El Pensamiento de Nietzsche: Voluntad de Poder y Crítica a la Cultura Occidental

El Pensamiento Filosófico de Nietzsche (1844-1900)

La filosofía de Nietzsche tiene un claro objetivo: afirmar la vida, exaltar los valores genuinamente vitales, celebrar la alegría de la vida, y resaltar la “voluntad de poder” (el instinto, la intuición, la fuerza creadora). Esta afirmación vitalista choca frontalmente con la cultura predominante en Occidente desde hace 2000 años; es una crítica radical a la cultura occidental. Dos son los impulsos o instintos de desarrollo, dos formas de creatividad, dos formas de presentarse la realidad, con términos derivados de dos dioses griegos: lo apolíneo (Apolo, orden, razón) y lo dionisíaco (Dionisos, emociones, pasiones, desorden). Los griegos entendían y aceptaban que la vida no sólo era creación, sino destrucción; no placer, sino también dolor; no seguridad, sino miedo.

En la antigua Grecia, antes de abandonar el mito, ambos impulsos estaban equilibrados. A partir de Sócrates y Platón, cuando la metafísica impone lo apolíneo sobre lo dionisíaco y concibe un mundo de ideas, universal y necesario, que niega lo vital. Estos filósofos, y con el cristianismo que sacraliza ese mundo falso, se constituye la tradición occidental, totalmente antivital porque niega lo dionisíaco y ofrece una ilusión apolínea, una mentira. No basta con negar la tradición: hay que comprobar el agotamiento de los valores tradicionales, convertirlos en nada y construir unos valores nuevos que salgan de lo vital. De todos los aspectos de la tradición platónico-cristiana.

Crítica a la Moral y la Metafísica

Criticará a la moral que desprecia los valores de esta vida ofreciendo otra que será la vida eterna, crea culpabilidad y resentimiento contra la propia vida. El orden moral es exterior al hombre; Dios será el representante. La actitud de Nietzsche es negar la culpabilidad y crear nuestros propios valores éticos. Se sustituye una moral de esclavos por una moral de señores: con absoluta voluntad y responsabilidad. Contra la metafísica y en lo que atañe a la ontología, critica el que desprecie lo cambiante y contingente. Sustituye el problema del ser por la valoración del devenir, destruye la esencia pues rechaza el que haya algo permanente, eso es antivital. La vida es pura existencia; no concibe la verdad como algo inmutable porque no lo es el ser. Si la realidad es devenir. En origen, todo término lingüístico es una metáfora, olvidando las diferencias y es ese olvido el que impone categorías a la vida para ‘dominarla’.

Crítica a la Ciencia

Mismo planteamiento accede a su crítica a la ciencia, que ha intentado matematizar lo real para controlarlo, una realidad en continuo devenir. Rechaza la lógica que da estructura a la ciencia. Ambas desprecian al devenir y, son antivitales.

Nihilismo y Voluntad de Poder

Nietzsche afirma que se ha llegado al nihilismo, proceso de agotamiento de los valores, momento que señala la muerte de Dios, que sintetiza el conjunto de valores. Por una parte negativo, pero por otra, positivo porque el nuevo hombre, con la muerte de Dios, asumirá la tarea de construir su nuevo mundo y sus nuevos valores. El motor de esta nueva creación de valores será la voluntad de poder, conjunto de impulsos, instintos y en lucha que conforman la naturaleza humana. Esa voluntad quiere poder, autonomía para decidir, superación del hombre débil, debe ser superado por el Superhombre, abandonados los valores tradicionales. El Superhombre es el que desarrolla la voluntad de poder transformando al hombre tradicional cristiano (culpable y resentido con la vida) en un hombre nuevo (vital, instintivo).

El Eterno Retorno

No sólo afirma los valores de esta tierra, sino su deseo de que se repita eternamente. Valora el instante y ofrece la teoría del eterno retorno de lo idéntico, la sucesión de acontecimientos se repite eternamente. La vida es un círculo. Su duración es eterna y así, se colma su ansia de inmortalidad.


Marco Histórico, Sociocultural y Filosófico de la Época de Nietzsche

Nietzsche vivió en la segunda mitad del siglo XIX (1844-1900). Desde el punto de vista histórico, el acontecimiento más importante fue la unificación de Alemania, liderada por el primer ministro de Prusia, Otto von Bismarck, bajo el reinado de Guillermo I. El esfuerzo de éste contribuyó a romper el mapa europeo fijado en el Congreso de Viena. Prusia entra en guerra con Austria a la que derrota y se anexiona los territorios alemanes. Francia, temerosa ante una posible hegemonía de Prusia, entra en guerra y es derrotada, completándose la unificación y dando oportunidad a von Bismarck de proclamar el Reich alemán, con Guillermo I como emperador. En la primera de estas guerras participó el propio Nietzsche en tareas auxiliares.

A lo largo del siglo XIX, en el que el industrialismo alcanza un grado desconocido, se plantean en Europa cuestiones que requieren soluciones nuevas. El crecimiento de las ciudades y la entrada de las masas en la vida política son fenómenos característicos de este siglo, en el que aparece la cuestión social. Asistimos a los grandes movimientos sociales, obreros marxistas y anarquistas con la fundación de la Primera y Segunda Internacional. Nietzsche apenas prestó atención a estos movimientos y, cuando lo hizo, fue para descalificarlos de una moral de rebaño.

La aparición del imperialismo colonial europeo, las grandes potencias europeas se reparten el mundo para su propio beneficio. En este siglo el progreso asombroso de la ciencia: se estudian los bacilos, se investiga la energía, el evolucionismo modifica los conceptos sobre los seres vivos. Los periódicos inician la cultura de masas; los artistas dejan de trabajar para reyes y nobles. Romanticismo, Realismo e Impresionismo son los tres movimientos que señalan los diferentes estilos en el arte. Wagner, Brahms, Berlioz, en la música; Pasteur, y Darwin, en la ciencia; Delacroix, Monet, Renoir, Van Gogh, en la pintura; Zola, Manzoni, Proust, Dickens, son escritores. El arte se va identificando con los ideales políticos de las revoluciones (Romanticismo), la industrialización (Realismo) y progresos científicos (Impresionismo).

El Contexto Filosófico

En el aspecto filosófico, el siglo XIX es una reacción a la Ilustración, que promociona el valor de la igualdad. Autores heredarán los valores aristocráticos, ya sea de procedencia cristiana, Kierkegaard, ya sea de un cristianismo traducido a filosofía, Schopenhauer, o de origen pagano, como Nietzsche. Los tres luchan por defender el punto de vista del individuo en un mundo que consideran hostil.

Un conjunto de pensadores, Nietzsche va a establecer una filosofía cuyo eje va a ser la exaltación de lo vital y de lo afectivo, frente a un excesivo racionalismo del idealismo de Hegel o del positivismo de Comte. Los que defienden el irracionalismo. Representantes de esta corriente son Schopenhauer, Nietzsche, Bergson y, en el plano del historicismo, Dilthey y Ortega y Gasset.

Otras corrientes: el evolucionismo, el socialismo y marxismo y los “tres filósofos de la sospecha”: Nietzsche (la cultura occidental no es más que una mentira); otro, Marx (la filosofía no es más que ideología); y, Freud (la filosofía en múltiples ocasiones es sólo un delirio paranoico), han coincidido en extender un velo de duda sobre la tradición filosófica occidental.