KANT: Conocimiento y Realidad
En su obra “Crítica de la Razón Pura”, Immanuel Kant analiza la naturaleza y los límites del conocimiento humano. Su objetivo es responder a la pregunta: ¿Qué podemos conocer y cómo podemos conocerlo? Kant comienza considerando el conflicto entre el Racionalismo y el Empirismo, proponiendo una revisión crítica de la Razón Pura, nuestra capacidad innata de conocer.
Kant sostiene que la ciencia se basa en juicios sintéticos a priori, que son extensivos, universales y necesarios, pero que no dependen de la experiencia empírica. Estos juicios son posibles gracias a las condiciones trascendentales de la Razón, que son anteriores a la experiencia y universales para todos los individuos. Kant desglosa estas condiciones en tres facultades de la Razón: la Sensibilidad, el Entendimiento y la Razón.
La Sensibilidad es la capacidad de percibir de forma pasiva y se basa en intuiciones puras como el espacio y el tiempo, que no son características de la realidad externa sino de la mente humana. El Entendimiento, por su parte, implica la capacidad de pensar de forma activa y se basa en conceptos puros o categorías del entendimiento, que son los principios fundamentales mediante los cuales organizamos nuestra experiencia.
Para Kant, la ciencia se apoya en el uso del Entendimiento y sus categorías, que posibilitan juicios sintéticos a priori en la física. Sin embargo, distingue entre el fenómeno, que es lo que percibimos y comprendemos aplicando nuestras intuiciones y categorías, y el noúmeno, que es la cosa en sí misma y que trasciende nuestra experiencia. Kant sostiene que la ciencia solo puede conocer los fenómenos, ya que el noúmeno es incognoscible.
La Razón, por último, busca unificar los juicios del Entendimiento a través de la Metafísica, que intenta conocer realidades más allá de la experiencia, como Dios, el alma y el mundo total. Sin embargo, Kant advierte que la aplicación de las categorías del entendimiento sobre objetos no experimentables conduce a contradicciones y paradojas. A pesar de estas limitaciones, Kant reconoce la aspiración humana hacia un conocimiento incondicionado y absoluto, representado por las ideas metafísicas.
KANT: Moral y Ética
En su obra “Crítica de la Razón Práctica”, Kant aborda la moral y busca responder a la pregunta: ¿Qué debo hacer? Distingue entre dos tipos de sistemas éticos: las éticas materiales y la ética formal. Las éticas materiales se basan en la experiencia y establecen el Bien en función de una finalidad determinada. Kant critica este enfoque, argumentando que una moral basada en la experiencia es heterónoma, es decir, la norma moral es determinada por algo externo al individuo.
En contraste, defiende una ética formal, que es a priori y universal, basada en el deber establecido por la razón misma del individuo. Según Kant, la moralidad se fundamenta en la buena voluntad, que es la disposición de cumplir el deber por el puro deber, por respeto a la razón. Una acción es moral solo si se realiza por buena voluntad, sin buscar ningún fin ulterior. El bien moral, entonces, radica en el cumplimiento del deber establecido por la propia razón.
El imperativo categórico es la expresión del modo en que debemos actuar para determinar una norma moral que guíe nuestras acciones de manera efectivamente moral. Se presenta como una orden incondicional de la razón y tiene formulaciones como: “obrar según una norma que pueda ser ley universal” y “tratar a todo ser racional como un fin en sí mismo”. Además, Kant postula tres supuestos de la razón práctica: la libertad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. La libertad es necesaria para que el individuo pueda actuar de acuerdo con el deber moral. La inmortalidad del alma se deriva de la exigencia de cumplir el deber de manera continua, y la existencia de Dios se postula como garantía de la unión entre virtud y felicidad.
Nietzsche: El Problema de la Realidad y el Conocimiento
Nietzsche critica la metafísica tradicional, que ha considerado como verdadera realidad de las cosas a las esencias y por tanto la realidad es concebida como algo estático, fijo e inmutable. La metafísica ha distinguido entre una realidad verdadera y superior, y una realidad falsa o aparente. Pero la “invención” de este otro mundo superior es producto en realidad producto del resentimiento y temor hacia la vida de los filósofos, que rechazan la vida tal y como esta es. Este impulso contra la vida es denominado por Nietzsche “Voluntad de Verdad” y consiste en utilizar la razón para afirmar la supremacía de las esencias, lo estático, vengándose así del devenir de la realidad, de la vida que no se puede dominar.
