España en el Contexto Intelectual de Ortega y Gasset

Contexto Histórico y Literario de Ortega y Gasset

En 1923, durante el reinado de Alfonso XIII, marcado por la inestabilidad política con 32 gobiernos sucesivos, el general Miguel Primo de Rivera encabezó un golpe de Estado. Ortega y Gasset mostró su oposición a la dictadura, lo que le llevó a dimitir de su cátedra. Con la caída de la dictadura, los republicanos ganaron terreno y propiciaron el fin de la monarquía, dando lugar a la II República (1931). Ortega, junto con otros intelectuales, fundó la Agrupación al Servicio de la República y fue elegido diputado a las Cortes Constituyentes. Sin embargo, un año después abandonó su escaño, descontento con la orientación radical de la Constitución de 1931, especialmente por la aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña.

Tras la victoria del Frente Popular en 1936, el golpe de Estado contra la II República desencadenó la Guerra Civil Española, forzando el exilio de numerosos intelectuales, incluyendo a Ortega, quien no regresó a España hasta una década antes de su fallecimiento. A esta inestabilidad política se sumaba el retraso industrial, económico y cultural de España en comparación con Europa, marcado por un elevado analfabetismo (alrededor del 50%), el caciquismo y la fuerte influencia de la Iglesia.

En contraste con este panorama, surgieron en España varias generaciones de intelectuales de gran prestigio nacional e internacional. En el ámbito literario, Ortega fue contemporáneo de la Generación del 98, con figuras como Antonio Machado, Pío Baroja y Miguel de Unamuno, de quienes heredó la preocupación por el “problema de España”. Perteneció y lideró la Generación del 14 o Novecentismo, donde destaca Ramiro de Maeztu y José Ortega y Gasset, caracterizada por su enfoque metódico, racional y orientado a la acción práctica. Esto se refleja en su relación con Unamuno, a quien Ortega consideró un maestro en su juventud, pero con quien compitió por el liderazgo cultural al defender un programa regeneracionista de modernización de España, al que Unamuno se había opuesto. Es importante destacar la influencia del pensamiento de Ortega en los autores de la Generación del 27, a quienes dio difusión a través de la Revista de Occidente, fundada en 1923.

A estos intelectuales se suman figuras científicas como Santiago Ramón y Cajal y Severo Ochoa, filólogos e historiadores como Marcelino Menéndez Pelayo y Claudio Sánchez-Albornoz, entre otros. Todos ellos contribuyeron al intento de elevar el nivel cultural y científico de España para transformar la sociedad, un proyecto regeneracionista que la Guerra Civil truncó.

Contexto Filosófico de Ortega y Gasset

Aunque el neokantismo alemán fue fundamental en la formación filosófica de Ortega, destacaremos la influencia de Miguel de Unamuno, pensador español a quien Ortega consideró inicialmente un maestro y de quien heredó la preocupación por el “problema de España”. Es conocido el enfrentamiento público entre ambos debido a sus diferencias de pensamiento y actitud vital, especialmente en cuanto a la religión. Para Unamuno, el espiritualismo místico era parte esencial de España, mientras que Ortega creía que España debía abandonar la religiosidad y abrazar el racionalismo europeo.

A pesar de sus diferencias, ambos reflexionaron sobre problemas similares en un contexto filosófico marcado por la influencia de Nietzsche, cuya huella en Ortega se aprecia en la concepción perspectivista de la realidad y en la reivindicación del concepto de “vida”. También destaca la influencia de la fenomenología de Husserl, quien buscó fundamentar una nueva epistemología centrada en el objeto o fenómeno. Ortega, con su concepto de “vida”, buscó equilibrar sujeto y objeto, “Yo” y “circunstancias”. En esta línea, Heidegger, discípulo de Husserl, desarrolló el existencialismo, que Ortega siguió de cerca. La idea de Heidegger del hombre como existencia, cuya esencia es temporal, fue recogida por Ortega en su proyecto raciovitalista. Finalmente, el historicismo de Dilthey, con su distinción entre ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu, influyó en Ortega, quien asumió el énfasis en el concepto de historia y la importancia de una historia de las ideas.