La Naturaleza de la Mente y la Razón en la Filosofía Occidental

La Razón en la Filosofía de Descartes

Para Descartes, la razón es una facultad cognitiva fundamental que distingue a los seres humanos de los animales y que les permite acceder a verdades universales y necesarias. Esta concepción de la razón se expresa de manera destacada en su obra más conocida, “Discurso del Método” y en sus “Meditaciones Metafísicas”. En primer lugar, Descartes caracteriza la razón como una capacidad innata presente en todos los seres humanos. A diferencia de las percepciones sensoriales, que pueden ser engañosas, la razón proporciona un acceso directo a la verdad mediante la aplicación de un método adecuado. Este método es el famoso método de la duda metódica, que Descartes emplea para poner a prueba todas las creencias y conocimientos previos, descartando aquellos que puedan ser puestos en duda hasta llegar a un punto de certeza indudable, el famoso “Cogito, ergo sum” (Pienso, luego existo), que establece la existencia del yo pensante como una certeza incuestionable. Para Descartes, la razón es capaz de alcanzar conocimiento claro y distinto, es decir, conocimiento que es evidente y no puede ser puesto en duda. Este tipo de conocimiento se deriva de las ideas claras y distintas, que son aquellas que son tan claras y evidentes que no admiten la posibilidad de ser falsas. Descartes sostiene que estas ideas claras y distintas son innatas en la mente humana y son la base sobre la cual se construye el edificio del conocimiento científico. En cuanto al papel de la razón en la filosofía de Descartes, esta desempeña varias funciones importantes. En primer lugar, la razón es el instrumento mediante el cual se lleva a cabo la duda metódica y se alcanza la certeza indubitable del “yo pienso”. Además, la razón es la facultad que permite la deducción lógica a partir de las ideas claras y distintas, lo que conduce al establecimiento de la geometría y otras ciencias matemáticas como paradigmas de conocimiento seguro y cierto.

La Razón en la Filosofía de Kant

Para Kant, la razón es una facultad fundamental de la mente humana que desempeña un papel crucial en la estructuración y comprensión del mundo. Sin embargo, a diferencia de muchos de sus predecesores, Kant no la consideraba como una facultad pasiva que simplemente recibía impresiones sensoriales del mundo externo. En cambio, él argumentaba que la razón es activa y creativa, imponiendo ciertas estructuras y principios a priori que hacen posible la experiencia y el conocimiento. 

Una de las ideas centrales de Kant es la distinción entre dos tipos de conocimiento: el conocimiento a priori y el conocimiento a posteriori. El conocimiento a priori es aquel que es independiente de la experiencia sensorial y se basa en principios y conceptos universales que son inherentes a la mente humana. Por otro lado, el conocimiento a posteriori se basa en la experiencia empírica y se adquiere a través de la observación y la experimentación. Kant sostiene que la razón humana está equipada con ciertas estructuras cognitivas innatas, que él llama las “formas puras de la sensibilidad” y las “categorías del entendimiento”, que son las condiciones necesarias para la experiencia posible. Las formas puras de la sensibilidad son el espacio y el tiempo, que proporcionan el marco en el que percibimos y organizamos nuestras experiencias sensoriales. Las categorías del entendimiento, por otro lado, son conceptos como la causalidad, la substancia, la realidad, entre otros, que utilizamos para organizar y comprender los datos sensoriales que recibimos. Además de estas estructuras cognitivas a priori, Kant también identifica los principios morales universales que guían la acción humana, que él llama el “imperativo categórico”. Este principio ético fundamental establece que debemos actuar de acuerdo con aquellas máximas que podríamos desear que se conviertan en leyes universales.

