Evolución del Relieve Peninsular y Filosofía Sofista: Desde la Era Paleozoica hasta el Pensamiento de Sócrates

Evolución del Relieve Peninsular: Desde la Era Paleozoica hasta la Cuaternaria

La Era Paleozoica o Primaria (600-225 millones de años)

Durante este periodo, se produce la orogénesis herciniana, que da lugar a la formación de las cordilleras hercinianas, constituidas por materiales silíceos (granitos, cuarcitas, pizarras). Entre estas formaciones, destacan el Macizo Hespérico, el de Aquitania, el Catalano-Balear, el del Ebro y el Bético-Rifeño. El Macizo Hespérico constituye el actual zócalo de la Meseta Central.

La Era Mesozoica o Secundaria (225-68 millones de años)

Este periodo se caracteriza por una calma orogénica. La erosión continúa su trabajo, arrasando los viejos macizos y depositando los materiales en el fondo del mar, especialmente en las fosas bética y pirenaica. El Macizo Hespérico recibe capas de sedimentos que forman una cobertera plástica que descansa sobre el rígido zócalo paleozoico.

La Era Terciaria (68-2 millones de años)

Este es un periodo clave en la formación del relieve peninsular. En él se produce la orogenia alpina, que afecta tanto al rígido zócalo paleozoico como a las capas de sedimentos plásticos:

  • Los sedimentos depositados en los geosinclinales marinos se pliegan, emergiendo los Pirineos y los Sistemas Béticos.
  • Se originan las depresiones del Ebro y del Guadalquivir.
  • Se producen los rebordes montañosos de la Meseta: parte oriental de la Cordillera Cantábrica y Sistema Ibérico. Bajo estas montañas plegadas, el zócalo se fractura y, en algunos lugares, llega a aflorar en la superficie (estilo sajónico).
  • La presión de la orogenia alpina sobre los materiales antiguos, más duros y rígidos del zócalo Hespérico, produce un resquebrajamiento en bloques separados por fallas. Los bloques que se levantan (horts) dan lugar a la formación de las unidades montañosas del Macizo Galaico, del Sistema Central y de los Montes de Toledo. La zona sur se hunde y aparece la flexión-falla de Sierra Morena. Los bloques hundidos forman las cuencas sedimentarias de la Meseta.
  • Los zócalos paleozoicos de Aquitania, Catalano-Balear y Bético-Rifeño se fracturan, emergiendo restos en el Pirineo central, zona norte de la Cordillera Costero-Catalana y sur de las Béticas (Penibética).

Simultáneamente, en estas unidades de relieve se van produciendo diversos procesos erosivos, que arrancan materiales de las zonas elevadas y los depositan en las deprimidas. Estos materiales (margas, arcillas, areniscas, yesos y calizas) recubren las partes hundidas: cuencas sedimentarias y depresiones subalpinas. A finales del Terciario, la Meseta basculó hacia el oeste, configurando la red hidrográfica actual.

La Era Cuaternaria (iniciada hace 2 millones de años)

Este es un periodo de tranquilidad orogénica, en el que continúan los procesos erosivos iniciados en la época anterior. Adquieren especial importancia el modelado glaciar (con sus valles en U, circos, morrenas) y el modelado de origen fluvial (hoces o tajos, terrazas, glacis, cárcavas).

Los Sofistas: Relativismo y Escepticismo

Originariamente, el término “sofista” era sinónimo de “sophós” (sabio), especialmente en el sentido de un saber práctico, entendido en asuntos morales y político-sociales. Además, tenía la connotación de educador, enseñando la “virtud” (“areté” en griego), un saber acerca de “asuntos domésticos y del Estado”, es decir, moral y política, con la finalidad de convertir a los discípulos en buenos ciudadanos. Los sofistas se caracterizaban por ser profesionales de la enseñanza, cobrando por impartir conocimientos útiles para el éxito en la vida de la polis. Su enseñanza era esencialmente humanística (cálculo, geometría, astronomía, música, gramática y, sobre todo, retórica, que permite el dominio de la palabra, tan importante en política) y con un proyecto claro y sistemático de educación (“paideia“) que rompía con la enseñanza tradicional, inapropiada para las exigencias de la época democrática. Sin embargo, en la obra de Platón, el término adquiere un sentido peyorativo, como “sabio aparente” o “mercachifle” (por cobrar por sus enseñanzas), debido a la reacción anti-sofista de Sócrates y Platón. Este último sentido es el que ha permanecido históricamente.

