Filosofía Griega: La Ética y el Conocimiento en Sócrates, Platón y Aristóteles

Sócrates

La importancia de Sócrates

Orientación práctica de la filosofía. Para él, la filosofía debe ser un aprendizaje para ser luego una práctica. Y nada enseña tanto como la convivencia ciudadana. Sócrates dirá: “Me gusta aprender y el caso es que los campos y los árboles no quieren enseñarme nada pero sí, en cambio, los hombres de la ciudad” (Fedro). Tal preocupación práctica y urbana aproxima la concepción de Sócrates a los sofistas.

Superación del convencionalismo sofístico: la definición. La doctrina socrática radica en el combate contra el convencionalismo intelectual y el relativismo moral de los sofistas.

Clarificación del lenguaje usual. Muchos términos, decisivos para juzgar conductas o cosas, son usados con ambigüedad e inducen a confusión.

Conciencia moral, conocimiento y felicidad

La doctrina socrática tiene una finalidad ética:

  • El criterio de moralidad. El criterio básico de la moral radica en la fidelidad a la propia razón, que Sócrates llama “voz”, “espíritu” o “divinidad interior”. La rectitud moral, por tanto, va asociada a un conocimiento de uno mismo.
  • Conocimiento y bien. La clarificación interior debe ir acompañada de la información y el conocimiento, porque la ignorancia es causa de las malas conductas.
  • La felicidad. Quien sabe escoger es posible que no experimente un placer inmediato. La ética socrática, pues, no es hedonista, no busca el placer, sino eudemonista.
  • La injusticia: el peor de los males. En la búsqueda de la felicidad no tienen cabida la injusticia ni la malevolencia hacia los demás, porque eso supondría perjudicarse a sí mismo.

El método socrático: el diálogo

El uso socrático del lenguaje se diferencia profundamente del que realiza el sofista, ya que no se trata de un discurso retórico, sino de un diálogo. La fidelidad al espíritu del diálogo impone ciertas condiciones:

  • Los acuerdos son consecuencia de opiniones, no gratuitas, sino argumentadas por cada interlocutor.
  • Los interlocutores llegan a conclusiones que consideran siempre probables sin zanjar definitivamente los asuntos. Esto no implica una actitud escéptica, sino conciencia de que en los asuntos humanos…
  • El recurso al diálogo nos irá convenciendo de que tenemos muchas más ignorancias que conocimientos, nos vamos dando cuenta de lo mucho que no sabemos.

Estructura metodológica del diálogo

En el diálogo socrático pueden distinguirse dos actitudes, la crítica y la doctrinal, para llegar a una conclusión:

  • Actitud crítica-dubitativa: la ironía. La ironía es la actitud que aminora las certezas, las pone en entredicho y suscita desconfianza frente a lo que alguien dice saber. Partiendo de la premisa de la propia ignorancia, la ironía pretende hacer dudar al interlocutor.
  • Actitud doctrinal-positiva: la mayéutica. La segunda parte del proceso se conoce como mayéutica, que etimológicamente significa ‘ayudar a generar, a nacer’ ideas.
  • Sócrates no niega la capacidad racional de cada individuo, pero está convencido de que la razón no despliega su potencia más que comunicándose y compartiendo argumentos con los demás.
  • Conclusión del diálogo. Los dos momentos del método van encaminados a una conclusión: formular una definición o inducir un concepto o principio general que tenga cierto valor universal.

Platón

Influencias míticas en el platonismo

  • Distinción entre lo material y lo inmaterial. Para los griegos, hay entidades materiales, como los cuerpos, y entidades inmateriales o espirituales.
  • Preexistencia de las almas. Como ser inmaterial, el alma humana preexistía a su incorporación, habitante de un lugar que Platón llama “supraceleste”. En el mismo lugar residen las ideas de todo cuanto hay en el mundo real o sensible. El alma habría convivido con las Ideas, “comiendo su pan” (Fedro), aunque luego las olvida. Volverá a “recordarlas” cuando se encuentre con las cosas reales, al reencarnarse de nuevo en un cuerpo.
  • Incorporación del alma. El alma se encarnó en el cuerpo por obra de un artífice celeste (demiurgo), ordenador de la totalidad del universo.
  • El Bien como modelo. Este artífice es bueno, en él no “tiene cabida la envidia”, por eso hay bienes en el mundo, sobre todo en el alma humana.
  • Funciones espirituales. Porque es inmaterial, el alma tiene funciones inmateriales o espirituales, como el conocimiento y todo el ámbito intelectual, afectivo y moral.

La naturaleza del alma

Alma y cuerpo no forman una unidad substancial: cada uno mantiene su entidad diferenciada del otro. Se trata de una unión accidental; el alma cae en un cuerpo y busca purificarse:

  • El alma es entendimiento (lógos nóus). Su parte inteligible se ejerce como conocimiento, entendimiento y capacidad de razonar. Es su función más específicamente humana.
  • El alma es sentimiento (thymós). Su parte irascible es impulso de los sentimientos y afectos más nobles. Actúa como corazón, al que se asocia toda la esfera afectiva del ser humano.
  • El alma es impulso pasional (epithlmía). De su parte concupiscible se originan las pasiones, deseos e impulsos más específicamente corporales. Pone en acción los apetitos y ansias de posesión y de placer.

