La Metafísica de Aristóteles

La Metafísica:

Aristóteles consideró que la mayoría de las ciencias estudian una parte de las cosas. En cambio, la filosofía primera o metafísica tiene por objeto el ser y su esencia, es decir, la totalidad de las cosas en tanto que son.

El Ser y la Sustancia:

Cuando un término tiene un significado único, se dice que es unívoco, en cambio, cuando tiene una pluralidad de sentidos independientes, se dice que es equívoco. Por ejemplo, hombre es un término unívoco, mientras que vino es una palabra equívoca. La palabra ser, pese a tener muchos sentidos diferentes, no es equívoca. Los distintos sentidos en los que la usamos tienen una conexión entre sí, no son totalmente dispares sino que comparten algo que les otorga unidad. La sustancia es aquello que existe por sí mismo, es el sujeto, el sustrato que sirve de soporte para los accidentes que se predican de ella. Los accidentes, por tanto, se predican siempre de un sujeto, mientras que la sustancia no se predica de ninguna otra cosa. Para Aristóteles, el ser puede predicarse de diversos modos y ninguno de esos modifica la esencia del sujeto. A esos modos de predicación los llama categorías. Hemos afirmado que la sustancia podía ser sujeto y nunca predicado, pero después, en el gráfico, incluimos la sustancia dentro de las categorías, es decir, dentro de los predicados. Aristóteles resuelve esta aparente contradicción afirmando que existen dos clases de sustancias: Las sustancias primeras son las cosas concretas, estas son sustancias en el sentido más riguroso. Las sustancias segundas son los entes universales, los géneros y las especies. Es decir, no poseen existencia separada, de lo contrario estaría admitiendo la teoría de las ideas de Platón. Pero ¿A qué otra categoría pueden corresponder? Es claro que solo a la de sustancia, entonces, para distinguirlas de las otras, las llama sustancias segundas.

El Hilemorfismo:

Esta teoría de Aristóteles aclara la distinción entre sustancia primera y sustancia segunda. Consiste en que todo ser natural está compuesto por dos elementos: Materia: Es aquello de lo que está hecha una cosa. Forma es lo que hace que algo sea o que es. La forma no debe entenderse en el sentido de figura, que es secundario, sino como lo que hace que un ser sea el tipo de ser que es, lo que proporciona la esencia. Por tanto, lo universal es la forma, pero esta no está, como las Ideas platónicas, separada de las cosas, sino presente en ellas, informándolas. Materia y forma no pueden existir por separado. Se pueden distinguir por medio de pensamiento, pero no separar en la realidad. Con esta distinción queda explicado por primera vez el problema de la relación de las especies con las cosas individuales, que Platón intentó aclarar en vano con el concepto insuficiente de participación. Aristóteles distingue dos niveles de materia: La materia prima es el componente material último de todo el cosmos, la materia despojada de toda forma. No es algo que encontremos tal cual en la naturaleza, sino que es solo una abstracción necesaria. La materia segunda es el resultado de aportar a la materia prima un componente formal, aunque en su grado más elemental. Las primeras materias segundas que nos encontramos son las de los cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego. A partir de ellas se forma la materia de cada clase de seres. De los dos elementos de los que está compuesto todo ser natural, la forma es ontológicamente superior a la materia. La materia proporciona individualidad. La forma otorga el ser y ahí radica su importancia. Igual que se puede pensar en una materia prima desposeída de forma, también es posible pensar en una forma inmaterial que, en este caso, no será solo una abstracción sino una realidad sobrenatural y divina.

El Acto y la Potencia:

Un ente puede ser algo actualmente, o solo tener la posibilidad de serlo. Un determinado ente puede ser, por ejemplo, un árbol actual o un árbol en potencia, es decir una semilla. Así la semilla es un árbol, pero en potencia, como el niño es un hombre o la crisálida es una mariposa. Una potencia es siempre potencia para un acto determinado: Es decir, la bellota tiene potencia para ser encina, pero no caballo, ni siquiera pino, por ejemplo. Para Aristóteles, esto implica que el acto es anterior a la potencia. Como la potencia es potencia de un acto determinado, el acto está ya presente en la misma potencialidad. El ser en potencia, para existir, tiene cierta actualidad. Es decir, el huevo, que es gallina en potencia, es huevo en acto. El mismo ente tiene pues un ser actual y el ser potencia de otro ente. Esto es sumamente importante para la correcta interpretación de movimiento tal como lo concibe Aristóteles. Para Aristóteles, al igual que la forma tiene prioridad sobre la materia, también el acto prevalece sobre la potencia. El acto es la culminación, la plena realización de una determinada realidad. En cambio, la potencia no pasa de ser un proyecto de realidad a la espera de su desarrollo. Esto permite realizar una clasificación de los seres según su mayor o menor grado de realidad. El menor grado de realidad corresponde a la materia prima, puesto que ella puede ser cualquier cosa, pero todavía no es ninguna. En la parte intermedia estarían todos los seres naturales, compuestos en mayor o menor medida de potencialidad y actualidad. En la cúspide se encuentra el acto puro, aquello que es todo cuanto puede ser, que está acabado y completo. Aristóteles llama a este acto puro Motor inmóvil. Es motor, puesto que toda la realidad tiende a alcanzar su estado y por ello mueve como lo hace un fin hacia el que tienden todos los seres naturales, es inmóvil, puesto que, al haber alcanzado su plenitud, no experimenta ningún tipo de cambio.