”.

Para Descartes, el alma se conoce con mayor facilidad porque se asocia con el pensamiento mismo y las ideas innatas (presentes en nuestra mente desde que nacemos, antes de tomar conciencia de nuestro cuerpo). Esta tesis surge de la pregunta sobre la esencia del ser humano. Descartes imagina que no tiene cuerpo ni existe el mundo, cuestionándose todo lo que le rodea. Descubre que la única verdad indudable es que, desde el ejercicio de la duda, está pensando. Si piensa, entonces existe. Por lo tanto, la esencia del ser humano es el pensamiento, identificado con el alma o sustancia pensante.

En síntesis, este fragmento expone los principios que llevan a Descartes a identificar el alma como sustancia pensante diferenciada del cuerpo.

El Racionalismo Cartesiano y la Duda Metódica

Descartes, filósofo de la época moderna conocido como el padre del racionalismo, sostiene que la razón es la facultad más importante del ser humano. Los racionalistas desconfían del conocimiento adquirido a través de los sentidos. En este fragmento, Descartes muestra cómo, al dudar de todo lo que le rodea, incluyendo el conocimiento sensitivo, llega a la conclusión de que la razón es la única evidencia de la existencia humana: cuando se duda, se piensa. El pensamiento es fruto de la razón. Por lo tanto, sabemos que existimos porque tenemos la capacidad de razonar, de pensar.

El método empleado por Descartes en este fragmento se conoce como duda metódica, que consiste en dudar de todo aquello en lo que quepa la más mínima duda para encontrar una verdad irrefutable. La primera verdad a la que llega Descartes es el famoso Cogito ergo sum: “Pienso, luego existo”.