Relación entre el Relativismo de Protágoras y el Escepticismo de Gorgias

La relación entre ambas teorías consiste en que el escepticismo parte de una posición relativista, defendida por Protágoras. Por lo tanto, el escepticismo se basa en el relativismo.

  • Relativismo (Protágoras): Doctrina mantenida por Protágoras, recogida en su principio más famoso: “El hombre es la medida de todas las cosas”. Este principio recoge las ideas principales de Protágoras: interés único por los asuntos humanos (giro antropológico, oposición a la filosofía presocrática), que se traduce en un rechazo de la búsqueda de la esencia de las cosas para establecer lo que son o significan para el hombre. Las cosas son lo que parecen o nos parecen ser, es decir, apariencia. Entonces, todas las opiniones (pareceres) son verdaderas.
  • Escepticismo (Gorgias): Defendido, entre otros sofistas, por Gorgias, quien mantiene fundamentalmente un escepticismo lingüístico. Basándose en el relativismo, considera que las palabras responden a las experiencias de quien las pronuncia, que no son siempre las mismas que las de quien las recibe. Este argumento destruye la comunicación lingüística entre los individuos y la significación del lenguaje.

Sócrates y el Intelectualismo Moral

Explicación de la Ética Intelectualista de Sócrates

Después del relativismo moral de los sofistas, se hace necesario definir los conceptos para restablecer la moral y la comunicación, y así hacer posible el diálogo sobre temas morales y políticos. Es necesario definirlos con exactitud porque, según Sócrates, solamente sabiendo qué es la justicia se puede ser justo, y solamente sabiendo qué es lo bueno se puede obrar bien. A esta teoría se le denomina intelectualismo moral. Esta doctrina, que en un principio nos puede resultar chocante (el que obra mal es un ignorante), debemos analizarla. Sócrates tomó siempre el saber productivo, técnico, como modelo para su teoría del saber moral. Los griegos solían distinguir dos ámbitos generales del saber: el saber teórico o teorético (“teoría“, conocimiento encaminado a la verdad, contemplativo) y el saber práctico (encaminado a la acción). Dentro de este último, distinguían, a su vez, los saberes encaminados a la producción de objetos (técnica, “poíesis“, “tékhne“) y el saber encaminado a regular la conducta (“praxis“, en griego) individual y social (moral y política respectivamente). Tomemos como modelo las actividades de tipo productivo o técnicas (“poíesis“, ingeniería, arquitectura… el ejemplo utilizado por Sócrates es el de zapatero): un zapatero es aquel que hace zapatos. Es evidente que solamente es capaz de hacer zapatos aquel que sabe qué es un zapato (cuáles son los materiales a utilizar y la forma de unirlos). En el ámbito moral, diremos que un hombre justo es aquel que realiza acciones justas, da consejos justos, dicta leyes justas… Así como solamente es capaz de hacer leyes, acciones o consejos justos aquel que sabe qué es la justicia (el que actúa justamente sin saber qué es la justicia lo hace simplemente por casualidad, por suerte). Una consecuencia del intelectualismo moral es que, en esta teoría, no hay lugar para las ideas de pecado y culpa (propias del cristianismo). El que obra mal no es en realidad culpable, sino ignorante. Un intelectualismo llevado a sus últimas consecuencias traería consigo la exigencia de suprimir las cárceles; los criminales deberían ser enviados a la escuela en lugar de a la cárcel. El intelectualismo moral no es una doctrina exclusivamente socrática; es la forma griega de entender la moral, en líneas generales.

Crítica al Intelectualismo Moral de Sócrates

En Sócrates encontramos una concepción excesivamente rígida del ser humano: solo razón, solo inteligencia, como muestra Platón en la paradoja que recoge en el diálogo llamado “Hipias menor“.

Principal Aportación de Sócrates al Pensamiento Occidental

El nuevo enfoque sobre el hombre de Sócrates consiste en el descubrimiento de la subjetividad humana como fuente de moralidad. En este sentido, cabe interpretar su adopción del lema del Oráculo de Delfos: “CONÓCETE A TÍ MISMO“. Esta máxima no solo se traduce en una actitud de insensibilidad completa hacia lo exterior (giro antropológico), sino en una teoría del conocimiento peculiar centrada en la idea.