Marx: El marxismo como filosofía de la praxis
El marxismo se define como una filosofía de la praxis. En la segunda mitad del siglo XIX, el capitalismo se ha consolidado, pero sus contradicciones ya son evidentes: explotación laboral, anarquía de la producción, crisis económicas, condiciones miserables de la clase obrera y revoluciones proletarias. En este contexto, la filosofía de Marx se distingue por su compromiso social y su intención de dirigir la toma de conciencia y la revolución de los obreros como clase oprimida frente a la sociedad burguesa.
Influencias y Fundamentos del Pensamiento Marxista
Marx, influenciado por Hegel, conserva la noción de dialéctica, pero la transforma desde una perspectiva materialista. El eje de la historia, para Marx, son los individuos humanos en su vida económica. Estudia el cambio de la realidad material y concibe la historia como un proceso de etapas que culmina en una revolución final. De Feuerbach, adopta la concepción del ser humano como un ser material. Otra influencia clave es el socialismo francés, del cual toma la idea de la lucha de clases. Marx sostiene que la transformación social no se logra solo con reformas, sino con una revolución violenta que establezca la dictadura del proletariado. Afirma que “los filósofos hasta ahora solo han interpretado el mundo, pero ahora se trata de transformarlo“. Marx propone una comprensión y una praxis del cambio en las distintas formas sociales, por lo que recurre a las herramientas de una teoría económica lo más científica posible, basándose en los estudios de los economistas ingleses.
Materialismo Histórico: Infraestructura y Superestructura
Las causas de los fenómenos, tanto naturales como sociales, se encuentran en factores materiales. El principio fundamental es el ser humano material con necesidades que debe satisfacer. Para ello, realiza una actividad que lo pone en relación con la naturaleza y con otros hombres. De su relación con la naturaleza, surgen las fuerzas productivas (herramientas, materias primas, etc.). De su relación con otros hombres, nacen las relaciones sociales de producción (división del trabajo, relaciones de propiedad, etc.).
Las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción forman la infraestructura económica de la sociedad. El sistema de creencias y normas existente en la sociedad constituye su superestructura. El elemento determinante de la historia es la infraestructura económica. La superestructura, aunque influenciada por la infraestructura, también puede influir en el proceso histórico. Esta estructura social conforma el modo de producción.
Una verdadera teoría de la historia explica cómo se forman las ideas a partir de la realidad social, de la praxis material, de la producción material y de las relaciones creadas por el hombre. Las ideas dominantes en cada época son la expresión idealizada de las relaciones materiales dominantes. Por tanto, las teorías no pueden ser eliminadas por medio de la crítica teórica, sino de la demolición de las relaciones materiales en las que se fundamentan. El motor de la historia no es la crítica teórica, sino la praxis revolucionaria. Si la historia está determinada por las formas de producción, podemos distinguir en ella un progreso entre varios modos de producción: el asiático, el antiguo, el feudal y el burgués.
Contradicciones del Capitalismo y Conciencia de Clase
El sistema capitalista es inherentemente conflictivo y presenta diversas contradicciones: la división desigual de las clases sociales, la anarquía de la producción, el progreso de la maquinaria que genera despidos, las crisis económicas, la pobreza del proletariado, etc. El proletariado puede alcanzar una posición de control si elimina el tipo de propiedad existente. Sin embargo, para que esto ocurra, es necesario que tome conciencia de su condición explotada y de sus posibilidades revolucionarias. Las clases superiores, por su parte, intentan impedir esta toma de conciencia a través de la ideología y la perpetuación de la ignorancia y la incultura en las clases dominadas. La filosofía revolucionaria debe desenmascarar la supuesta objetividad de las afirmaciones ideológicas y mostrar su relación con las circunstancias económicas, considerando que solo con la comprensión y la crítica no se pueden eliminar, sino con la eliminación de las relaciones de producción.
Según Marx, existen otras contradicciones del capitalismo que pueden favorecer esta toma de conciencia: la concentración de capital, las crisis, la acumulación de riqueza en un polo y de pobreza y miseria en el otro, la pobreza del proletariado, la división del trabajo y la alienación. Estos factores, junto con la propagación de ideas, forzarán al proletariado a tomar conciencia de su situación y de sus posibilidades revolucionarias.
La Praxis Revolucionaria y el Camino hacia el Comunismo
Las claves de la praxis revolucionaria son expresadas por Marx y Engels en la segunda parte del Manifiesto Comunista. Los comunistas representan al obrero en la lucha entre el proletariado y la burguesía. Con su conocimiento teórico y práctico de la dinámica revolucionaria, procedente del estudio de las relaciones que se producen en la lucha de clases, buscan la supresión de la propiedad privada, ya que consideran que ese es el camino que marca la historia, y aspiran a la liberación de la humanidad. Apoyan toda revolución que conduzca al derrocamiento violento del capitalismo, el cual consideran que será fruto de sus propios errores.
Según Marx y Engels, los obreros se darán cuenta de que las reformas sindicales y las huelgas tienen un límite. Es entonces cuando se lanzarán a la toma del control del Estado. El socialismo, como primer objetivo de la revolución, debe comenzar con la toma del poder político por medio de la revolución violenta y la utilización de la fuerza. El objetivo final es el comunismo, pero solo se puede llegar a él tras una época de transición, durante la cual el proletariado ha de atribuirse todo el poder del Estado a través de la dictadura del proletariado. El comunismo no priva a nadie del poder de apropiarse de los productos sociales ni de su derecho a disfrutar de la propiedad, pero sí elimina el derecho a usar esa propiedad para explotar el trabajo ajeno. Por tanto, en la fase socialista, la propiedad es poseída colectivamente y los salarios se distribuyen por igual. Desde el poder político, será posible implementar un programa de centralización de la producción y distribución, aumentando así la capacidad de las fuerzas productivas, lo que permitirá la eliminación del trabajo enajenado y la consecución de la libertad, así como el uso de la tecnología para la mayor riqueza colectiva.
La Comuna y la Abolición del Estado Clasista
La Comuna-Estado estará integrada por concejales escogidos por sufragio universal, conformando una corporación de trabajo, ejecutiva y legislativa al mismo tiempo. Los políticos, jueces y demás funcionarios de la administración serán igualmente electivos, responsables y revocables en todo momento. Esta forma de organización posibilita la desaparición del Estado clasicista. La superación de la alienación solo puede lograrse mediante la abolición de la división del trabajo, permitiendo que el obrero sea apto para diversos trabajos.
El Comunismo: Reino de la Libertad y Fin de la Alienación
El comunismo es el reino de la libertad, donde en el futuro los hombres trabajarán libremente para llegar a ser uno mismo y alcanzar la plenitud que otras épocas les negaron. Esta liberación del sistema salarial capitalista provocará un cambio en los modos de vida de la sociedad burguesa, como la desaparición de la familia, de la mujer como propiedad privada, de la prostitución y de la nación. La influencia del pensamiento de Marx se extiende, como es propio en su filosofía como praxis, más allá de las concepciones teóricas, con la Asociación Internacional de Trabajadores y la Primera Internacional (1864), y posteriormente a toda una serie de movimientos sociales y políticos, que van desde las revoluciones comunistas hasta movimientos sindicales, obreros, estudiantiles, corrientes ideológicas y filosóficas, y como instrumento crítico de la sociedad capitalista. Sin embargo, sus predicciones revolucionarias erraron en muchos sentidos.