El Ser Humano como Animal Simbólico: Lenguaje, Cultura y Realidad

El Lenguaje como Rasgo Distintivo

El ser humano se define como un animal simbólico, un ser dotado de capacidades simbólicas o de representación. Esto implica la habilidad de abordar un problema sin que esté presente, y el uso del lenguaje verbal. En otras palabras, poseemos pensamiento y palabra. El punto de partida de este capítulo es el lenguaje, que nos identifica como especie. El lenguaje debe ser aprendido, por lo tanto, es público; sirve para objetivar y compartir lo subjetivo, y está necesariamente abierto a la comprensión de los seres inteligentes.

¿Qué o Quién Soy? Un Ser Humano

Encontramos dos reflexiones sobre esta pregunta:

  • En la Antígona de Sófocles (autor trágico del siglo IV a.C.), el coro destaca la capacidad de asombro del ser humano, su habilidad para admirar lo que puede hacer con el mundo.
  • Pico della Mirandola, en su “Discurso sobre la dignidad humana” (siglo XV), afirma que lo más destacable del ser humano es lo que puede llegar a hacer consigo mismo. Según él, la dignidad humana reside en “ser algo menos” que los demás seres de la creación, lo que significa que el ser humano debe concluir en sí mismo la obra divina, es decir, decidir qué quiere ser y qué quiere hacer con su vida.

Al intentar definir lo humano, se hace por contraposición y comparación con lo divino y lo animal. Son humanos quienes no son ni dioses ni animales.

La Duda sobre Nuestra Naturaleza Animal

Actualmente, creemos cada vez menos en los dioses, lo que nos aleja de la divinidad. Sin embargo, existen serias dudas de que no seamos animales, debido al esfuerzo teórico empleado en demostrarlo y al tratamiento que dan las fábulas tradicionales a las virtudes y vicios humanos. Estas comparaciones expresan el temor humano a ser confundido con las bestias. A pesar de que desde Darwin nuestra filiación animal es algo científicamente aceptado, hay quienes, por razones religiosas, se resisten a asumir este origen.

Las Tres Grandes Humillaciones Teóricas

El ser humano ha tenido que asumir tres grandes humillaciones teóricas vinculadas a la ciencia y opuestas al dogma religioso, todas ellas en la Edad Moderna:

  1. La Tierra fue desplazada del centro del universo para girar alrededor del Sol (heliocentrismo).
  2. Darwin demostró que nuestra especie es una más en el conjunto de los seres vivos y que somos el resultado de mutaciones, no la creación de un dios.
  3. La concepción freudiana convirtió nuestra conciencia o alma en algo complejo, atravesado por impulsos que no controlamos.

Estas humillaciones nos acercan a lo que no queremos ser.

El Salto Cualitativo: ¿Qué Más Somos?

Desde el Punto de Vista Antropocéntrico

Podemos decir que somos “animales racionales”, pero las posibilidades para definir la razón son variadas. Podemos definirla como la capacidad para encontrar los medios más eficaces para lograr los fines que uno se propone, las necesidades que tenemos. Estas necesidades pueden ser instintivas, encaminadas a la supervivencia de la especie (“fines vitales básicos”), o bien creadas, propias del ser humano (“el eterno insatisfecho”). La inteligencia humana interpreta las necesidades básicas de forma nueva; por ejemplo, de los alimentos obtenemos la gastronomía. Podemos diferenciar entre “conducta animal”, que es predeterminada, y “comportamiento humano”, que es indeterminado y libre.

Diferencias Zoológicas entre Seres Humanos y Animales

Todo gira alrededor de los lazos afectivos. Los seres humanos los conservan durante toda su vida, mientras que los animales permanecen ligados a su familia solo si son del mismo grupo y sexo. Los seres humanos hacemos compatible la monogamia con la vida en grupo, mientras que los primates se basan en la monogamia y se agrupan en bandadas en las que las hembras son monopolizadas. Los seres humanos establecemos cooperación intergrupal en la búsqueda de alimentos, defensas, etc., para satisfacer nuestras necesidades. Conservamos relaciones significativas más allá del grupo o tribu (nos acordamos socialmente de los otros aunque no vivamos con ellos). En conclusión, el ser humano es capaz de distanciarse del medio y objetivarlo.

