Hume, Rousseau y Kant: Un recorrido por la filosofía moderna

Hume: Empirismo y crítica de la razón

Una teoría empirista del conocimiento

Para Hume, los contenidos de la mente son percepciones, que se dividen en impresiones (datos inmediatos de la experiencia) e ideas (copias de las impresiones). No existen las ideas innatas. La diferencia entre impresiones e ideas radica en la intensidad. Además, existen impresiones de sensación (de las que surgen las ideas que provocan las impresiones de reflexión) y de reflexión.

Las ideas se dividen en simples y complejas. Las simples corresponden a una impresión, y de ellas se siguen las ideas complejas, que son el resultado de la actividad de la memoria. Las ideas de la memoria son intensas y mantienen la forma y el orden de las impresiones originales, mientras que las de la imaginación alteran la figura y la secuencia según tres principios: los de semejanza, contigüidad y causalidad.

Tipos de conocimiento y crítica de la idea de causa

Hume distingue dos tipos de conocimientos: las relaciones de ideas (se refieren a la relación entre las ideas que componen una proposición, sin hacer referencia a la experiencia, dan lugar a las proposiciones analíticas, en las que el predicado está contenido en el sujeto y son necesariamente verdaderas) y las cuestiones de hecho (que se refieren a los hechos, al mundo y por tanto dependen de la experiencia, dan lugar a proposiciones sintéticas, en las que el predicado añade información nueva a la que incluye el sujeto y pueden ser verdaderas o no).

Una idea será verdadera si procede de alguna impresión, de lo contrario es una ficción. La relación causa-efecto se basa en la experiencia, nunca podemos descubrir en ella una conexión necesaria entre los hechos, sino simplemente que en un hecho (efecto) se sigue de otro (causa). No podemos garantizar que la conexión se dé siempre, solo podemos creer que ocurrirá.

Crítica de la idea de sustancia

Hume aplica su exigencia de referir las ideas a impresiones para saber si las sustancias del racionalismo son verdaderas. Respecto al mundo corpóreo (sustancia extensa), solo tenemos impresiones, porque la idea de una realidad externa que está más allá de ellas no se basa en experiencia alguna. En cuanto al yo (sustancia pensante), se reconoce a través de sus distintas y sucesivas ideas. Nuestras impresiones están unidas por asociación en la imaginación, y no deberíamos atribuir una identidad a lo que solo es una sucesión de percepciones diferentes en perpetuo flujo y movimiento.

Tampoco la existencia de Dios (sustancia infinita) puede demostrarse, ni a priori (ideas que no proceden de la experiencia, argumento ontológico), porque la existencia es una cuestión de hecho, ni a posteriori (dependen de la experiencia), porque habría que basar la demostración en una analogía (comparación que se establece entre términos de dos o más sistemas) con las obras humanas, pero la analogía es una forma débil de razonamiento.

Fenomenismo y escepticismo

Las tres sustancias cartesianas (mundo, yo y Dios) no podemos conocerlas. La realidad queda reducida a impresiones, a fenómenos (lo que se manifiesta y por tanto lo que podemos conocer de la realidad). Esto parece llevar al escepticismo moderado que conduce directamente a la tolerancia, al no estar seguros de ningún conocimiento, debemos mantener la libertad de acción y de pensamiento en nuestros comportamientos y nuestras actitudes. También debe servir al iniciar una investigación filosófica para liberarnos de prejuicios y alcanzar la imparcialidad.

Rousseau: Crítica de la sociedad y la educación

Crítica de la sociedad

Para Rousseau, el ser humano es bueno por naturaleza, pero se hace malo porque en sociedad degenera y se corrompe. El error de los ilustrados es creer que el progreso de la civilización y de la ciencia marcha paralelo al progreso de la felicidad y la moralidad del hombre. En cambio, ha sucedido lo contrario: el progreso de las ciencias y la naturaleza humana ha uniformizado a los hombres y deformado sus sentimientos naturales. En las sociedades civilizadas, lo artificial ha sustituido a lo natural, son sociedades que distorsionan la naturaleza del hombre.

En el estado de naturaleza, los seres humanos eran pocos y vagaban libremente por la naturaleza. El hombre natural (buen salvaje) se caracterizaba por su inocencia, igualdad y libertad, y por sentimientos como el amor de sí mismo (que lo impulsaba a conservar la vida) y la piedad (que lo llevaba a compadecerse de sus semejantes). El fin del estado de naturaleza se produjo cuando los seres humanos comenzaron a formar sociedades más complejas, se instituyó la propiedad privada, que provocó la transformación del amor a sí mismo en amor propio, con lo que se fomenta la envidia y el orgullo, surgiendo así la ambición, la rivalidad económica y la desigualdad social.

