El Siglo de las Luces y las Revoluciones
El siglo XVIII, también conocido como el “Siglo de las Luces“, estuvo caracterizado por la expansión de la Ilustración, un movimiento intelectual que promovía el uso de la razón, la ciencia y el avance para poner en duda los fundamentos del saber, la política y la organización social. En Francia se consolidaron los ideales de libertad, igualdad y fraternidad, que influyeron tanto en el pensamiento filosófico como en los grandes acontecimientos históricos del momento.
Se produjeron dos revoluciones significativas:
- La primera fue la Revolución Americana, en 1776, que instauró un sistema basado en los principios de la democracia y la soberanía popular.
- La segunda fue la Revolución Francesa, que tuvo lugar en 1789 y marcó el final del absolutismo, afirmando los valores propios de la ciudadanía: “Libertad, Igualdad y Fraternidad”. Esta revolución fue liderada por la burguesía, que reclamaba los mismos derechos para toda la sociedad.
Contexto Filosófico: Racionalismo vs. Empirismo
Como reacción a estos acontecimientos, se produjo un giro en el ámbito filosófico y del pensamiento. Previamente, este había estado influenciado por el empirismo y el racionalismo, dos corrientes que debatían sobre el origen seguro del conocimiento.
En este contexto surge Immanuel Kant con su pensamiento crítico, que intentará superar esa dicotomía o división.
Durante la Edad Moderna, la filosofía se enfocó en la cuestión del conocimiento, abriendo el debate entre racionalistas y empiristas.
El Racionalismo
El Racionalismo trataba de establecer una base firme para el saber, sosteniendo que la razón era la fuente esencial del conocimiento, por encima de la percepción sensorial. Defiende la existencia de ideas innatas y el uso del pensamiento lógico para alcanzar verdades absolutas.
El Empirismo
Por otro lado, el Empirismo también pretendía construir una base firme para el conocimiento, pero desde un punto de vista distinto, afirmando que este solo podía surgir a partir de la experiencia sensible. Negaba la existencia de ideas innatas y consideraba que la mente es una tabla rasa que se llena con las percepciones. Al final, el racionalismo desemboca en dogmatismo, y el empirismo en un escepticismo radical, creando una oposición difícil de reconciliar.
El Pensamiento Crítico de Kant
Immanuel Kant desarrolla su pensamiento crítico con la finalidad de examinar los alcances y límites del conocimiento. Kant se cuestiona si la metafísica puede lograr verdades necesarias, al igual que las matemáticas y la física. Su conclusión fue que el problema de la base de la metafísica radica en que nunca hemos examinado el medio que usamos para conocer, y que la metafísica tradicional no puede considerarse un saber válido, ya que pretende descubrir verdades que van más allá de la experiencia, lo cual está fuera de las capacidades de la razón humana.
Tipos de Juicios
Kant diferencia dos tipos de enunciados:
- Los juicios analíticos a priori, que son necesarios y universales pero no ofrecen nuevos datos. Todos estos enunciados son a priori (no dependen de la experiencia).
- Los juicios sintéticos a posteriori, que sí se fundamentan en la experiencia y amplían el saber, pero no son universales.
Los Juicios Sintéticos a Priori
Kant propone una tercera categoría mezclando estos dos juicios: los juicios sintéticos a priori.
Son enunciados que amplían el conocimiento y, al mismo tiempo, son universales y necesarios, pero no provienen de la experiencia.
Kant explica que lo a priori es el filtro espacio-temporal inherente al ser humano.
Para Kant, el sujeto es activo: pone las condiciones para conocer.
El “Giro Copernicano” de Kant
Este cambio radical que Kant propone también se conoce como el “giro copernicano” de Kant.
Antes, se consideraba que el sujeto era pasivo frente al objeto de estudio (el conocimiento), es decir: “lo que conocemos nos condiciona”.
Sin embargo, Kant sostiene que, en lugar de que la mente se adapte a los objetos, los objetos se deben adaptar a la estructura de nuestra mente.
El conocimiento no es un reflejo pasivo de la realidad externa, sino que depende de cómo nuestra razón organiza esa realidad.
Fenómeno y Noúmeno
Entonces, ¿cómo funciona nuestra razón? ¿Qué podemos conocer?
Kant distingue entre:
- Podemos conocer el fenómeno, que es la realidad tal y como se nos aparece.
- Sin embargo, el noúmeno (la cosa en sí) es la realidad tal y como es, pero es inaccesible para nosotros porque no se nos aparece, y nuestra razón no puede ir más allá del fenómeno.
Condiciones del Conocimiento
Siempre conocemos a través del filtro espacio-temporal de nuestra mente, que impone dos condiciones fundamentales al conocimiento:
- El espacio y el tiempo, que son formas a priori de la sensibilidad.
- Las categorías del entendimiento (como causalidad y sustancia), que organizan el caos de la experiencia.
Legado y Cuestionamientos Posteriores
Kant reformula el dilema de la metafísica: no se trata de conocer la realidad tal cual es, sino de comprender cómo la percibimos.
La filosofía kantiana marcó un antes y un después en el pensamiento humano, sosteniendo que solo podemos conocer el “fenómeno“, pero no la realidad en sí misma (el noúmeno). No obstante, la física cuántica ha cuestionado muchas de estas ideas.
Un ejemplo es el “Principio de Incertidumbre de Heisenberg”, que plantea que no es posible saber con exactitud y al mismo tiempo la posición y velocidad de una partícula. Esto pone en duda la idea kantiana de que el conocimiento se apoya en estructuras invariables como el espacio y el tiempo que organizan la experiencia. En este contexto, la diferencia entre fenómeno y noúmeno se vuelve más difusa y ambigua.