René Descartes: Un Punto de Inflexión en la Historia del Pensamiento
El Renacimiento marcó un cambio radical en el pensamiento, desafiando el modelo aristotélico. Copérnico colocó al Sol en el centro del universo (giro copernicano), Kepler trazó las órbitas elípticas de los planetas y formuló ecuaciones celestes. La capacidad de expresar la realidad natural a través del lenguaje matemático se volvió esencial después de Galileo. En el siglo XVI, Galileo y Francis Bacon desarrollaron métodos para comprender y dominar la naturaleza.
Biografía de Descartes
René Descartes nació en 1596 en La Haye, un pequeño pueblo cerca de Poitiers, Francia. En 1604, ingresó en el colegio jesuita de La Flèche, donde recibió una formación clásica en latín, griego, filosofía aristotélica con un enfoque escolástico por Francisco Suárez, y matemáticas. Ya en ese entonces, Descartes criticaba la enseñanza por dedicar demasiado tiempo a temas del pasado en lugar de a la ciencia moderna. Se licenció en Derecho y en 1618, durante la Guerra de los Treinta Años, se unió al ejército protestante de Mauricio de Nassau, combatiendo en Breda. Allí conoció al matemático Isaac Beeckman. Un año después, se unió al ejército católico de Baviera en Ulm. Una noche, dentro de una estufa, tuvo una serie de sueños que lo inspiraron a concebir los fundamentos de una nueva ciencia. Al día siguiente, abandonó el ejército y se dedicó al estudio en Holanda, donde gozaba de mayor libertad intelectual. Escribió un tratado de física que no publicó debido a la condena de Galileo. En 1634, escribió el Discurso del método, una introducción a tres escritos sobre óptica, meteorología y geometría. En 1649, se convirtió en instructor en la corte de la reina Cristina de Suecia. Murió de neumonía el 11 de febrero de 1650.
Teoría del Conocimiento de Descartes
Descartes comenzó criticando la filosofía de su tiempo, llena de dudas y disputas. Admiraba las matemáticas por su certeza: los axiomas, captados por intuición, y los teoremas, deducidos de los axiomas. El racionalismo considera a las matemáticas como un modelo de conocimiento e intenta renovar la filosofía imitando su método. La crisis de la filosofía afecta a todo el saber, como un árbol cuyas raíces son la metafísica. El objetivo de Descartes era sanear las raíces del árbol del saber. Para lograr un conocimiento riguroso, propuso un método con cuatro reglas:
- Regla de la evidencia: Admitir como verdadero solo aquello que se conoce con claridad y distinción.
- Regla del análisis: Dividir cada dificultad en sus elementos más simples.
- Regla de la síntesis: Conducir el pensamiento de lo más simple a lo más complejo.
- Regla de la enumeración: Revisar todo el proceso para asegurar que no se omite ningún paso.
La Duda Metódica y el Cogito
La duda metódica, consecuencia de la regla de la evidencia, busca un fundamento absoluto para el conocimiento. Descartes cuestiona la validez de los sentidos, que pueden engañar, y la distinción entre sueño y vigilia. También duda de las verdades intelectuales, como las matemáticas, debido a la posibilidad del error y a la hipótesis de un genio maligno que nos induce sistemáticamente al error. De estas dudas surge el cogito: mientras pienso o dudo, existo como ser pensante. Esta existencia es indudable y proporciona una verdad absoluta («Pienso, luego existo»). El criterio de verdad reside en la claridad y distinción de las ideas: claras cuando son presentes y manifiestas al espíritu, y distintas cuando están bien definidas y sin ambigüedad.
Las Ideas y la Existencia de Dios
Descartes se reconoce como un ser pensante que imagina, juzga, duda, desea y siente, pero ignora si tiene cuerpo o si el mundo existe. Para recuperar el mundo, analiza sus ideas y las clasifica en tres tipos:
- Adventicias: Provenientes de la experiencia externa.
- Facticias: Construidas por la mente.
- Innatas: Presentes en el pensamiento mismo.
La idea de Dios, como ser infinito y perfecto, es innata y no puede provenir de nuestras facultades limitadas. Su presencia en nuestra mente implica la existencia de un ser superior que la colocó allí. La idea de un ser perfecto implica su existencia (argumento ontológico), al igual que la idea de triángulo implica que sus ángulos suman 180º. Dios, en su esencia, incluye su existencia, bondad y veracidad. Si Dios es veraz, no nos engañaría cuando percibimos la verdad con claridad y distinción. Esto valida las matemáticas y todo lo que concebimos con claridad y distinción. Además, si Dios no es engañoso, los sentidos no pueden engañarnos hasta el punto de que todo sea un sueño, por lo que los cuerpos existen.
El Mundo Recuperado y el Dualismo Antropológico
Descartes recupera el mundo, pero con modificaciones: existe Dios, existen los hombres con sus almas, y existen los cuerpos, pero sin cualidades secundarias como el color, el sabor, el olor o el calor, por ser subjetivas. Las propiedades objetivas son las cualidades primarias: extensión, figura y movimiento. El hombre es ante todo mente, aunque posea un cuerpo. Descartes establece un dualismo antropológico, separando mente (res cogitans) y cuerpo (res extensa). El cuerpo se rige por el mecanicismo y el determinismo, pero la mente escapa a estas leyes, preservando la libertad humana. Toda la realidad, excepto el hombre, funciona como una máquina.