Tomás de Aquino: Contexto y Teología
Contexto Histórico
La filosofía escolástica medieval se enmarca entre los siglos IX y XV, alcanzando su punto culminante en los siglos XII y XIII. El siglo XIII destaca como el más brillante de la Edad Media, caracterizado por la transmisión de la cultura griega al mundo latino a través de los filósofos árabes. Este período presenció la entrada del aristotelismo en Occidente y la creación de universidades, elementos que influyeron profundamente en el pensamiento de la época.
Durante el siglo XIII, la filosofía se centró en la asimilación del pensamiento de Aristóteles. En este contexto, Santo Tomás de Aquino emerge como la figura central que logró una síntesis magistral entre la dogmática cristiana y la filosofía aristotélica, siempre y cuando esta última no contradijera los principios de la fe.
Teología y la Síntesis Tomista
Santo Tomás de Aquino se propuso conciliar la dogmática cristiana con el pensamiento de Aristóteles. Sin embargo, este intento conciliador no estuvo exento de críticas. Un grupo de pensadores, conocidos como averroístas, percibieron incompatibilidades entre las verdades de la razón natural, presentes en la filosofía aristotélica, y las verdades reveladas de la fe cristiana. Los averroístas plantearon tres tesis principales:
- El mundo es eterno, lo que implica la imposibilidad de la creación divina.
- El alma es mortal, al igual que el cuerpo, y solo el entendimiento común a toda la humanidad es inmortal.
- Existen dos verdades distintas: la teológica, basada en la fe, y la filosófica, basada en la razón, las cuales pueden entrar en conflicto.
Santo Tomás rechazó categóricamente las tesis averroístas por considerarlas contrarias a la fe cristiana.
Tomás de Aquino adoptó la teoría del conocimiento de Aristóteles, que sostiene que el conocimiento se construye a partir de la experiencia sensible del mundo material. Al mismo tiempo, defendió la doctrina cristiana y el conocimiento que proviene de la fe divina, la cual se revela a los hombres a través de la revelación y la teología. Razón y revelación, según Tomás de Aquino, son dos fuentes de conocimiento distintas pero no incompatibles.
Esta dualidad de fuentes de conocimiento implica la existencia de dos tipos de verdades: las de razón y las de fe. Sin embargo, también existen verdades comunes a ambas, los preámbulos fidei, que son verdades teológicas que pueden ser demostradas por la razón. La filosofía y la teología se distinguen por sus contenidos, no por la forma de acceder a ellos. Fe y razón, en la visión de Tomás de Aquino, se ayudan mutuamente: la fe ilumina la razón y la razón esclarece la fe.
Santo Tomás, teólogo antes que filósofo, tuvo el mérito de conceder autonomía a la filosofía y a la razón, reconociendo su valor en la búsqueda de la verdad.
La Existencia de Dios según Tomás de Aquino
Para Santo Tomás, la existencia de Dios no es un artículo de fe, sino un preámbulo a ella. Si bien la existencia de Dios es evidente para sí mismo, no lo es para la mente humana, limitada e incapaz de comprender la esencia divina. Por lo tanto, la existencia de Dios debe ser demostrada a través de la luz natural de la razón.
Existen dos tipos de demostraciones: las demostraciones propter quid, que parten del conocimiento de una esencia para llegar a alguna de sus propiedades, y las demostraciones quia, que van de los efectos a la causa, permitiendo demostrar la existencia de una causa a partir de los efectos que produce. Las demostraciones quia constituyen las cinco vías de Santo Tomás para demostrar la existencia de Dios:
Las Cinco Vías
1. Vía del Movimiento: Dios como Primer Motor
Nuestros sentidos perciben el movimiento en el mundo. Todo lo que se mueve es movido por otro, y este a su vez por otro, formando una cadena de motores y móviles. Sin embargo, esta cadena no puede ser infinita, ya que si solo existieran motores movidos (potenciales), el movimiento nunca habría comenzado. Dado que nuestros sentidos nos muestran que el movimiento existe, debe existir un Primer Motor Inmóvil, que es Dios.
2. Vía de la Causalidad Eficiente: Dios como Causa Primera
Observamos que todo lo que existe tiene una causa eficiente, es decir, algo que lo produce. Nada puede ser causa eficiente de sí mismo. Si seguimos la cadena de causas y efectos, llegamos a la conclusión de que debe existir una Causa Primera Incausada, que es Dios.
3. Vía de la Contingencia: Dios como Primer Ser Necesario
Los seres vivos tienen la posibilidad de existir o no existir, son contingentes. Si todos los seres fueran contingentes, llegaría un momento en que nada existiría. Sin embargo, observamos que existen seres contingentes, lo que implica la existencia de seres necesarios que hacen posible su existencia. Esta cadena de seres necesarios no puede ser infinita, por lo que debe existir un Primer Ser Necesario, causa de todos los demás, que es Dios.
4. Vía de los Grados de Perfección: Dios como Suma Perfección
Percibimos que las cosas poseen diferentes grados de perfección en cuanto a bondad, verdad y belleza. La existencia de estos grados de perfección implica la existencia de un Ser absolutamente perfecto, que posee todas las perfecciones en grado sumo. Este Ser es Dios, y los demás seres poseen perfecciones en menor grado por referencia a Él.
5. Vía de la Finalidad y el Orden: Dios como Supremo Ordenador
El universo exhibe un orden y una armonía que no pueden ser producto del azar. Muchos seres en el universo no son inteligentes y, por lo tanto, incapaces de generar orden por sí mismos. Debe existir una Inteligencia Suprema que armonice el universo y lo dirija hacia su fin último. Esta Inteligencia Suprema es Dios.