La Razón en la Filosofía de Hume

Una diferencia importante entre Descartes y Hume es su enfoque respecto a la existencia de una realidad externa. Para Descartes, la existencia de un mundo externo es indudable, ya que Dios garantiza la veracidad de nuestras percepciones. En cambio, Hume cuestiona esta certeza, sugiriendo que nuestras percepciones pueden ser engañosas y que no podemos estar seguros de la existencia de una realidad independiente de nuestra mente. En resumen, mientras Descartes confía en la razón como fuente de conocimiento seguro y absoluto, Hume adopta una postura más escéptica, argumentando que el conocimiento se basa en la experiencia y que la razón tiene sus limitaciones. Esta divergencia en sus concepciones de la razón y el conocimiento ilustra dos enfoques fundamentales en la historia de la filosofía: el racionalismo de Descartes y el empirismo de Hume.

La Dualidad Mente-Cuerpo en Descartes

Descartes propone una dualidad entre el cuerpo, que es material y extenso, y el alma o mente, que es inmaterial y pensante. Esta distinción se basa en la idea de que el cuerpo y la mente tienen propiedades completamente diferentes y, por lo tanto, son entidades separadas. Para Descartes, el cuerpo es una entidad física que ocupa un lugar en el espacio y está sujeta a las leyes de la física. Es divisible, compuesto de partes y está sujeto a la influencia del mundo material externo. Por otro lado, la mente, o alma, es una entidad no física, no extensa y no divisible. Es consciente de sí misma, puede pensar, dudar, percibir y tener emociones. Para Descartes, la mente es la sede del pensamiento y la conciencia, y es completamente distinta del cuerpo. La base de esta distinción se encuentra en la famosa afirmación de Descartes: “Pienso, luego existo” (cogito, ergo sum). A través de esta afirmación, Descartes llega a la certeza de su propia existencia como ser pensante, independientemente de cualquier duda sobre la existencia de un mundo externo. Esta certeza de la existencia del yo pensante, del ego cogitans, es fundamental para Descartes y se convierte en el punto de partida de su filosofía. Descartes argumenta que la mente y el cuerpo interactúan entre sí en la persona humana, pero esta interacción no implica una fusión o identidad entre ellos. La mente puede influir en el cuerpo a través de la voluntad, y el cuerpo puede afectar a la mente a través de las sensaciones, pero estas interacciones no alteran la naturaleza fundamentalmente distinta de cada uno.

El Alma en la Filosofía Aristotélica

Una de las ideas centrales de la filosofía aristotélica es que el alma no es una entidad separada del cuerpo, sino que es la forma que da vida al cuerpo. Cada tipo de ser vivo tiene su propia forma específica de alma que le confiere sus capacidades y funciones distintivas. Aristóteles distingue tres tipos de almas: vegetativa, sensitiva y racional.

  • Alma vegetativa: Es el tipo de alma presente en las plantas y es responsable de las funciones de nutrición y crecimiento. Proporciona la capacidad de tomar nutrientes del entorno y reproducirse.
  • Alma sensitiva: Este tipo de alma está presente en los animales y agrega a las funciones vegetativas la capacidad de experimentar sensaciones y realizar movimientos en respuesta a estímulos del entorno. Incluye capacidades como el tacto, el gusto, el olfato, la visión y el movimiento. 
  • Alma racional: Únicamente presente en los seres humanos, el alma racional es la forma más alta de alma y es responsable de las capacidades intelectuales, como el pensamiento, la razón y la capacidad de reflexionar sobre sí mismo y sobre el mundo.

3. Funciones del alma: Aristóteles identifica diversas funciones que corresponden a cada tipo de alma:

  • Funciones vegetativas: Incluyen procesos como la nutrición, el crecimiento y la reproducción. Estas funciones son características de todos los seres vivos, desde las plantas hasta los animales y los humanos.
  • Funciones sensitivas: Incluyen la percepción sensorial, el movimiento voluntario e involuntario, y la capacidad de respuesta a estímulos del entorno. Estas funciones son propias de los animales, ya que les permiten interactuar activamente con su entorno y satisfacer sus necesidades básicas de supervivencia.
  • Funciones racionales: Son las más elevadas y propias de los seres humanos. Incluyen la capacidad de razonar, deliberar, tomar decisiones conscientes y reflexionar sobre cuestiones abstractas y universales. Estas funciones distinguen a los seres humanos de otros animales y les permiten desarrollar la ciencia, la ética, el arte y la cultura.

