Actualidad
Voy a centrar mi opinión sobre uno de los aspectos más importantes de la filosofía de Kant: la paz perpetua, la cual es el objetivo prioritario de todos los Estados de derecho. Kant parte de la concepción hobbesiana de que la paz no es un estado natural del individuo, sino que es necesario instaurarla con esfuerzo dentro de un Estado civil donde impere el derecho, única garantía de la libertad. Se trata de una meta a alcanzar por la humanidad como especie y no tanto por cada individuo, pues el progreso es lento y la vida muy corta. El propio Kant dice que la idea de un Estado de derecho público universal no es solo una esperanza del hombre, sino un deber moral.
Para lograr ese objetivo, ha de instaurarse un modo de gobierno apropiado para su consecución, y ese modo ideal es la constitución republicana. Pues bien, últimamente nos ha llegado información por parte de todos los medios de comunicación de que en los países árabes, gran parte de ellos regímenes dictatoriales, se están produciendo manifestaciones por parte de la mayoría de los civiles, pidiendo la libertad del pueblo y sus derechos. La mayoría de ellos han salido victoriosos y han logrado el fin último de Kant: la paz a través de una constitución republicana. Sin embargo, debemos hacer hincapié en un país, Libia, donde la revuelta que estalló, sin duda inspirada y alentada por el triunfo de los movimientos liberadores de los países vecinos, degeneró muy pronto en guerra civil.
Ante esto, los países aliados han decidido intervenir en el conflicto argumentando que van en ayuda de los civiles. Sin embargo, y a mi parecer, no fue la mejor decisión tomada, ya que lo que es seguro es que el sufrimiento de la población civil va a aumentar debido a la violencia desencadenada por la intervención militar occidental. Los ataques a objetivos situados en zonas urbanas siempre provocan pánico y terror entre los civiles, con independencia de dónde caigan finalmente las bombas. No son los derechos humanos, no es la democracia en Libia de lo que estamos hablando, porque ni los derechos humanos ni la democracia se imponen mediante la guerra. Al contrario, estamos tratando de intereses geoestratégicos, económicos y políticos.
Y en caso de no ser así, debo destacar que en estos momentos hay en el mundo 32 conflictos prácticamente iguales, con características muy similares a las de Libia, donde hay un gobierno despótico, un tirano que piensa de forma distinta a su pueblo, y sin embargo sería una verdadera locura que la política internacional adoptara la guerra como método para acabar con esas situaciones. El mecanismo debe ser muy diferente, y pongo como gran ejemplo el caso de Sudáfrica, donde el embargo, el bloqueo y el aislamiento internacional fueron duros y difíciles. Pero hoy, Sudáfrica es una democracia consolidada y con futuro. Esto mismo propusieron países como Brasil o Venezuela, entonces, ¿por qué no fueron escuchados? ¿Por qué se decidió ir por el camino más violento?
Relación con otros filósofos
En el pensamiento de Kant encontramos huellas de ideas y problemas ya tratados por algunos filósofos que le precedieron, en lo referente al ámbito ético-político sin poder obviar la influencia que en él ejercieron Descartes y Hume, en el ámbito del conocimiento, cuyas filosofías son la base del pensamiento kantiano.
Kant elabora una síntesis entre el racionalismo y el empirismo al afirmar que los datos sensibles por sí solos no bastan para alcanzar el conocimiento, sino que han de ser completados con las categorías a priori del entendimiento. Pues bien, todo lo a priori recuerda a Platón y a su tesis de la reminiscencia, ya que afirmó que el alma inmortal recordaba ideas conocidas en vidas anteriores. Por otra parte, el papel concedido a los sentidos recuerda a Aristóteles, quien afirmó que el alma sensitiva captaba los datos a través de los sentidos para que después el entendimiento captara su forma abstracta.
Con respecto a la política, tanto Kant como Aristóteles y Platón coinciden en afirmar que la sociedad política es necesaria para el desarrollo integral del hombre; se diferencian en que el objetivo de Platón es formar hombres justos y virtuosos, Aristóteles propone la polis para lograr la felicidad, y Kant pretende garantizar la coexistencia de hombres libres e iguales.
Por otra parte, Kant hace suya la teoría del contrato social, relacionándose especialmente con Hobbes y Rousseau. Hobbes afirma que el ser humano es egoísta por naturaleza y lucha frente a la necesidad de cooperación con el otro; Kant habla en términos similares cuando se refiere a la insociable sociabilidad; Hobbes, además, propone que el Estado debe estar dirigido por un soberano absoluto; Kant limita su poder cuando reconoce a la ciudadanía el derecho a dar su consentimiento en la aprobación de las leyes, pero Rousseau va más lejos al plantear que el pueblo es el que debe dictar sus propias leyes; por último, hay que destacar que Hobbes defiende que el fin del Estado es salvaguardar la vida de los súbditos, Rousseau plantea que el Estado debe salvaguardar la libertad y la igualdad de todos, Kant, en cambio, afirma que lo que nos mueve es el deber moral de buscar la paz.
Con respecto a la epistemología de Descartes y Hume, centraré la relación con el origen y el fundamento del conocimiento. Descartes sostiene que no todos los elementos que intervienen en el conocimiento tienen su origen en la experiencia, ya que poseemos ideas innatas. La razón es, pues, el fundamento del conocimiento, va construyéndose mediante un proceso intuitivo y deductivo. Hume, por el contrario, considera que el punto de partida de todo conocimiento reside en la experiencia sensible, en nuestras impresiones, que además de originar nuestras ideas, dan validez al conocimiento.
Kant intenta conciliar ambas posturas, al indicar que “los conceptos sin contenidos son vacíos; las intuiciones sin conceptos, son ciegas”. En síntesis, Kant coincide con Hume en que el conocimiento comienza con la experiencia, pero se diferencia de él en que considera que esos datos que recibimos de los sentidos los configuramos de acuerdo con unas ideas a priori. Así, coincide con Descartes en la existencia de ideas innatas, pero se distancia de él en que no las vincula a contenidos del pensamiento, sino a formas cognitivas que aplicamos a los objetos para poder conocerlos.