COMPARACIÓN DE ORTEGA Y NIETZSCHE |
Vamos a tratar la relación centrándola en tres cuestiones fundamentales: concepción de la realidad, concepción del conocimiento y concepción del ser humano.
A) LA REALIDAD
Tanto para Ortega como para Nietzsche, la vida se caracteriza por el devenir, el cambio, la evolución. La realidad está sometida a la historia. Ahora bien, Nietzsche entiende la vida desde una perspectiva biológica: un impulso instintivo. La vida debe ser vivida instintivamente, sin tamizar por la razón, de una forma absolutamente irracional. Ortega, más influido por el historicismo, la considera como biográfica (suma de vivencias personales).
Para Nietzsche, además, el mundo está sometido a un constante devenir, por eso la razón no nos sirve para conocerlo (la razón trabaja con conceptos —ser, Idea, sustancia…— que son vacíos y no recogen nada real); solo podemos conocerlo a través de los sentidos, que nos muestran el mundo tal y como es.
Ortega rechaza esto: aceptar el vitalismo de Nietzsche sería caer en el irracionalismo; renunciar a la razón es renunciar a una de las características constitutivas del ser humano. Si el hombre está dotado de una fisiología (vida biológica) y de una razón, para ser auténticamente humano tendrá que asumir dichas condiciones. Renunciar a la razón es renunciar a ser hombres. La razón es imprescindible para hacer nuestra vida, nuestro proyecto, y precisamente esta dimensión futuriza de la vida es la más característica del ser humano, lo que nos separa del resto de las especies. Precisamente lo que diferencia al ser humano de otras especies animales es que, al ser racional, puede adaptarse a cualquier circunstancia. Vida y razón son inseparables y colaboran para ayudarnos a “escribir” adecuadamente nuestra historia. Es por esto por lo que Nietzsche debe ser considerado vitalista y Ortega, raciovitalista.
A pesar de lo dicho anteriormente, los dos tienen una idea diferente del tiempo. Mientras que para Ortega el tiempo solo puede ser entendido linealmente (vivencias pasadas irrepetibles), para Nietzsche el tiempo es entendido de forma cíclica como eterno retorno (todos los acontecimientos pasados, presentes y futuros están condenados a repetirse eternamente).
B) EL CONOCIMIENTO
Para Nietzsche, el perspectivismo supone la afirmación de que no existe ninguna verdad absoluta, deriva en el relativismo. Ortega acepta el perspectivismo de Nietzsche, pero para este sí existen verdades universales, fruto de la posibilidad de sumar perspectivas. El sujeto no es un medio transparente (esto lo comparten Nietzsche y Ortega), pero su recepción de la realidad no produce en esta deformaciones, como parece postular Nietzsche. Los hechos se imponen como un elemento insoslayable; el ser humano da sentido a los hechos, pero no los inventa. Es decir, los valores no pueden deformar la realidad hasta transformarla a nuestro gusto, no podemos jugar con la realidad para que se plegue a nuestros deseos (como quería el “niño” nietzscheano de la transvaloración). El perspectivismo de Ortega no es relativista porque la perspectiva no es que sea una característica de la visión de los individuos, sino de la misma realidad. La verdad es una, pero se puede expresar de distintas maneras, por lo que hay un imperativo de integrar perspectivas por medio del diálogo y la argumentación, alejándose de la metáfora y del arte trágico nietzscheano. La filosofía es saber sistemático y conceptual, y los conceptos son esquemas que nos permiten ordenar la realidad, no cáscaras vacías de contenido real.
Siguiendo con la relación epistemológica, para Nietzsche la razón no puede captar la esencia de la realidad, porque esta es devenir, desarrollo, voluntad de poder. Al dejarnos guiar por la razón y despreciar los sentidos y los instintos, estamos despreciando, a su vez, la vida. La razón, para Nietzsche, y su lenguaje conceptual, es la causante del triunfo de lo apolíneo sobre lo dionisiaco y de la decadencia de Occidente, del nihilismo como pérdida de valores vitales. Para Ortega, aunque la razón no debe ser la razón del racionalismo y del idealismo, para no caer en el culturalismo (el equivalente al nihilismo nietzscheano), en el imperativo de la razón sobre la vida (la adoración a los valores absolutos desconectados de la vida y reflejados en la filosofía, la ciencia, el arte, la moral), la razón vital e histórica es algo irrenunciable a la vida humana. El ser humano desea la verdad, no ya como mentira útil para la supervivencia o voluntad de autoengaño, sino como conquista vital de sentido. Ortega intenta así conciliar la razón con la vida, sin subordinar la una a la otra. La razón es una facultad humana indispensable para analizar las circunstancias. Actúa como los brazos de un náufrago para mantenerse a flote en el océano de la vida. Por esta conciliación de vida y razón, de vida y cultura, la filosofía de Ortega se llama raciovitalismo.
C) EL HOMBRE
Para Nietzsche, el hombre es instinto. Ha de tener la valentía de ejecutar sus instintos, de alimentar los valores vitales. El hombre definido como buscador de valores absolutos (Verdad, Bien, Belleza) es una ilusión del racionalismo, que niega la vida. La filosofía occidental ha definido al hombre como lo que no es: intelecto, razón.
Ortega coincide con Nietzsche en sostener que la esencia del ser humano es la vida, pero, al contrario que Nietzsche, opina que el hombre no puede prescindir de la razón (de la cultura); la razón forma parte de la vida humana.
Con respecto a la consideración de la vida como proyecto, los dos filósofos presentan una idea parecida. El superhombre, para Nietzsche, y el hombre con existencia auténtica, para Ortega, son aquellos que forman su vida creativamente, de forma original y haciendo uso de su libertad.