La Filosofía de Descartes: Duda, Cogito y la Reconstrucción del Conocimiento

El Método Cartesiano y la Duda Metódica

La Necesidad de un Nuevo Método

René Descartes parte de la crítica a la filosofía de su tiempo, donde la incertidumbre y las disputas eran la norma. Admiraba la matemática por su capacidad de presentar verdades con certeza: los axiomas, captados por la intuición, y los teoremas, deducidos de los axiomas. El Racionalismo, corriente a la que pertenece Descartes, considera la matemática como un modelo de saber e intenta renovar la filosofía imitando su método: simplicidad de principios, deducción y certeza. La crisis de la filosofía, según Descartes, afecta a todo el saber humano, ya que las ciencias toman sus principios de la filosofía, formando un sistema unitario como un árbol cuyas raíces son la metafísica. Por ello, el objetivo del método cartesiano es sanear las raíces del árbol del saber, no admitiendo ninguna opinión como verdadera sin antes someterla al escrutinio de la razón.

Intuición y Deducción

Los modos de conocimiento para alcanzar el saber estricto son la intuición, un acto intelectual simple y evidente que es la base del conocimiento, y la deducción, un proceso mental que consiste en la captación de una verdad a partir de otra conocida con certeza. El método cartesiano es un conjunto de reglas para llegar al conocimiento. La más importante es la regla de la evidencia: admitir como verdadero solo aquello que se conoce con evidencia, claridad y distinción. Esta regla da lugar al criterio de verdad cartesiano. Otras reglas importantes son la del análisis (dividir las dificultades en elementos simples), la síntesis (conducir el pensamiento de lo simple a lo complejo) y la enumeración (revisar el proceso para evitar errores).

La Duda Metódica

El Alcance de la Duda

La duda metódica es consecuencia de la regla de la evidencia. Es una duda radical que no solo rechaza lo falso, sino que duda de todo lo dudable. Su propósito es encontrar una fundamentación absoluta del conocimiento. Tiene una vigencia limitada, manteniéndose hasta que Descartes demuestra la existencia de Dios y la verdad de lo percibido con claridad y distinción. Para ello, Descartes propone revisar los “principios” del conocimiento: los sentidos, base de las ciencias empíricas, y la razón, base de las matemáticas.

Los Sentidos y la Razón

Descartes objeta la verdad de lo sensible argumentando que los sentidos a veces engañan y que el sueño es indistinguible de la vigilia, por lo que todo lo percibido podría ser falso. Respecto a las verdades intelectuales como las matemáticas, presenta dos objeciones: la posibilidad de errores al razonar y la hipótesis del genio maligno, que sugiere que podríamos haber sido creados con facultades racionales que nos llevan al error. Esta hipótesis es la más radical y afecta a toda la experiencia intelectual. La duda metódica cuestiona el mundo físico, la existencia de otras personas y la verdad de las ciencias.

El Cogito y la Reconstrucción del Conocimiento

El Cogito Ergo Sum

Tras la duda, Descartes descubre el cogito: ni siquiera el genio maligno puede hacerme dudar de que existo mientras pienso (dudo, por ejemplo). Mi existencia como ser pensante es indudable y permite una verdad absoluta: “pienso, luego existo” (cogito ergo sum). En esta experiencia, Descartes encuentra el criterio de verdad: son verdaderas las cosas percibidas clara y distintamente. Lo claro es lo evidente, presente y manifiesto al espíritu; lo distinto se da cuando el conocimiento es simple y la cosa está bien delimitada.

Del Cogito a la Realidad

Descartes sabe que es un ser pensante, pero ignora si tiene cuerpo, si existe el mundo o si existen otros seres humanos. Para “recuperar” el mundo, analiza las ideas, que son como imágenes de las cosas y se clasifican en adventicias (provenientes de la experiencia externa), facticias (construidas por la mente) e innatas (presentes en el pensamiento mismo). La idea innata más importante es la idea de Infinito o Dios.

La Existencia de Dios

Descartes argumenta la existencia de Dios de varias maneras:

  • La idea de un ser perfecto: la idea de Dios es la más perfecta, pero no puede explicarse a partir de nuestras facultades limitadas, por lo que debe ser innata y provenir de un ser más perfecto: Dios.
  • La imperfección y dependencia de mi ser: nuestra limitación e ignorancia implican la existencia de un ser perfecto que es la causa de nuestro ser.
  • La idea de un ser perfecto implica su existencia (argumento ontológico): la existencia de Dios está comprendida en su esencia, al igual que la suma de los ángulos de un triángulo es igual a dos rectos.

La Recuperación del Mundo

Dios, en su bondad y veracidad, no nos haría errar cuando creemos estar ante la verdad. Esto garantiza la verdad de las matemáticas y de lo concebido con claridad y distinción. Además, si Dios no es falaz, los sentidos no pueden engañarnos al punto de que todo sea sueño, por lo que los cuerpos existen. Descartes “recupera” el mundo, pero con una nueva perspectiva: existe Dios, existen los hombres con sus almas y existen los cuerpos, pero estos últimos no poseen todas las características que les atribuye el sentido común. Descartes rechaza las cualidades secundarias (color, sabor, olor, etc.) por ser subjetivas y no reales. Las propiedades objetivas son las cualidades primarias (extensión, figura, movimiento), que permiten un tratamiento matemático. El mundo físico no es tal como se muestra a la percepción, sino al pensamiento.

La Estructura de la Realidad

Sustancia, Atributos y Modos

La sustancia es aquello que no necesita de otra cosa para existir. Existe la sustancia infinita (Dios) y las sustancias finitas (cuerpos y mentes). Las sustancias se conocen por sus atributos: el atributo de los cuerpos es la extensión; el atributo de la mente es el pensamiento. Los modos son las modificaciones variables de las sustancias: la figura y el movimiento son modos de la sustancia extensa; la imaginación y el pensamiento son modos de la sustancia pensante.

Dualismo Antropológico

Descartes establece un dualismo antropológico al separar radicalmente el cuerpo de la mente. El hombre es ante todo mente, aunque tenga un cuerpo. Descartes niega que otros organismos tengan mente: los animales son puro cuerpo. En el ámbito de lo corporal (incluidos los animales) rige el mecanicismo y el determinismo, pero el hombre, al tener mente, escapa al mecanicismo, salvando así la libertad humana. Descartes considera que toda realidad finita (excepto el hombre) tiene una estructura comparable a la de una máquina, pudiendo explicarse mediante modelos mecánicos. Los movimientos, procesos y sucesos de niveles de la realidad aparentemente más complejos pueden reducirse a movimientos, procesos y sucesos mecánicos.