La filosofía crítica de Immanuel Kant

Immanuel Kant

Teoría del conocimiento: ¿Qué puedo conocer?

Heredero de Hume, Kant se plantea los límites del conocimiento. Si bien tenemos pruebas de un conocimiento científico como la matemática y la física, ejemplificadas en la ciencia de Newton (hechos de razón), Kant se cuestiona los fundamentos de este conocimiento.

Crítica de la razón pura

Para Kant, criticar consiste en que la razón debe someterse a sí misma a su propio tribunal, es decir, que debe razonar sobre sus propias condiciones de posibilidad y sus límites. De esta manera, conocemos la realidad en la medida en que se ajusta a nuestras estructuras cognoscitivas. En otras palabras, conocemos la realidad tal y como se nos muestra.

Este conocimiento se da a partir de la unión de dos elementos: los datos a posteriori (provenientes del empirismo), recibidos a través de la experiencia, y los elementos a priori (provenientes del racionalismo), puestos por el sujeto. Así, todo conocimiento comienza en la experiencia, pero no todo conocimiento procede únicamente de ella. Los datos empíricos deben organizarse a través de elementos a priori que el sujeto impone: las estructuras innatas del espacio, el tiempo y las 12 categorías.

Estética trascendental: ¿Cómo percibimos el mundo?

Percibimos el mundo a través de la sensibilidad. La información sensible proveniente del mundo, inicialmente caótica y desordenada, constituye los elementos a posteriori. A través del espacio y el tiempo (intuiciones puras, elementos a priori) ordenamos la realidad.

En matemáticas, los juicios sintéticos a priori son posibles porque hay elementos a priori (intuiciones puras) que se aplican a los datos caóticos del mundo. Las matemáticas son posibles como ciencia gracias al espacio y al tiempo. La geometría, por ejemplo, es el trabajo de la mente humana en el espacio.

Analítica trascendental: ¿Cómo comprendemos los fenómenos que hemos percibido?

Comprendemos los fenómenos gracias al entendimiento y los ordenamos a partir de las categorías (elementos a priori). En física, los juicios sintéticos a priori son posibles porque hay elementos a priori (categorías) que se aplican a los fenómenos, como por ejemplo sustancia-accidente y causa-efecto.

Para comprender el mundo, además de conceptos empíricos, utilizamos conceptos a priori (categorías). Por ejemplo, si oigo el timbre (un sonido agudo), este sonido causa que me sobresalte. La causalidad no es algo que se dé a posteriori, sino que es una estructura con la que la mente necesita comprender el mundo. Es una necesidad de nuestro entendimiento. La física es posible gracias a las categorías.

Dialéctica trascendental

La facultad de la razón se ocupa de las ideas trascendentales, que son el alma, el mundo y Dios. En metafísica, los juicios a priori no son posibles porque los elementos a priori (las ideas trascendentales) no se aplican a ningún objeto. Son ideas reguladoras que guían –por ejemplo, el proceso científico–, pero que no permiten fundar una ciencia.

Estas ideas reguladoras reaparecen como postulados de la razón práctica. La metafísica no es posible porque ha intentado lo imposible: conocer la realidad en sí misma, es decir, un conocimiento absoluto del mundo que nos rodea. Además, la metafísica hace una aplicación ilegítima de las categorías. Por ejemplo, decir que Dios es un ser supremamente bueno que causa el mundo, utiliza las categorías de sustancia-accidente y causa-efecto de forma ilegítima. El hombre debe preguntarse por Dios, el universo y el alma, pero no plantearse una respuesta científica a estas cuestiones.

Ética kantiana

No se puede demostrar que el hombre sea libre, pero la libertad es un postulado de la razón práctica. Necesitamos presuponer que somos libres para que tenga sentido la vida moral. Somos libres cuando cumplimos lo que nuestra razón dice que es nuestro deber.

Las acciones humanas pueden ser: acciones contrarias al deber, acciones conforme al deber por múltiples motivos, y acciones conforme al deber y por puro amor al deber. No se puede juzgar una acción antes de saber las intenciones. Solo tendrá mérito una acción cuando la intención sea cumplir el deber que me dicta mi razón, sin buscar otros intereses. Las acciones realizadas por interés no son morales.

La razón se somete a su propio tribunal. Si me muevo por intereses o inclinaciones, mi acción no tiene mérito, no es obrar libremente. Una acción solo tiene mérito cuando es libre. Es obrar libremente cuando hago lo que mi razón me manda hacer, lo que me dice que es mi deber, sin moverme por mis intereses e inclinaciones. El deber me lo dicta mi razón.

¿Cuál es mi deber?

Actuar con la intención de cumplir mi deber. Kant se opone a las otras éticas materiales y consecuencialistas. Kant no nos da normas concretas, nos da un espíritu de cómo debemos actuar. La razón humana se consulta a sí misma, nuestra propia razón nos va a decir que el espíritu que guía nuestros actos es el imperativo categórico (pauta de actuación).

El imperativo hipotético se refiere a normas que son un medio para conseguir un objetivo. La acción moral, en cambio, es aquella que se rige según el imperativo categórico. Es un imperativo porque supone coaccionar a la voluntad. Es categórico, no hipotético: significa obrar por el deber en sí mismo, y no obrar con vistas a otro fin. La moralidad reside en la forma de la acción y en su universalidad.

Formulación del imperativo categórico:

  • Dignidad humana: obra de tal modo que nunca utilices a ningún ser humano como un medio, sino que respetes a la humanidad siempre como un fin que tiene valor en sí mismo. Para Kant, el ser humano es el único que es capaz de obrar libremente según lo que le indica su razón (esta idea será fundamental en las declaraciones de derechos humanos).
  • Universalizar: actúa de manera que tu razón pudiera querer que ese acto se universalizase (que lo hiciera todo el mundo).

La moralidad humana es autónoma. El imperativo categórico procede de la razón. Las normas se las da la razón a ella misma. Kant rechaza la heteronomía moral.