4. Unidad cuerpo-alma: Aristóteles enfatiza la unidad entre cuerpo y alma, lo que significa que no hay una separación radical entre ambos, sino una interdependencia y complementariedad. El alma no puede existir sin el cuerpo, ya que es la forma que da vida y organización al cuerpo, y a su vez

, el cuerpo no puede funcionar sin el alma, ya que es la causa de sus actividades y funciones vitales.

Para Descartes, la relación entre mente y cuerpo plantea un problema filosófico conocido como la “interacción mente-cuerpo”. Argumenta que la interacción ocurre en la glándula pineal, donde la mente y el cuerpo interactúan a través de una conexión no física. Sin embargo, esta explicación ha sido objeto de críticas y problemas conceptuales, ya que resulta difícil conciliar cómo dos sustancias tan diferentes pueden influenciarse mutuamente. Aristóteles: Aristóteles no enfrenta el problema de la interacción mente-cuerpo de la misma manera que Descartes, ya que no postula una separación radical entre ambos. 


En lugar de eso, ve la mente como una función del cuerpo, donde las capacidades mentales, como el pensamiento y la razón, surgen de las capacidades biológicas del cerebro y están íntimamente relacionadas con las experiencias sensoriales y las actividades físicas. 3. Funciones y Capacidades del Alma: Para Descartes, el alma es el asiento del pensamiento y la conciencia, dotada de capacidades cognitivas y racionales. La mente tiene la capacidad de conocerse a sí misma y de acceder a verdades universales mediante el ejercicio de la razón y la duda metódica. Aristóteles: Aristóteles distingue diferentes tipos de almas con funciones específicas según el tipo de ser vivo. El alma vegetativa está presente en las plantas y se ocupa de las funciones vitales como la nutrición y el crecimiento. El alma sensitiva, presente en los animales, agrega capacidades sensoriales y locomotoras. Finalmente, el alma racional, exclusiva de los seres humanos, permite el pensamiento, la reflexión y la deliberación.


L’ànima, en la mesura que la puguem concebre, no és res més que un sistema o una successió de diferents percepcions, de fred i calor, amor i ira, pensaments i sensacions, totes unides, però sense identitat  ni  simplicitat  perfecta.  Descartes  sostenia  que  el  pensament  era  l’essència  de  la  ment;  no  pas aquest o aquell pensament, sinó el pensament en general. Això sembla absolutament inintel·ligi-ble, ja que tot el que existeix és particular; i per tant han de ser les diferents percepcions particulars les que componen la ment.

1.La ment no és una substància, una cosa, que tépensamentsi sensacions. 2.Lament simplement és la col·lecció d’aquestes percepcions, pensaments i sensacions. 3.No podem tenir capidea de cap cosa que sigui una substància (i per tant, cap idea de la ment com a substància), perquè les idees deriven d’impressions, i no podem tenir cap impressió d’una substància.

2

«percepcions»: allò que pot estarpresent a la ment, ja sigui una impressió o una idea.b)«essència»: allò que fa que una cosa sigui el que és.

3

1 .Els elements bàsics de l’empirisme de Hume: percepcions, impressions, idees; tota idea simple deriva d’impressions; tots el nostres pensaments depenen en darrer terme dels materials proporcionats per l’experiència. 2 El rebuig de les idees de substànciai, en particular, d’unjo substancial: no hi poden haver impressions d’un jo substancial. La idea d’un jo substancial no té contingut. 3 Per tant, allò que anomenem ment ésnomés un seguit d’estats mentals particulars, units per certes relacions de semblança, contigüitat i causalitat, sense quetinguem coneixement de cap substrat (de cap jo substancial)que tinguiaquests estats