El Dualismo Mente-Cuerpo y la Muerte
El ser humano está constituido por dos tipos de realidad: una material, el cuerpo, y otra espiritual, el alma. Esta teoría concibe que la muerte es la separación de los dos tipos de realidades, la separación del alma del cuerpo. Platón, Aristóteles y Descartes, junto con algunas religiones, defienden esta postura.
Entre las posiciones dualistas, unos defienden que el alma y el cuerpo solo pueden existir mientras estén juntos, y otros defienden la existencia del alma separada del cuerpo. Estos últimos entienden la muerte como el tránsito de una forma de vida a otra. Platón, Descartes y las religiones entienden así la muerte, como un acceso a la trascendencia. Hay distintas formas de pensar en lo que ocurre con el alma después de separarse del cuerpo: unos piensan que se puede alcanzar la felicidad definitiva y otros que el alma se encarnará en distintos cuerpos.
El Problema del Mal en la Filosofía
La Teodicea y la Justicia Divina
La pregunta por el mal es fundamental en la filosofía. El término teodicea, introducido por Leibniz en su obra “Ensayo de Teodicea sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal”, nos remite tanto a la justificación de Dios ante el mal como a la propia justicia de Dios. Los filósofos, por un lado, justifican la existencia del mal en un mundo cuyo principio es Dios y, por otro, ven en algunas ocasiones a Dios como la única posibilidad de triunfo frente al mal.
La Justificación de un Dios Bueno ante el Mal
El intento de justificar a Dios frente a la existencia del mal es muy antiguo, al igual que las doctrinas en las que se afirma un único principio benéfico del mundo. En ambos casos, hay que responder al dilema que planteó Epicuro: ¿Dios quiere quitar el mal del mundo pero no puede, o puede pero no quiere, o puede y quiere? Si quiere y no puede, es impotente; si puede y no quiere, no nos ama. Si no quiere ni puede, no es el Dios bueno y, además, es impotente. Si puede y quiere, y esto es lo más seguro, ¿de dónde viene el mal real y por qué no lo elimina?
Las doctrinas emanantistas del neoplatonismo antiguo y medieval nos dicen que, si todas las cosas proceden del principio benéfico por emanación, entonces el mal se debe a una degradación inevitable que afecta a todos los seres emanados de la divinidad. El problema se hace más grave cuando el principio bueno del mundo es creador del mundo. Hay que analizar el mal para intentar responder al dilema de Epicuro: ¿cómo afirmar a la vez la omnipotencia y la bondad de Dios?
Tipos de Mal
- El mal metafísico se identifica con la finitud de las cosas.
- El mal físico procede del funcionamiento de las leyes naturales.
- El mal moral tiene su raíz, en último término, en la libertad de los seres humanos para elegir entre las distintas formas de acción.
Del Mal Metafísico al Mal Moral
Leibniz, el filósofo que más reflexionó sobre el mal metafísico, considera que es imposible que no exista el mal en el mundo porque el mundo es finito y los seres son limitados. El problema no es del modo que lo plantea Epicuro, sino el problema con el que Dios se encuentra de crear o no crear un mundo cuya finitud da cabida al mal. La pregunta por el mal surge más de la conciencia moral que de la reflexión metafísica; por ello, se encontrará mejor la respuesta en la razón práctica que en la teórica. La finitud no es un mal, sino que forma parte de la constitución del universo, y las leyes naturales proceden según su propia regulación. Por eso se afirma que estas leyes naturales están en manos de un creador bondadoso y omnipotente, según el dilema de Epicuro, porque ese creador podría evitar el sufrimiento. O bien, que nos planteemos, en el otro sentido, si el mal físico o moral podrá ser vencido en la historia.
El Mal como Injusticia
El asombro que nos provoca la realidad del mal aparece sobre todo cuando vemos sufrir a un justo. Nos preguntamos por qué los hombres buenos sufren un mal moral o físico. Desde esta perspectiva, justificamos el sufrimiento de los hombres malvados, pero no el de los justos. Job, en la Biblia, recurre al misterio: un Dios trascendente actúa según planes que son inaccesibles a los seres humanos.
