Actualidad
Kant sigue siendo relevante en la actualidad. Sus conclusiones del período crítico son aceptadas en cuanto a la imposibilidad de un conocimiento metafísico como saber científico. Tras él, no ha habido intentos significativos de demostrar la existencia de Dios, la libertad o la inmortalidad del alma. Su idea de una Federación de Estados Libres (cosmopolita) que velara por la seguridad de las naciones, encuentra un eco en la fundación de la ONU en 1945. La necesidad de compatibilizar libertad y seguridad, es un debate actual, especialmente tras los atentados del 11S. La aspiración al universalismo de su ética se refleja en formulaciones teóricas, especialmente en el ámbito de los derechos humanos, donde ningún hombre debe ser tratado como un medio, sino como un fin. Un ejemplo de la vigencia del pensamiento ético kantiano es la transposición del debate entre éticas materiales y formales, al actual debate entre las éticas sustancialistas y procedimentalistas (ética discursiva de Habermas, Apel, Adela Cortina y el neocontractualismo de Rawls).
Relación con otras posiciones filosóficas
Respecto a la idea de progreso, Kant era partidario de que a más ciencia, más tecnología y, por consiguiente, mayor progreso económico y bienestar social. Sin embargo, autores como Hans Jonas han cuestionado esta ecuación, señalando que la tecnología también deriva en contaminación, riesgos ambientales y desigualdades. No es difícil encontrar sociedades muy desarrolladas tecnológicamente donde habita la barbarie moral. Jonas, en su principio de responsabilidad, propone obrar de tal modo que los efectos de la acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica en la Tierra. Si Kant defendía la autonomía del entendimiento para la libertad, Nietzsche prolonga esto diciendo que debemos ser libres para crear. Una vez liberados de los valores ultravitales, hemos de entender la vida como una creación única, genuina, vivirse como una creación estética.
Según Nietzsche, la libertad kantiana se basa en la idea utópica de un mundo donde todos somos iguales en dignidad, lo cual ha producido dos ideas nefastas:
- Somos oprimidos por una universalidad inventada y por leyes morales que todos tienen que acatar.
- Los mejores no pueden realizarse libremente, lo que hace a todos mediocres.
Nietzsche dice que solo llega a ser libre el que actúa por sobreabundancia, el más apto para imponer su voluntad para legislar, el que crea desde su individualidad. Respecto al formalismo kantiano, J. Rawls expone que las normas y principios justos son aquellos que elegiríamos si no supiésemos qué lugar nos corresponde en la sociedad, pues no aprobaríamos ninguna norma jurídica injusta que pudiese perjudicarnos.
Contexto filosófico
La filosofía de Kant pretende sintetizar el racionalismo y el empirismo. Las críticas de Hume lo llevaron a la revisión del racionalismo dogmático de Wolf y Leibniz, dando lugar al llamado “período crítico kantiano” (1781-90). La obra de Rousseau (El contrato social) tuvo una influencia determinante en Kant. Newton había descrito un mundo mecanizado y determinista en el que no cabía la libertad. Kant aplicó esto a su ámbito fenoménico, defendiendo que era el ámbito de la necesidad y universalidad. Por su parte, Hume había denunciado la falacia naturalista, argumentando que lo único que la experiencia nos proporciona son hechos, y que la bondad, maldad, virtud o vicios son sentimientos agradables o desagradables. La moral, para él, era un hecho, una emoción. Hay que citar la influencia del determinismo calvinista que define a un ser humano al que sólo le queda averiguar cuál es el destino que Dios le ha fijado. Kant pretende reducir la física newtoniana al ámbito de los fenómenos y demostrar la capacidad autónoma del ser humano. En segundo lugar, y frente a Hume, intenta demostrar que existe universalidad en las leyes naturales y morales. Finalmente, frente al calvinismo, explica cómo es posible la libertad.
Contexto cultural
La Ilustración, que tuvo su origen en Inglaterra en el siglo XVIII, llegó a Francia y se extendió por todo el continente. Se convirtió en un proceso elitista dirigido por la Corte, el clero y la universidad. En movimientos culturales destacan en el S. XVIII el barroco, el neoclasicismo, el prerromanticismo y el clasicismo. En música destacan Mozart y Bach.
Justificación desde la posición filosófica
Kant fue un modelo del pensamiento ilustrado y analista crítico de la sociedad de su época. Desde su punto de vista, la época que le tocó vivir no era una época ilustrada, sino una época de ilustración. Esta consiste en la liberación del ser humano de su culpable incapacidad para servirse de su propia razón. Es por ello que el concepto de autonomía es fundamental. El sujeto debe abandonar su estado de heteronomía fomentado por pereza, cobardía y “los tutores” para “caminar por sí mismo”. La condición para ello es que al sujeto se le conceda el permiso de usar su uso público de la razón. La Ilustración es, por tanto, la época de la iluminación, de la liberación de la humanidad, de la lucha contra la ignorancia, donde la virtud civil que caracteriza la posición de los ilustrados en la sociedad tiene que ser la tolerancia.
Kant confía en la autosuficiencia de la razón y en su uso crítico, aplicándolo a todos los dominios de la realidad y situándolo como principio de actuación en sustitución de la autoridad y tradición. Aún así, va más allá y pretende analizar el uso de la razón y de los límites del conocimiento. Esta tarea se completaría contestando a tres interrogantes básicos: ¿qué puedo conocer?, ¿qué debo hacer? y ¿qué me cabe esperar? Respecto a la primera de estas preguntas, los racionalistas suponían que la razón es autosuficiente y no necesita de los sentidos para conocer los hechos de la experiencia y lo que trasciende de ella. El empirismo formulaba lo contrario, pues redujo el pensamiento a lo dado en la experiencia, incapacitando escépticamente la razón para la metafísica y para la ciencia.
Es por ello que Kant, en la Crítica de la razón pura (1781), intenta mediar la disputa entre idealismo y realismo. Sintetizó ambas corrientes considerando que la razón puede conocer científicamente el mundo de los fenómenos, pero nunca podrá conocer lo noúmeno. Respecto a la cuestión ¿qué debo hacer?, Kant revolucionó las doctrinas existentes creando el formalismo moral y se enfrentó a las que él llamó éticas materiales. Se trata del uso práctico de la razón, que también procede a priori, sin interesarse por lo a posteriori, pues la razón quiere saber qué debemos hacer. Kant busca el principio intersubjetivo entre sus máximas que llamará imperativo categórico, que es universal y que me dicta qué es lo que debo hacer si me considero una criatura racional. Esto es contestado en las obras Crítica de la Razón Práctica y Fundamentación de la metafísica de las costumbres. En tercer lugar, la razón está en ¿Qué me cabe esperar? Kant propone un nuevo concepto de historia de la humanidad basado en el progreso a la libertad, a pesar de sus numerosos obstáculos. Para que la razón humana y la libertad puedan realizarse en el tiempo, es precisa la vida en sociedad, donde el problema es construir una sociedad civil bajo el imperio de la ley. Es muy difícil aprender a socializarse. A pesar de todas las dificultades, la razón se realiza con un enorme esfuerzo en la historia y desarrolla un programa que nos siembra de esperanza para el cosmopolitismo.