Contexto Histórico
El cristianismo surge en Palestina, en el siglo I d.C. Los primeros cristianos son judíos que aceptan las enseñanzas de Jesús, hijo de Dios. Consideran que vino a traer un mensaje de salvación y funda el reino de Dios en la Tierra.
Poco a poco comienza a extenderse a partir de la predicación que realizan sus seguidores. Sería crucial la figura de Pablo de Tarso, que contribuye en la expansión en el mundo romano.
Esto cambia en el año 313 d.C cuando, con el Edicto de Milán, se declara la libertad religiosa en el Imperio. En el año 390 d.C., Teodosio declara al cristianismo religión oficial del Imperio, prohibiendo los antiguos cultos paganos.
La Patrística
El cristianismo presenta una idea de Dios único, omnipotente, trascendente y que crea el mundo de la nada. Muchas de estas características y, los dogmas que de ellas se derivan, chocan radicalmente con la concepción del mundo sostenida por los griegos y romanos. Estos mantienen una religión politeísta y concebían la historia como cíclica y sin una idea de creación similar a las cristianas. Tampoco concebían ideas como la salvación o pecados.
Las diferencias provocan enfrentamientos entre la filosofía grecorromana y el cristianismo, en los primeros siglos de nuestra época. El primero de estos está protagonizado por los Apologetas que, durante el s.II d.C, defienden la fe cristiana frente a los intelectuales romanos. Tertuliano defenderá la incompatibilidad entre la filosofía y la religión, fe y razón. Para este, la razón no sirve en nada a la fe, que es lo único importante, llegando a afirmar “creo porque es absurdo”. Otros destacados serán Orígenes o Clemente de Alejandría.
Al mismo tiempo que se enfrentan, el cristianismo se verá enormemente influenciado por la misma. De estas, será fundamental la neoplatónica como ya veremos
La primera etapa del pensamiento cristiano, de la que forma parte los Apologetas, es conocida como Patrística. Dentro de la misma se incluyen los pensadores cristianos hasta el s.V, los conocidos como Padres de la Iglesia
En este periodo surge uno de los problemas en los que centrarán sus reflexiones los autores medievales, la relación entre razón y fe. Preguntas como, cuál es la relación entre ellas o cómo una puede servir a la otra
Agustín de Hipona
Es el principal representante de la Patrística: Este pensador nace en Tagaste. De madre cristiana y padre pagano, estudia retórica en Cartago, donde conoce la filosofía neoplatónica y el maniqueísmo. En Italia conoce a Ambrosio, Obispo de Milán, que lo va acercando a las ideas cristianas, convirtiéndose alrededor de los 30 años.
De regreso a África se hace sacerdote y Obispo de Hipona. Fallece durante el asedio de los vándalos a la ciudad.
Su pensamiento combina dos elementos: la doctrina cristiana con la filosofía platónica. Se representan en obras como: La ciudad de Dios, La trinidad y otras.
Cree que la relación entre razón y fe es de mutua colaboración. El “creo porque es absurdo” será sustituido por “entender para creer, creer para entender”. Para él, fe y razón son compatibles y complementarias.
Este pensador parte de que el ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios. Se manifiesta en que somos seres racionales: poseer razón nos hace más próximos a Dios, superiores al resto de criaturas. En cuanto seres racionales, los seres humanos tenemos capacidad de entender. Pero, no pasa lo mismo con la fe: no todos los seres humanos quieren creer.
Para Agustín, la razón nos prepara para la fe y, una vez la tenemos, es su defensora. La razón y fe se complementan porque la razón dota a la fe de argumentos con los que defender creencias.
Así, fe y razón colaboran del siguiente modo:
- La razón ayuda al ser humano a alcanzar la fe
- La fe ilumina y orienta la razón. No podemos alcanzar la auténtica sabiduría empleando solo razón. Necesitamos de la fe para llegar a la verdad
- La razón defiende y esclarece los contenidos de la fe, le da argumentos
Aunque razón y fe colaboren, la razón no nos permite alcanzar todas las verdades. Si los seres humanos somos capaces de alcanzar las verdades eternas e inmutables es gracias a la iluminación divina y a la gracia de Dios. Esas verdades, similares a las ideas platónicas, están en la mente de Dios y son los modelos perfectos a partir de los que crea el mundo
Además, la posibilidad de conocer esas ideas es la principal prueba de que Dios existe. Si nos volvemos hacia nosotros mismos nos daremos cuenta de que somos finitos e imperfectos. Por eso, no es posible que seamos nosotros los que creamos ideas que son eternas e inmutables. Es necesario un creador que las posea: Dios. En último término, la fe tiene prioridad sobre la razón.
La Escolástica
: Pocas décadas después d la muerte d Agustin comienza la Edad Media, una época en la q la filosofía y teología son difícilmente separables.