Séneca recurre a un logos inmanente: conocer la regulación del logos es el camino para alcanzar la felicidad. Considera que el mal se resuelve inmunizándose frente a él, siempre que seamos capaces de alcanzar una actitud de imperturbabilidad.
Dios como Garante de Justicia
En los tiempos modernos, sobre todo después de la obra de Kant, el absurdo no consiste en que coexistan Dios y el mal, sino en que el mal tenga la última palabra en la historia. Kant nos dice que, desde que los seres humanos tenemos capacidad para razonar, no vemos justo que haya personas rectas que no logran la felicidad en toda su vida, mientras que otras que se comportan de modo injusto y violento no siempre pagan por sus crímenes. La razón nos dice que tiene que existir un Dios cuya tarea sería la reparación de las injusticias cometidas a lo largo de la historia.
Más tarde, algunos filósofos, entre ellos Nietzsche, han hablado de la muerte de Dios. Desde esta perspectiva, el dilema de Epicuro ya no tiene sentido, ni tampoco tener a Dios por garante de la realización de una justicia plena. Según esto, el ser humano se ha quedado solo y, ¿cómo puede ahora gestionar el mal? Esta situación nos plantea algunas preguntas, como por qué debo dejar de aprovecharme del que esté en inferioridad de condiciones o por qué debo conseguir que todos tengan trabajo y educación. La filosofía trata de hacerlo y de hacernos entender que no sirve solo con dar razones, que además tenemos que sentir, porque hay cosas que nos humanizan y cosas que nos deshumanizan, y que mientras no sintamos las cosas que ocurren no podremos separar el mal.
La Pregunta por la Ciencia en el Siglo XX
En el siglo XX, se piensa más en los problemas sobre el conocimiento científico y en que tiene que ir unido al tecnológico.
Diferentes Concepciones de la Ciencia
Hay distintas concepciones sobre las ciencias: unos consideran que la ciencia ofrece un conocimiento objetivo, cierto y fiable, y otros que no diferencian entre las aportaciones de la ciencia moderna y la de los mitos o la magia. La concepción de ciencia se va ampliando al incorporar aspectos históricos, sociales y psicológicos que tradicionalmente estaban alejados de la ciencia.
Falsacionismo contra Inductivismo
Rudolf Carnap defendía la concepción inductivista: consideraba que la ciencia posee un conocimiento objetivo, cierto y fiable, y que las teorías científicas derivan de la experiencia; por eso, lo que no se puede confirmar empíricamente, o sea, verificarse, no es científico y carece de sentido. Esta concepción se enfrenta al problema de la inducción, que consiste en que no está claro cómo se pueden obtener leyes científicas válidas para todos los fenómenos de un mismo tipo sin haberlos verificado todos. Una de las formas de revisar la postura del inductivismo es defender que las leyes obtenidas son probablemente verdaderas. Pero esto significa que no podemos admitir que la ciencia nos proporciona un conocimiento cierto, que es lo que se pretendía al principio.
Karl Popper ha criticado el razonamiento inductivo, afirmando que los enunciados observados dependen de la teoría desde la que se realiza la observación y que no hay ninguna justificación para pasar de enunciados particulares a enunciados universales. La propuesta falsacionista salva el problema de la inducción porque no se obtienen conclusiones universales a partir de enunciados singulares, sino que, de la falsedad de enunciados singulares, se concluye deductivamente la falsedad de enunciados universales. El falsacionista nunca afirma que algunas teorías son verdaderas porque se han observado y experimentado; afirma que puede demostrarse que algunas teorías son falsas. De esta manera, el conocimiento científico es objetivo y se considera probable, no cierto. La ciencia es un proceso de aproximación a la verdad, y no un saber verificado como mantienen los inductivistas.
El Giro Histórico-Sociológico de la Ciencia
Kuhn, en su obra, propuso que se consideraran propios de la ciencia los aspectos históricos y sociológicos que rodeaban a la actividad científica, y no solo los aspectos lógicos y empíricos, como pensaban los inductivistas y los falsacionistas. Para estudiar la ciencia, exigía entender la actividad científica como un todo y la ciencia como un complejo proceso de comunicación. Introduce el…