¿Qué significa el mundo de las ideas?

A las creencias míticas ha llevado a leer que Platón defiende dos mundos: el mundo de las ideas o inteligible y el mundo real o sensible. Platón creía en la preexistencia de las almas, así como todos creían que todas las realidades materiales son combinación y transformación de una materia anterior. Ahora bien, sus referencias a la preexistencia de las Ideas es más que un modo simbólico de expresar que las ideas “son de la misma naturaleza que el alma”, inmateriales y espirituales:

  • Que el alma las haya “visto” allí y las “recuerde” aquí quiere decir:
  • El alma tiene la capacidad de encontrar en sí misma las ideas de las cosas, cuando conviva con ellas en este mundo material o sensible.
  • El alma contiene todos los ideales racionales.
  • En el alma radican los axiomas y principios lógico-matemáticos.
  • El mundo de las ideas, por tanto, no está fuera de este mundo, porque es nuestra propia alma-entendimiento el verdadero lugar inteligible.

Conocer es recordar: la reminiscencia

En el alma buscamos las Ideas adecuadas para hablar con, no porque el alma las haya “visto”, sino porque la naturaleza espiritual y racional del alma consiste precisamente en esta facultad de sacar de sí misma lo que es de su misma naturaleza. Pero no existe una sola Idea sin una realidad sensible y material que la suscite. No es que el alma extraiga las Ideas de las cosas, sino que forma las ideas a partir de su propia actividad racional. Las cosas son recordatorios (reminiscencia, anamnesis), para que el alma actúe sobre sí misma con el fin de encontrar la idea correspondiente que sea válida para todos los objetos vistos y no vistos o incluso inexistentes.

Funciones cognoscitivas de las ideas

  • Las Ideas son trascendentes. Su significación no depende de quien las usa ni del objeto al que son aplicadas. Las Ideas “Árbol” o “Flor” tienen la misma significación.
  • Las ideas son núcleos de sentido ideales desde el punto de vista lingüístico. De ellos extraemos el significado que atribuimos a las cosas. Nuestro lenguaje usual tiene sentido porque las palabras expresan Ideas.

La dialéctica ascendente: los grados de conocimiento

Platón propone un itinerario ascendente, conocido como dialéctica ascendente, dividido en dos estadios que expone con la conocida analogía o símil de la línea.

  • Primer estadio: conocimiento sensible. Proporciona opinión (doxa). Está dividido en dos grados:
  • Las conjeturas o imágenes son el conocimiento más imperfecto porque ni siquiera vemos el objeto, sino su sombra o imagen.
  • La creencia se corresponde con la visión directa y sensible de las cosas.
  • Segundo estadio: conocimiento inteligible (noesis). Proporciona ciencia (epistéme). Tras la visión sensible de los objetos, si aprendemos y nos educamos, podremos prescindir de su materialidad y trabajar solo con el entendimiento.
  • El conocimiento discursivo (dianoia), también llamado conocimiento por conceptos, leyes o principios, porque exige razonamiento. Lo alcanza quien aprende y se educa en la ciencia correspondiente. Es el conocimiento propiamente científico en nuestro sentido actual.
  • El conocimiento intuitivo (epistéme) es el llamado propiamente “ciencia”, no experimental, sino intuitiva: es decir, la que alcanza aquella persona que, después de recorrer los estadios anteriores, ya sin necesidad de razonar, percibe con plena clarividencia lo que son las cosas.

Las virtudes: excelencias en la acción

Virtud a la excelencia en cualquier orden de actividad: la virtud del ojo es la agudeza visual. La virtud no es un acto aislado, sino un hábito permanente. Las virtudes antropológicas son excelencias del alma, es decir, hábitos que impulsan a actuar y obrar con la mayor perfección posible:

  • Sabiduría/Prudencia (sophía/phrónesis). Es agudeza de espíritu para hacer lo conveniente en cada situación. Representa la parte más divina del ser humano, al que motiva hacia lo más adecuado para alcanzar la verdad intelectual y el bien moral.
  • Fortaleza (andreía). Es esfuerzo y capacidad para sobreponerse al trabajo, al sufrimiento y al dolor. Fomenta pasiones nobles, como la generosidad. Requiere entrenamiento y educación corporal y psicológica.
  • Templanza (sophrosýne). Es dominio de uno mismo, serenidad y moderación. Fomenta la liberación de las pasiones que perturban la paz psicológica y espiritual.
  • Justicia (dikalosýne). Virtud general que une y armoniza todas las demás, asignando a cada una su función. En la práctica, más que su regulación, es el resultado del funcionamiento armónico de todas las virtudes.

