Ideologías Políticas
Liberalismo político: ideología política que pone el acento en la libertad individual. Considera la sociedad como una suma de individuos, cada uno con sus intereses particulares y compitiendo entre sí. El Estado actuaría como un árbitro de la convivencia pero intentando intervenir lo imprescindible para garantizarla.
Anarquismo: ideología política basada en la democracia directa. Según el anarquismo, el poder del pueblo no puede delegarse a una institución (Estado) sino que debe ser ejercido directamente por el pueblo, por medio de un sistema asambleario.
Fascismo: ideología política que defiende la idea de nación como principal elemento de identidad de la ciudadanía y vincula esa nación con una “supuesta tradición” y valores, excluyendo a todo lo que no encaja con ese modelo. Promete una mejora del nivel de vida de los sujetos nacionales y promueve el rechazo a los extranjeros.
Socialismo: ideología política que defiende una concepción colectiva de la libertad, según la cual, la libertad, para ser real, tiene que ir acompañada de unos derechos económicos y sociales. Dentro del socialismo hay diferentes vertientes, desde el comunismo, que defiende que todas las empresas sean del Estado, a la socialdemocracia, que defiende una economía privada, pero acompañada de un fuerte sistema de impuestos progresivos y unos servicios públicos de calidad, así como cierto control, por parte del Estado, de los sectores esenciales de la economía.
Hannah Arendt y la Crítica a los Totalitarismos
Un sistema totalitario es aquel en el que el Estado controla todos los aspectos de la vida del individuo. En el siglo XX Hannah Arendt identificó así al nazismo y al estalinismo.
Características de los Sistemas Totalitarios:
- Individuos aislados y atomizados incapaces de pensar por sí mismos.
- Fuertes sistemas de propaganda.
- Culto al líder.
- Odio a un “supuesto enemigo” al que se culpa de todo.
En “Eichmann en Jerusalén”, Hannah Arendt crea el concepto de banalidad del mal (es el mal que hacen los individuos dentro de un sistema totalitario, incapaces de pensar por sí mismos, como si fueran máquinas).
Hannah Arendt defendía:
- Mal banal: el sujeto que lo realiza no piensa, no se considera responsable, actúa como un autómata.
- Mal radical: el sujeto lo hace conscientemente.
Hannah Arendt alerta del riesgo que supone que los sujetos no sean críticos ni piensen por sí mismos.
La Política: De la Polis Griega a la Modernidad
La palabra política viene de relativo a la polis (ciudad-Estado). La política es una reflexión acerca de la organización social. En la cultura griega, la actividad política (bios politikos) y la participación ciudadana eran muy valoradas.
El primer modelo de ciudadanía es la democracia ateniense (siglo V a. C.) que se regía por dos principios: isonomía (igualdad ante la ley) e isegoría (igual derecho a hablar en la asamblea). Esa democracia condena a muerte a Sócrates (“Apología de Sócrates”) y su discípulo, Platón, como reacción, escribe “La República”.
La Sociedad Ideal para Platón (siglo IV a. C.)
En su obra “La República”, Platón describe cómo sería la sociedad ideal, que consistiría en el gobierno de los más sabios. La sociedad se dividiría en tres grupos en función del tipo de alma o carácter predominante en cada ciudadano. Para asegurar la objetividad de los reyes filósofos, estos no tendrían propiedades ni familia.
Frente al idealismo de Platón, Aristóteles defenderá el realismo político. Aristóteles considera que los filósofos no serían buenos gobernantes por ser demasiado teóricos. El gobierno debe ser para los que destacan en inteligencia práctica (políticos). Cualquier forma de gobierno es buena si busca la justicia y el bien común.
La Política de la Edad Moderna
Maquiavelo (siglo XV) hace una separación entre ética y política. En su obra “El Príncipe”, defiende la política como el arte de lograr y conservar el poder y afirma que, para poder lograrlo en ocasiones, es preciso actuar de manera inmoral. Maquiavelo defiende el realismo político (fijarse en cómo son las cosas y no en cómo deberían ser).
También en el siglo XV, Tomás Moro escribe su libro “Utopía” (lo que no tiene lugar), para describir una sociedad ideal. A partir de entonces, la palabra utopía se utilizará para referirse a cualquier descripción de un futuro mundo ideal. Como contrario a utopía, en el siglo XX se empieza a utilizar el término distopía. Las distopías describen sociedades futuras en las que se ha arrebatado la libertad y dignidad de las personas. Ej: 1984, Un Mundo Feliz.
Teorías del Contrato Social
Surgen en los siglos XVII y XVIII en oposición a las teorías medievales que basaban el poder en la religión. Según estas teorías, el poder político debe ser útil y basarse en un acuerdo o contrato. Estas teorías no deben interpretarse en un sentido realista, como si describieran un hecho histórico, sino como un modo de definir las bases que debe tener la organización social.
Dos teorías contractualistas muy importantes son las de Hobbes (siglo XVII) y Rousseau (siglo XVIII).
¿Qué tienen en común?
Ambas parten de la conocida como “hipótesis del estado de naturaleza”, en la que nos describen un supuesto estado del hombre anterior a la sociedad. No hay que interpretar estas hipótesis como hechos históricos reales sino como un recurso para intentar definir la naturaleza humana.
Hobbes (siglo XVII) → “Leviatán”
Considera que, en ausencia de autoridad, el ser humano vive en un estado de guerra continua, debido a su naturaleza egoísta y ambiciosa. La idea de la naturaleza del ser humano se resume en su frase “El hombre es un lobo para el hombre”. Por ello considera que el único modo de garantizar la prosperidad social es que todos entreguemos nuestra libertad a una autoridad fuerte y única, a cambio de que esa autoridad nos garantice la seguridad de nuestra vida y propiedades.
Rousseau (siglo XVIII) → “El Contrato Social”
Para Rousseau, el ser humano en el estado de naturaleza es bueno, feliz y libre. Es el vivir en una sociedad basada en la desigualdad lo que le vuelve egoísta y competitivo. Por eso Rousseau propone fundar una nueva sociedad basada en la democracia directa, en la que todos participen del poder político. En su obra “El Contrato Social”, Rousseau propone la siguiente fórmula: que todos los miembros de la sociedad se comprometan a obedecer las normas que elabore la voluntad general (asamblea) de la que todos forman parte. De este modo, todos son ciudadanos y nadie pierde su libertad, puesto que al obedecer las normas, como todos participan de su elaboración, se estarán obedeciendo a sí mismos.
Una Filosofía Vitalista: Nietzsche
Nietzsche es un filósofo vitalista. Todo su pensamiento se apoya en la convicción de que lo realmente importante es la vida individual, entendida como una experiencia llena de intensidad y plenitud.
La ética de Nietzsche plantea una crítica radical a la moral occidental, a la que considera basada en valores contrarios a la vida. Frente a ella, Nietzsche aboga por una “moral amoral” que vaya más allá de las concepciones tradicionales acerca del bien y del mal.
Moral Amoral: Nietzsche cree que el origen de los valores morales que dominan actualmente la cultura occidental está en el resentimiento y la envidia de los esclavos. Al sentirse incapaces de adoptar la moral vitalista de los señores, desarrollaron un oculto sentimiento de odio hacia ellos e idearon un perverso procedimiento para atacarlos. Su estrategia consistió en declarar moralmente malo y condenable todo aquello que caracterizaba a la moral de los señores, y en considerar moralmente buenos los valores propios de la moral de los esclavos.