Frente a la metafísica tradicional, Nietzsche afirma la realidad como devenir sin finalidad ni meta. Esta realidad cambiante y múltiple se presenta al ser humano a través de perspectivas. Estas perspectivas en las que se da la realidad son propias de cada momento de la vida individual. Por ello, no existe una perspectiva verdadera y la Voluntad de Verdad, que pretendía una verdad absoluta, única, universal e inmutable, es falsa.
Por ello, Nietzsche defenderá la “Voluntad de Poder” que supone asumir y enfrentarse a la realidad cambiante afirmando una perspectiva individual de forma temporal para vivir más plenamente. Con la Voluntad de Poder se reconoce la realidad como cambiante y la inexistencia de la verdad, admitiendo la elección de una perspectiva entre las múltiples posibles para potenciar la propia vida.
El Problema del Ser Humano según Rousseau
Rousseau distingue entre el hombre natural y el hombre social. El hombre natural es aquel que vive en el estado de naturaleza, una época histórica hipotética que permite a Rousseau desarrollar la idea del mito del buen salvaje. El hombre en estado de naturaleza, antes de convivir en sociedad, era bueno y feliz, independiente en relación a los otros hombres y con un egoísmo no negativo. El buen salvaje tenía, así, un sano amor hacia sí que no implicaba buscar el mal de los otros hacia los que sentía compasión.
En este estado natural, el hombre mantenía sentimientos puros, no coartados o envenenados por el prejuicio social, y una relación directa con la naturaleza. Este estado natural de cómo sería el ser humano en sus hipotéticos orígenes se enfrenta al hombre social, aquel que vive en un estado de sociedad o estado cultural. En este estado social, que sí que es real frente al natural, el hombre no es un ser feliz y bueno, sino que está llevado por un egoísmo malsano por el cual busca su propio interés en detrimento de los otros seres humanos.
Así, la cultura y el progreso no han hecho al ser humano más feliz y más bueno, como creían la mayoría de los pensadores de la Ilustración, sino que lo han hecho más desigual, injusto y profundamente infeliz. Cultura y progreso no actúan pues como elementos emancipadores, sino que dentro de la sociedad son elementos que han corrompido a los hombres.
El Problema de la Sociedad según Rousseau
Rousseau identifica la desigualdad como el núcleo del malestar social, argumentando que surge de la introducción de la propiedad privada, lo que conduce a una competencia exacerbada y un egoísmo que socava la cooperación y la felicidad colectiva. En este contexto, la sociedad actual se convierte en una estructura injusta que no permite la realización plena de los individuos.
Para abordar este desafío, Rousseau presenta su concepto de Contrato Social, una vía para reorganizar la sociedad de manera justa y equitativa. Este contrato no busca regresar al estado de naturaleza, sino utilizarlo como un punto de referencia para crear las bases de una sociedad legítima y acorde con la naturaleza humana.
En este pacto social, el pueblo es reconocido como soberano, y la voluntad general, que representa el interés común, se convierte en la guía suprema sobre los intereses individuales. Es un compromiso donde cada individuo renuncia a su egoísmo personal en aras del bienestar colectivo, asegurando así la libertad y la igualdad para todos los ciudadanos.
El Problema del Conocimiento y el Problema del Ser Humano para Marx
, el auténtico conocimiento es la praxis, la actividad teórico-practica a través de la cual el ser humano transforma la realidad. La praxis sigue un proceso dialéctico que implica utilizar el entendimiento que transforma racionalmente la realidad en la mente o pensamiento como actividad teórica, para después aplicar la sensibilidad activa que transforma empíricamente la realidad en algo racional de forma concreta, la actividad práctica. Por ello, sólo se podrá afirmar la verdad de lo pensado cuando se haya realizado en el mundo. Toda teoría únicamente especulativa (abstracta) de la realidad es, por tanto, falsa (“Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”). Según Marx, el ser humano se realiza como tal al transformar la realidad y humanizarla haciéndola racional, cumpliendo su praxis. En Marx, la realidad externa existe como forma social producida por el trabajo humano y no como algo natural. Además, Marx afirma que las relaciones sociales (de esclavitud, de vasallaje, de explotación, de igualdad) son relaciones existenciales, pues posibilitan y condicionan concretamente la existencia de cada individuo y de ellas depende cómo será su vida. Una sociedad será justa si permite a todo ser humano cumplir libremente esta praxis desarrollando con ello su racionalidad en condiciones de igualdad.