Heráclito
Heráclito postuló el fuego como arjé, argumentando que el mundo se destruía con él. Para Heráclito, la verdad, lo evidente, permanece oculta y requiere esfuerzo para ser conocida. La apariencia es superficial, mientras que la verdad yace en la profundidad. Pocos alcanzan la verdad, la mayoría vive en la ignorancia. Heráclito fue pionero del pensamiento dialéctico, con tres ideas principales:
- La realidad está en constante movimiento, evolución, devenir.
- La contradicción es la lógica de la realidad: la igualdad de los contrarios.
- La realidad forma un todo interconectado. Lo que es una cosa es su evolución. Todo cambia.
El movimiento, en la filosofía griega, significa cambio, evolución. Para los dialécticos, el movimiento es la verdad. La verdad reside en la contradicción, la lucha, que no es negativa, sino la lógica misma de la realidad. La contradicción implica igualdad; por lo tanto, en los contrarios existe cierta igualdad. La verdad debe analizarse en conjunto.
Algunos fragmentos conservados de Heráclito:
- La auténtica naturaleza de las cosas suele estar oculta.
- Aguas distintas rodean a quienes entran en el mismo río. Todo influye.
- La guerra (pólemos) es el padre de todas las cosas.
- Igual es la vida que la muerte, caliente que frío.
Escuela Eleática: Parménides
Parménides y Zenón defienden posturas opuestas a las de Heráclito. Para ellos, el movimiento es una mera apariencia, no existe. Contemporáneo de Heráclito, Parménides dejó una obra casi completa, El Poema, un texto filosófico en verso. En él, describe dos vías de conocimiento: la opinión y la verdad. La verdad es la ausencia de movimiento; la opinión, lo que percibimos. Su conclusión: el movimiento es irracional. El ser es eterno, inmutable; si cambiase, dejaría de ser. Es único, homogéneo y continuo, pues no puede ser separado por otro ser. La importancia de Parménides radica en que planteó el problema del movimiento (el cambio) y sus contradicciones, un dilema que influyó en pensadores posteriores.
Paradoja de Aquiles y la tortuga
Aquiles compite con una tortuga, dándole ventaja. Cuando Aquiles llega al punto de partida de la tortuga, esta ha avanzado. Este razonamiento implica que, por lenta que sea, la tortuga siempre tendrá ventaja, y Aquiles nunca la alcanzará. La paradoja reside en que la experiencia demuestra que es posible llegar al final de un trayecto, y que Aquiles superaría a la tortuga. El mundo aparente, en movimiento y cambio constante, es absurdo e ilógico, y debe ser rechazado. Para la razón, la auténtica realidad es inmóvil.
Los Pluralistas
El monismo (de uno) postula una única realidad. En contraste, el pluralismo propone múltiples realidades. El Nous, una inteligencia organizadora, crea el mundo. La homonería, precedente del concepto de átomo, representa semillas o partículas que componen las cosas. Cada homonería contiene rasgos de todas las cosas. Anaxágoras propuso que el Nous puso el mundo en movimiento, un proceso mecánico de mezcla de homonerías.
Platón, inicialmente impresionado por la idea del Nous, se decepcionó con el mecanicismo de Anaxágoras.
Empédocles reconoció cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire. Para explicar su combinación, introdujo dos fuerzas: amor (unión) y discordia (separación). Empédocles distinguió entre la materia que compone la naturaleza y las fuerzas que causan las uniones y desuniones.
Los Atomistas: Demócrito
Leucipo (el maestro) y Demócrito (el más importante), de Abdera, fueron los primeros en usar el concepto de átomo y ofrecer una explicación racional del movimiento y la pluralidad. Demócrito explicó el movimiento y la diversidad de las cosas. Sus escritos, de gran importancia, permanecieron ocultos, lo que influyó en la historia de la filosofía.
El átomo, la parte más pequeña e indivisible de la realidad, existe en infinitas cantidades. La realidad surge de la unión y separación de átomos. Para explicar el movimiento, Demócrito introdujo el concepto de vacío, un espacio donde no hay nada, permitiendo el movimiento de los átomos (una idea que Parménides consideraría absurda). El alma, para los atomistas, es un conjunto de átomos que gobierna al resto.