Medio Animal vs. Mundo Humano según Max Scheler

Max Scheler distingue entre el medio animal, donde todo tiene como objetivo la supervivencia de la especie, y el mundo humano, donde cabe cualquier cosa, incluso lo que hemos perdido, lo que no hemos conseguido, lo que no está y lo que estará, lo que tiene que ver con nosotros y lo que no.

Diferencias Filosóficas entre Seres Humanos y Animales

Xavier Zubiri se refiere al ser humano como un “animal de realidades” porque puede objetivar sus necesidades y reinterpretar las exigencias biológicas de la especie. Según Thomas Nagel en “Cuestiones mortales”, el ser humano está presente en el medio animal como interferencia, pero no lo comparte. Nuestro medio está hecho de todo cuanto hay, lo que no hay y lo que aún no hay. El medio humano cambia continuamente, mientras que para el resto de los animales es siempre el mismo.

El Lenguaje: La Clave del Cambio Continuo

El cambio continuo en el medio humano se debe a la existencia del lenguaje, definido como el querer decir sin referencia vital clausurada. El lenguaje animal responde a las necesidades vitales de la especie, mientras que el lenguaje humano no tiene un contenido concreto ni está ligado a las necesidades de la especie. A diferencia del lenguaje animal, referido siempre a finalidades biológicas, su contenido va más allá del aviso y la amenaza. Sus significados son abstracciones que nos permiten referirnos a lo que ya no existe, a lo que todavía no existe e incluso a lo que no puede existir. Sirve para decir lo que queremos decir, para debatir argumentos e incluso para hablar del habla misma. El lenguaje es el rasgo más distintivo de nuestra especie, aunque utilicemos idiomas diferentes. El ser humano tiene la “intención” de hablar incluso antes de disponer de los medios para ello. Como prueba, Savater alude al hecho de cómo se abalanzan los niños sobre la posibilidad de comunicación que les ofrece la palabra.

El Lenguaje como Apetencia Social

El lenguaje es una apetencia que recibimos de la sociedad, y su tarea es ayudarnos a comprender y participar en el mundo. Las características de la lengua nos permiten expresar emociones y objetivar un mundo comunicable en el que participamos junto a otros seres humanos. Para los lingüistas Sapir y Whorf, cada idioma abre un mundo diferente, realidades independientes en las que habitamos incluso cuando no estamos presentes. Pero lo esencial de sus contenidos puede ser traducido a cualquier otro. No hay querer decir sin querer entender y hacerse entender. A finales del siglo XIX, Otto Jespersen supuso que al principio hubo exclamaciones, frases rítmicas y musicales que expresaban sentimientos o afanes emotivos. El paso decisivo fue cuando la comunicación prevaleció sobre la exclamación, aunque no se sabe cómo ocurrió. Savater le da la razón a Ernest Cassirer, quien en su “Antropología filosófica” afirma que el ser humano es un animal simbólico.

¿Qué es un Símbolo?

Un símbolo es un signo convencional, no natural, que representa una idea, una emoción o un deseo. Es convencional porque es fruto del acuerdo para referirnos a algo; además, debe ser aprendido en sociedad y cambia de un lugar a otro. Cualquier cosa, natural o artificial, que previo acuerdo se refiera indirectamente a la realidad física y apunte directamente a la realidad mental en la que habitamos los humanos en cuanto tales, es un símbolo. Los mitos, la religión, la filosofía y la ciencia son sistemas simbólicos basados en símbolos. Nuestra condición humana hace de la educación algo muy importante, tanto que nuestra infancia es la más prolongada de entre los animales, porque en ella hemos de aprender de nuestros semejantes los símbolos que configuran nuestro modo de existencia, lo que somos y lo que seremos. Nuestra principal realidad es simbólica. A veces experimentamos la tentación de creer que todo lo real es simbólico, es decir, que todo está referido a un significado interpretable, y donde empieza lo que no puede alcanzar más que una simple descripción o explicación. En la correcta delimitación de estos ámbitos estriba la diferencia entre lo cuerdo y lo demente o alucinado.