El Origen de la Conciencia: Un Viaje a Través de la Evolución

El Proceso de Hominización y Humanización

La hominización es un proceso biológico que implica una serie de cambios morfológicos y etológicos en el orden de los primates, generando una estructura con un enorme potencial evolutivo. El cambio continuo de las condiciones ecológicas, al que estos primates se adaptan para sobrevivir, también juega un papel crucial. La importancia del concepto de hominización radica en dos puntos:

  • Nos proporciona una visión evolucionista de nuestro género.
  • Nos sitúa en la filogenia de los homínidos, antes de la existencia de los aspectos culturales que hoy conocemos.

Este proceso, que duró millones de años, nos ayuda a comprender la biodiversidad y la diversidad específica. Características etológicas presentes en nuestros antepasados, cuando aún eran pequeñas bandas en las sabanas africanas, explican comportamientos que hemos sistematizado posteriormente. La capacidad de socialización de los homininos, crucial para la supervivencia, jugó un papel fundamental en este proceso.

La humanización, por otro lado, es un concepto clave en la evolución humana. Esta adquisición estructural sistémica representa una toma de conciencia cósmica, un conjunto de adquisiciones que nos han permitido romper con la inercia del pasado y trascender la selección natural. Es fundamental comprender el sustrato de conocimiento que hizo posible el proceso de humanización, ubicándonos en el inicio de la aventura humana.

Los recorridos evolutivos, aunque con cambios repentinos, suelen ser largos. El proceso de hominización no es una excepción a esta ley universal de la parsimonia que caracteriza la vida.

Hominización y Humanización: Dos Caras de la Misma Moneda

En el proceso de singularidad humana, hominización y humanización son dos caras de la misma moneda. Sin hominización no hay humanización; sin humanización no hay conciencia de nosotros mismos. Aunque integradas, la humanización se superpone a la hominización en orden de aparición. Esta interdependencia nos permite una interpretación evolutiva y crítica de nosotros mismos, alejada de explicaciones idealistas o míticas.

El Alma y las Teorías del Comportamiento Humano

Desde la antigüedad, el ser humano ha creído en la existencia de un alma o espíritu que explica la conducta humana. Pensar o actuar genera una sensación interna que atribuimos al alma, conciencia o mente. Aquí entran en juego teorías como el monismo y el dualismo, que explican el desarrollo del comportamiento humano desde la creencia en el alma.

El Monismo

El monismo considera la realidad como un todo indivisible, donde la mente es un fenómeno más de la actividad humana. El ser humano se reduce a una única realidad material. Esta corriente niega la existencia de la mente como entidad distinta del cerebro-cuerpo, considerando los fenómenos psíquicos como una propiedad emergente del sistema nervioso central. El monismo sostiene que la mente-conciencia debe ser explicada por las mismas leyes que rigen la vida orgánica.

El Dualismo

El dualismo divide la realidad en dos categorías: material y espiritual. En el ser humano, estas categorías se representan por el cuerpo y el alma, respectivamente. René Descartes, filósofo del siglo XVII, propuso un modelo fisiológico de la conducta donde el cuerpo humano es una máquina hidráulica controlada por la glándula pineal, punto de interacción con el alma. Este modelo implica una diferencia fundamental entre mente y cuerpo, requiriendo una explicación para su relación. El dualismo concibe al ser humano como una dualidad cuerpo-mente, donde un componente no observable sostiene la inmortalidad del hombre.

Lamarckismo vs. Darwinismo

El Lamarckismo defiende que las especies se adaptan al ambiente para sobrevivir, transmitiendo los cambios adquiridos a su descendencia. El ejemplo clásico es el de las jirafas: según Lamarck, sus cuellos se alargaron por el estiramiento al intentar alcanzar las hojas altas de los árboles. El Darwinismo, en cambio, postula que la selección natural favorece a los individuos con variaciones hereditarias ventajosas. En el caso de las jirafas, Darwin argumentaba que las jirafas con cuellos más largos tenían mayor acceso al alimento, lo que les confería una ventaja selectiva.

En resumen:

  • El Lamarckismo negaba la extinción de las especies, mientras que el Darwinismo la aceptaba.
  • Darwin proponía un ancestro común para todas las especies, idea no compartida por Lamarck.
  • El Lamarckismo consideraba a todos los individuos de una especie iguales, mientras que el Darwinismo reconocía la variabilidad individual.

Darwinismo vs. Neodarwinismo

La principal diferencia entre el Darwinismo y el Neodarwinismo radica en la fuerza impulsora de la especiación. El Darwinismo se centra en las variaciones fenotípicas favorables y heredables, mientras que el Neodarwinismo enfatiza las variaciones genéticas heredables.