La sustancia extensa: el mundo
A partir del cogito, Descartes no ha podido demostrar la existencia de la realidad. La veracidad de Dios garantiza que existe el mundo exterior al pensamiento, la infinita bondad de Dios no permitiría que nos engañásemos al percibir los cuerpos como dotados de extensión. Si fuese falso, Dios nos estaría engañando y en consecuencia, no sería Dios, sino un genio engañador.
Llegado a este punto, se advierte la importancia de la tercera razón para la duda formulada por Descartes al principio del método: demostrar que Dios no puede engañarnos es fundamental para confiar en su veracidad como garantía de la existencia de la realidad. Lo que Dios garantiza del mundo son las cualidades primarias – extensión, figura y movimiento – Todo cuerpo es extenso, y la extensión es medible y cuantificable. Lo que Descartes ha hecho es geometrizar los cuerpos. Las cualidades secundarias, como el color, el olor o el sonido, son subjetivas: son lo que las cosas causan en nosotros.
En el universo cartesiano, todo se reduce a materia y movimiento. La materia, sin embargo, no implica por sí misma el movimiento, pero es un hecho obvio que el movimiento existe, y Descartes se ve obligado a explicarlo recurriendo a Dios como causa primera.
Las leyes fundamentales de la física se deducen también de la inmutabilidad divina
- El principio de inercia
- El principio de dirección de movimiento
- El principio de conservación del movimiento
En el universo de Descartes no hay causas finales. El mundo, una vez creado, marcha solo según estas leyes. Esta concepción del mundo como una máquina recibe el nombre de mecanicismo
La libertad y las pasiones
El universo cartesiano es, como se ha visto, mecanicista, y la única manera que tiene Descartes de salvar la libertad humana es separando la sustancia pensante del resto de la naturaleza, el ser humano es libre porque tiene alma, que es a su vez, lo que define al ser humano.
En la naturaleza mecanicista de Descartes no hay, en cambio, libertad: todo sucede por necesidad, lo que significa que no puede suceder de otro modo. El yo como sustancia pensante posee para Descartes dos facultades: el entendimiento o razón y la voluntad o facultad de querer. La libertad es una idea clave en la filosofía cartesiana: la conciencia de la libertad es una idea innata, una de las primeras certezas del hombre y su mayor perfección, y es precisamente porque el hombre es libre por lo que puede dudar y por lo que puede hacerse dueño de la naturaleza, que es, en definitiva, el objetivo del conocimiento.
Las pasiones son emociones que afectan al alma, pero que tienen su origen en los ‘espíritus vitales’, una especie de fuerzas mecánicas que circulan por la sangre y que transmiten a la glándula pineal los mensajes del cuerpo. Las pasiones son involuntarias, escapan del control del alma y, con frecuencia, están en desacuerdo con la razón. Este ideal del autodominio confirma la influencia del estoicismo
La contribución de Hume a la ciencia moderna
Hume hace una importante contribución a la ciencia moderna. El problema de la inducción: el paso de la experiencia particular a una ley general no se puede justificar de manera racional. La inducción es un hecho psicológico que se explica por el hábito de asociación de ideas. En consecuencia, las leyes de la naturaleza no son seguras, todo lo más probables. Son provisionalmente verdaderas, mientras los hechos no las desmientan.
Hume es el primero en plantear lo que más tarde se llamará falacia naturalista, que consiste en derivar del ‘ser’ al ‘debe ser’. Las cosas sean de hecho de una determinada manera en la naturaleza no implica que deben ser así en un sentido moral. Se trata de una cuestión que afecta tanto a la ciencia como la ética. Será la ética contemporánea (Moore y Popper) la que desarrollará este concepto de falacia naturalista.
Ética de Hume
Con el mismo criterio, Hume analizará la ética y la política, tratando de liberarlas de todo planteamiento metafísico. Hume critica este racionalismo moral partiendo de la siguiente argumentación: los juicios morales nos impulsan a comportarnos en un sentido o en otro, nos mueven a la acción, mientras que los juicios de la razón no nos llevan a preferir una acción a otra. El análisis racional solo puede referirse a las relaciones entre ideas (las mates no nos mueven a obrar de ningún sentido) o a cuestiones de hecho (la moral no se reduce a hecho), de manera que los juicios morales no tienen fundamento en la razón.
Es cierto que la razón puede ayudarnos a sopesar las consecuencias de las acciones, y por tanto, juega un papel en las decisiones morales. No obstante, la razón es insuficiente y Hume defenderá la teoría del ‘emotivismo moral’
El sentimiento desinteresado que permite la compresión del otro es la simpatía (empatía de hoy), es decir, la capacidad de dejar de lado nuestro propio interés para situarnos en la perspectiva y el interés de otra persona. Esta simpatía es un sentimiento natural y desinteresado, y es lo que fundamenta la vida moral.
La moral de Hume puede, por tanto, considerarse Emotivista o Utilitarista.