2- Duda del mundo exterior: no podemos estar seguros de que existan cosas, ya que hay ocasiones en que confundimos el sueño con la vigilia. Mi cuerpo podría ser parte de mi sueño, al igual que el mundo. 3- Dudas de los propios razonamientos matemáticos: a primera vista, es imposible dudar de las demostraciones matemáticas porque son incuestionables. Pero Descartes duda, sacando a la luz la hipótesis del genio maligno. ¿Es posible que estemos hechos de tal forma por un dios que nos quiere engañar? Este genio maligno no nos haría creer lo erróneo como algo que concebimos como evidente. Las verdades obvias no son seguras, por lo que las verdades matemáticas tampoco. Resultado de la duda: “cogito ergo sum” (pienso, luego existo). Esta frase resume las conclusiones de Descartes y se trata de una verdad absoluta, pues para dudar hay que existir. La duda es un acto mental consciente. El cuerpo está puesto en duda, por lo que cuando Descartes dice esto, se refiere a que existe como algo que piensa. No puede dudar que está dudando. Es posible que las cosas sean falsas, pero las piensas, por lo que hay que admitir que, aunque se esté engañado por la falsedad, eres un ser que piensa. (OO) Es una verdad clara y distinta: clara porque se capta por la inteligencia y distinta porque se separa de cualquier otra idea. Cuando Descartes publicó las meditaciones metafísicas, otros autores le dieron sus puntos de vista y objeciones. En primer lugar, se dijo que partió de un razonamiento sin demostrarlo (pienso, luego existo). Descartes respondió que no era así; las ideas de pensar y existir se imponen como verdades evidentes e incuestionables. Con esto, ha encontrado toda una base para construir su filosofía, y a partir de esta verdad evidente se deduce el resto de la realidad. El “cogito ergo sum” ha sido captado por la mente, por lo que ahora se puede afirmar: todo lo que la mente capte con evidencia será verdadero. Descartes nos habla de tres sustancias:
- Sustancia pensante: es lo primero que descubre; el cuerpo está puesto en duda, por lo que solo algo que piensa puede llevar a cabo un acto mental consciente. (OO)
El acto de pensar requiere la presencia de un sujeto pensante. Descartes define sustancia como algo que puede existir por sí mismo, sin ayuda de otra sustancia. Él cree que la sustancia pensante es el alma, inmortal, por lo que no puede corromperse y vivirá tras la muerte del cuerpo. El alma es eternamente distinta del cuerpo y más fácil de conocer. Con esta separación, Descartes se enfrenta a un problema: la comunicación entre ambas. Es decir, ¿cómo se puede comunicar una sustancia inmaterial con una material? Descartes dio una solución insatisfactoria; habló de la existencia de una glándula pineal, sede de la comunicación entre alma y cuerpo. Por lo que recibe muchas críticas por no ajustarse a sus propias reglas, por la duda de una cosa material. También se le presenta el problema del “solipsismo” a Descartes: si ha logrado saber que existe, pero nada más, ahora tenemos un yo en pensamiento que tiene contenido de pensamiento e ideas (OO). ¿Cómo voy a salir de ese yo aislado y demostrar la realidad? Hasta ahora solo existían las ideas del yo, sin poder salir de él mismo, y dándose el momento de solipsismo. Entonces, a partir del “cogito ergo sum”, se deducirán los elementos de la realidad exterior, pero ¿cómo se va a deducir la realidad exterior si lo único que es seguro es el criterio de certeza y las ideas? Ahora toca analizar las ideas que tengo para ver si, viendo las ideas que tengo, puedo salir de mí mismo. Aplicando la regla del análisis, salen tres tipos de ideas:
- Ideas adventicias: vienen de fuera (si existiese el mundo exterior).
- Ideas facticias: de la imaginación, fabricadas por el sujeto pensante.
- Ideas innatas: las más importantes; el racionalismo acepta la existencia de ideas innatas que no proceden del mundo exterior ni de la imaginación.