Libertad, Sociedad y Poder: Perspectivas Filosóficas

San Agustín: Libre Albedrío y la Búsqueda de la Verdad

San Agustín reflexiona sobre la voluntad libre, que es lo que da sentido al orden moral. Dios hizo al hombre libre para que fuese responsable y merecedor de recompensa o castigo por sus actos. El libre albedrío es un bien que permite al hombre hacerse digno a los ojos de Dios si elige obrar racionalmente, alzándose así a la verdadera libertad, que se disfruta solo cuando se elige el bien. Será reprobado si actúa de forma indigna e irracional.

Libertad y Responsabilidad

La característica más importante del ser humano, compuesto de alma inmortal y cuerpo mortal, es su libertad, frente al maniqueísmo, que suprimía la responsabilidad del hombre. San Agustín diferencia entre libre albedrío y libertad. El libre albedrío se lo otorga Dios al hombre para hacerle responsable de sus actos; la libertad la alcanza este solo cuando actúa bien, racionalmente.

Fe y Razón

Creer que Dios nos ha hecho libres implica creer que Dios existe. No basta con la fe, sino que la razón también debe colaborar en el conocimiento de la verdad. La fe se encarga de dirigir nuestra inteligencia, y la razón nos permite entender los contenidos de la fe.

Amor y Conocimiento

La búsqueda del conocimiento de la verdad se encuentra impulsada por el amor, por un amor espiritual que busca elevarse hasta la verdad única, inmutable y eterna. El alma tiende hacia Dios.

Teoría del Conocimiento y Existencia de Dios

La teoría agustiniana parte del conocimiento sensible que, por ser variable, termina en el escepticismo. Si el sujeto se engaña, sin duda existe. En el interior del hombre reside la verdad. Ha de emprenderse una ascensión espiritual, que pasa por el conocimiento discursivo y el conocimiento intuitivo. El hombre no puede lograr esto sin la acción que ejerce Dios, al iluminarlo intelectualmente. San Agustín demuestra la existencia de Dios: esas verdades inmutables no pueden ser creadas por el ser humano, sino que han de fundamentarse en un ser eterno.

Creación y el Problema del Mal

Dios crea el mundo de la nada, tomando como modelos las ideas que se encuentran en su mente. Los seres creados incluyen en su composición la materia. Las razones seminales de todos los seres se despliegan en el tiempo que la providencia dispone. La existencia del mal no es un argumento válido, pues en la privación del bien, propia de cualquier criatura, el mal ha de entenderse en el contexto del conjunto del universo, donde existe como contrapunto del bien. El mal moral es responsabilidad exclusiva del hombre, al que Dios ha dotado de voluntad libre para que pueda elegir entre el bien y el mal, y merecer el premio o castigo.

Alma y Virtud

El alma pasa de padres a hijos. El alma necesita de la gracia para salvarse. La virtud conduce al hombre a respetar el orden establecido por Dios, única forma de alcanzar la paz, la tranquilidad del orden, que viene garantizada por la justicia y el derecho.

Ciudad de Dios y Ciudad Terrenal

La diferencia entre egoísmo y virtud da paso a la interpretación agustiniana: la Ciudad de Dios, constituida en torno al amor espiritual, y la Ciudad Terrenal, erigida en torno al amor material y desordenado.

Ortega y Gasset: La Vida como Realidad Radical

Para Ortega y Gasset, la verdadera realidad, o realidad radical, es la vida humana, con la que cada hombre ha de decidir qué hacer en función de las posibilidades que le ofrece la circunstancia que lo rodea. El hombre no se define por su naturaleza física ni espiritual, sino que es historia.

Libertad y Drama Existencial

El hombre es un ser libre que tiene que hacerse a sí mismo. Su vida es drama, ya que constantemente elige qué quiere hacer con su vida. Parte de los elementos que encuentra dados en su circunstancia, aspectos todos ellos que constituyen el repertorio de facilidades y dificultades a las que ha de enfrentarse el yo, que se va haciendo sobre la base de las circunstancias.

Proyecto de Vida y Vocación

Esto significa un determinado proyecto de vida. Este proyecto, para ser auténtico, ha de responder a lo que cada hombre considera su auténtico ser, su vocación. En caso contrario, la vida que lleva el hombre resulta inauténtica, pues no atiende a su vocación más profunda.

Temporalidad y Vida Social

Un componente fundamental de la vida humana es su temporalidad: la vida del hombre es tensión hacia el futuro. Pero también es vida social porque no resulta concebible una vida humana que no comparta un proyecto colectivo del que forman parte los demás seres humanos.

Masa y Élite

El hombre tiene que decidir si desea formar parte de la masa, conformándose con los proyectos comunes, o si quiere unirse al proyecto que le ofrece la élite.

Hume: Utilitarismo y Origen de la Sociedad

Hume, rechazando las teorías contractualistas de Hobbes y Locke, sostiene una posición utilitarista, según la cual la vida social tiene su origen en las necesidades e inclinaciones humanas y en el hábito. Para los seres humanos es más provechoso vivir en sociedad que la libertad e independencia individuales.

Normas Sociales y Gobierno

Las normas sociales son una construcción artificial realizada sobre el instinto de sociabilidad característico de la naturaleza humana. Gobierno y leyes se encargan de vigilar para que los individuos no antepongan sus intereses particulares al bien común.

Empirismo Político

La teoría política de Hume es empirista. El Estado no tiene su origen en una institución divina, ni tampoco en un hipotético estado de naturaleza o un contrato social, sino en hechos y causas históricas empíricamente comprobables, como la simple usurpación o la conquista por la fuerza ejercida por ciertos príncipes.

Autoridad y Obediencia

La autoridad se atribuye a ese poder, y la obediencia no se basa en la razón ni en el consentimiento, sino en el hábito de la sumisión, ya que el hombre se mueve más por sus pasiones que por la razón.

Organización Política y Hábitos

La organización política ha de encargarse de que los hombres adquieran determinados hábitos que contrarresten las inclinaciones egoístas. La fuerza de la ley y la obediencia a ella se basan, en suma, en la necesidad y en el hábito, refrendados por el temor al castigo.

Límites de la Obediencia

Si el gobierno falta a sus deberes, pierde legitimidad, estando justificada la resistencia a su autoridad. Pero Hume limita la desobediencia a situaciones muy excepcionales, ya que piensa que de la disolución del orden suelen derivarse más desórdenes e inconvenientes que soluciones.