Las relaciones del ser humano con la naturaleza fueron sustituidas por el dominio de unos individuos sobre otros, apareciendo el Estado, creado por los más poderosos para dominar a los débiles. Las ciencias y las artes terminan por domesticar al ser humano, usando los artificios y sutilezas de la razón, y mediante la educación eliminan cualquier resto de la naturalidad en su comportamiento, permaneciendo solo el sentimiento moral y habla a través de la conciencia que le recuerda al hombre la libertad y la bondad naturales que ha perdido y que debe tratar de recuperar.

El problema de la educación

Según Rousseau, es imposible retornar a la situación de libertad, igualdad y felicidad originarias, pero es posible recuperarla en parte suprimiendo las barreras que la sociedad ha levantado entre los hombres. El primer paso es la transformación del individuo mediante la educación natural no represiva. Propone un sistema ideal de educación basado en la ausencia de toda imposición externa, el niño debe aprender a vivir libremente, conviviendo en tolerancia con los demás seres humanos, para ello hay que liberarlo de los falsos prejuicios y de los conocimientos inútiles que le inculca la sociedad.

Kant: Razón, moral y libertad

Pensamiento

Las cuestiones de la filosofía pueden sintetizarse en cuatro preguntas: ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué me cabe esperar? ¿Qué es el hombre? Kant emplea el método crítico mediante el que la razón se examina a sí misma a fin de averiguar cuáles son sus usos y limitaciones.

Conocimiento y realidad

Kant responde en la Crítica de la razón pura a la primera pregunta sobre el conocimiento. La cuestión más importante que se plantea es si la metafísica es una ciencia. Si lo es, el conocimiento no tendrá límites, pero si no lo es, sí los tendrá. Kant examina qué condiciones cumplen dos ciencias ya constituidas: la matemática y la física. Ambas son ciencias porque son capaces de enunciar leyes científicas, o juicios sintéticos a priori, estos amplían nuestro saber y son universales y necesariamente verdaderos.

Esto significa que, aunque todo nuestro conocimiento comienza por la experiencia, no todo el conocimiento procede de ella, sino que ha de haber unas formas, puestas por la mente en el sujeto. Kant consigue así sintetizar el empirismo y el racionalismo en el idealismo trascendental: la sensibilidad ofrece al entendimiento un material dado por los sentidos, que la mente del sujeto organiza mediante estructuras a priori. En esto consiste el”giro copernicano” de Kant, que sostiene que lo decisivo en el conocimiento es la mente del sujeto, que organiza los datos de los sentidos.

En el proceso de conocimiento, primero interviene la sensibilidad, mediante las intuiciones puras de espacio y de tiempo, que organiza el caos de sensaciones, constituyendo nuestra”representación menta” del objeto, el fenómeno. Después el entendimiento, con sus conceptos puros a priori, las categorías, organizan el caos fenoménico, permitiéndonos conocer las leyes de la naturaleza. Sensibilidad y entendimiento se complementan mutuamente, de forma que, para conocer un objeto, deben darse los fenómenos de la experiencia, y las categorías del entendimiento. Si alguna de estas dos condiciones falta, el conocimiento resulta imposible.

Kant deduce que únicamente nos es dado conocer las manifestaciones sensibles de la naturaleza, los fenómenos, porque están organizados en el espacio-tiempo, y podemos aplicarles las categorías; en cambio, las cosas en sí mismas, los noúmenos, pueden ser pensados pero no conocidos, porque no tenemos experiencia de ellos y no pueden aplicárseles las categorías. La última facultad que interviene en el conocimiento es la razón. Las principales ideas de la razón son tres: el alma, el mundo y Dios. Pero estas ideas se refieren a noúmenos, por lo que cuando la razón trata de conocerlos, cae en contradicciones consigo misma. Las ideas de la razón marcan el límite de nuestro conocimiento, se concluye que la metafísica no puede ser ciencia y debe abandonarse como tal.

La acción ética

Kant advierte que el único criterio que permite determinar el valor moral de una acción es la buena voluntad, aquella voluntad que al actuar se inspira en el deber y no en el interés personal. Ahora bien, las éticas anteriores han sido incapaces de encontrar el fundamento del deber, porque formulaban imperativos hipotéticos, que tienen una validez condicionada a la consecución de algún fin exterior al sujeto.

La ética kantiana descubre en la razón del sujeto una ley moral abstracta y universalmente válida, el imperativo categórico, que le ordena de un modo absoluto cómo ha de comportarse sin concesión alguna a sus inclinaciones. El imperativo categórico presupone la libertad del sujeto, porque solo un ser dotado de voluntad libre puede darse a sí mismo una ley moral; el individuo es libre en el ámbito moral porque se obedece a sí mismo, a su razón. La virtud es la voluntad de actuar siempre por deber, una conducta virtuosa exige respetar a todas las personas porque se trata de seres racionales.

Su ética culmina con la formulación de los tres postulados de la razón práctica: la libertad del sujeto, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. Estos tres postulados muestran”qué puede esperar el hombr” y el verdadero significado de las ideas de la razón.

as ideas de la razón.