La vida social y política

  • Los ciudadanos desempeñarán los cargos y profesiones más adecuadas con tendencia predominante de su alma.
  • Platón distingue tres clases sociales: los gobernantes, los guardianes y comerciantes y artesanos o productores. En cada grupo predomina una parte del alma tripartita: inteligible en los gobernantes, irascible en los guardianes y concupiscible en los comerciantes.
  • La justicia se refleja, para Platón, en el “cumplimiento por cada clase social de la función específica que le corresponde”; es decir, que el gobernante gobierne con prudencia.
  • Las leyes deben buscar el bien común, basadas en Ideas o principios universales y no en visiones de grupo o de intereses particulares.
  • La educación va dirigida fundamentalmente al alma, para suscitar en ella el aprendizaje y el conocimiento. Debe orientarse hacia los más aptos para el gobierno: intelectuales y sabios.
  • Para las dos clases superiores -gobernantes y militares- propone la comunidad de bienes, mujeres e hijos como medio para que todos trabajen para todos los fines individualizados.

Aristóteles

La vinculación de la razón con la experiencia

La abstracción es el proceso de ascenso por el que la razón va prescindiendo de lo sensible para configurar las ideas y el conocimiento racional. Proceso de abstracción en el que actúan conjuntamente los sentidos y la razón. Son los siguientes:

  • Observación directa de las cosas por los sentidos. El punto de partida de todo conocimiento es la observación y percepción de los objetos o hechos.
  • Recuerdo y confrontación de las observaciones. Mediante la memoria, el entendimiento recuerda y relaciona las observaciones. Se forma así la experiencia.
  • Formación de una imagen común. El entendimiento retiene lo que hay de común entre las experiencias percibidas y, mediante la imaginación…

El conocimiento científico

En Aristóteles, el principio fundamental y casi único es el principio de no contradicción. De él se derivan todos los demás principios del conocimiento. Aristóteles formula los principios o Ideas generales de todas las ciencias, incluso de la metafísica, a partir de procesos de inducción. Distingue tres tipos de actividad humana:

  • La actividad teorética da lugar a las ciencias teoréticas, que son de dos clases: conocimiento filosófico o sabiduría (matemáticas, física, teología (filosofía primera)) y conocimiento empírico.
  • La actividad práctica da lugar a las ciencias prácticas, no en el sentido actual, sino en cuanto que implican una actividad que tiene su fin en el propio agente.
  • La actividad poiética o productiva tiene como finalidad producir una obra exterior al agente.

La materia y la forma

  • El ser está compuesto de materia y forma.
  • La materia es el principio que la razón concibe como sustrato permanente para poder decir que las cosas cambian y no se destruyen en cada cambio.
  • La forma es la manera concreta y definida de presentarse la materia. Si los cambios son accidentales, la nueva forma es también accidental: el ser humano pasa de niño a joven (forma) sin dejar de ser el mismo.

Las causas del ser

  • Eficiente: ninguna sustancia sería real sin una causa. Solo hay una sustancia incausada: la divinidad.
  • Formal: coincide con la propia sustancia de la cosa, es lo que hace que una cosa sea lo que es.
  • Material: aquello de lo que está hecha la sustancia, sus elementos estructurales.
  • Final: designa el objetivo o fin para el que algo está constituido.

Las virtudes morales o éticas

Deben regir y dirigir las virtudes o excelencias éticas, es decir, las que tienen que ver con las conductas concretas. La virtud ética consiste en la capacidad para escoger el justo medio entre dos términos, no excediéndose ni por exceso ni por defecto. Es, por tanto, la virtud un modo de ser selectivo, siendo un término medio relativo a nosotros, determinado por la razón.

Entre el gran número de virtudes éticas o morales que Aristóteles cita, las más importantes son:

  • Fortaleza: justo medio entre cobardía y temeridad. Determina lo que debemos o no temer.
  • Templanza: justo medio entre intemperancia e insensibilidad. Regula el uso moderado de los placeres.
  • Liberalidad: justo medio entre avaricia y prodigalidad.
  • Modestia: justo medio entre la timidez y la osadía.
  • Mansedumbre: justo medio entre irascibilidad e indolencia.
  • Justicia: es la virtud más determinante de la vida ética, porque comprende a todas las demás, en cuanto que genera la armonía de las diversas funciones del ser humano y su relación con los demás. Su ejercicio no es solo individual, sino social y político.

Felicidad y vida buena

Fiel a su realismo, Aristóteles añade dos condiciones para una “vida buena”:

  • Combinar los dos tipos de virtudes. Nadie es feliz por completo solo mediante la práctica de las virtudes intelectuales. La vida contemplativa es superior a la activa.
  • Disponer de bienes. La vida buena solicita el disfrute de ciertos bienes relacionados con el cuerpo que, si no son virtud, favorecen su cumplimiento. De ellos, los más importantes son la buena salud corporal y la prosperidad en el trabajo.

La perfección intelectual: las virtudes racionales o dianoéticas