Literatura española del siglo XIX y XX

A finales del siglo XIX: el modernismo y la generación del 98

A finales del siglo XIX se produce un cambio de mentalidad artística que hace que se desechen las fórmulas del realismo para recuperar la originalidad y la libertad del romanticismo. El movimiento literario correspondiente a este periodo es el modernismo, inspirado en el parnasianismo, el simbolismo y el decadentismo. El poeta Rubén Darío es el principal representante, influido por la poesía francesa gracias a su trayectoria en la vida. Destaca su obra ‘Azul’. En esta época se abordan temas como: esteticismo, decadencia, escapismo, antimonarquía, cosmopolitismo, búsqueda por lo castizo y lo auténtico. Los movimientos que inspiran al modernismo se caracterizan por: el parnasianismo, que es la búsqueda del arte puro y elaborado; simbolismo, que intenta explicar la realidad mediante símbolos; y el decadentismo, que es un movimiento chocante que busca la belleza en los temas mal vistos.


Lírica noventalista

Los autores de la llamada generación del 98 adoptan una actitud de reflexión y de lírica ante la situación española tras el desastre del 98. El máximo representante es Antonio Machado. Sus 4 obras más representativas son: ‘Soledades, galerías, otros poemas’, ‘Campos de Castilla’, ‘Proverbios y cantares’ y ‘Poesía de Guerra’. Destacan temas como el paso del tiempo, la vida y la muerte, el simbolismo, romanticismo, intimismo y parnasianismo.


Lírica novencista

La decadencia del modernismo y la influencia de las vanguardias europeas hacen surgir una nueva generación de intelectuales conocidos como novencistas o generación del 14. Estos intelectuales abogarán por un arte deshumanizado, dando gran importancia a la intelectualidad y a la defensa del arte puro. Destaca Juan Ramón Jiménez, quien establecerá tres etapas en su producción: la etapa sensitiva, la etapa intelectual y la etapa verdadera.


Vanguardias

Las vanguardias son un conjunto de movimientos artísticos que se caracterizan por una renovación radical de las formas artísticas, alejándose de la realidad, los sentimientos y la sociedad para dedicarse al placer lírico. Destacan autores como Ramón Gómez de la Serna y Ortega y Gasset. Nos centramos en: el futurismo, el ultraísmo y el surrealismo.


Grupo poético del 27

Está compuesto por un grupo de poetas que llevaron a cabo una renovación de la lírica española sumando la tradición y vanguardia. Entre los rasgos estéticos de su poesía destaca el sentido trascendente de la poesía, la depuración del sentimiento, el intelectualismo y la realización de una poesía de contrastes.


Razón y método

La unidad del saber y la razón. La estructura de la razón y el método. Para Descartes, las distintas ciencias y saberes son manifestaciones de un saber único. Esta concepción unitaria del saber proviene de una concepción unitaria de la razón, es decir, el saber es único porque la razón es única. Puesto que la razón es única, interesa conocer su estructura y funcionamiento para poder aplicarla correctamente. De ahí la importancia que Descartes le concede al método, pues a través de él se llega a la verdad al aplicar correctamente la razón. En la búsqueda de ese método, Descartes analiza la estructura del conocimiento humano y llega a la conclusión de que existen dos tipos fundamentales de conocimiento: la intuición y la deducción.


Partiendo de la intuición y la deducción como formas básicas de conocimiento, expone Descartes en la parte II del Discurso del método, un método basado en la razón, que consta de las siguientes cuatro reglas: la regla del análisis, la regla de la síntesis, la regla de enumeraciones y revisiones constantemente en nuestro razonamiento y seguir un orden riguroso. Según Descartes, este método basado en la estructura de la razón, sólo se ha aplicado con éxito hasta ahora en el campo de las matemáticas, proporcionando importantes resultados. Nada impide que se puede aplicar en otros ámbitos del saber, como por ejemplo la filosofía, esperando obtener también resultados importantes.


La duda metódica, la primera verdad y el criterio de certeza

Al aplicar el método a la filosofía, habrá que empezar por el análisis de nuestros conocimientos, con el objetivo de llegar a una verdad o intuición que sea absolutamente cierta y que sirva de fundamento para el resto de nuestros conocimientos. Esta verdad no puede ofrecer el más mínimo motivo de duda, pues de lo contrario no sería un fundamento sólido para otros conocimientos. De aquí se sigue que el primer paso del método aplicado a la filosofía consistiría en la duda metódica, es decir, hay que eliminar de nuestro conocimiento todo aquello de lo que sea posible dudar. Descartes propone tres motivos para dudar: en primer lugar, podemos dudar del conocimiento que proviene de los sentidos; en segundo lugar, se puede dudar de que las cosas sean tal y como las percibimos; y en tercer lugar, aunque se dude del testimonio de los sentidos y de la existencia de las cosas y del mundo, parece que esto no afecta a ciertas verdades como son las verdades matemáticas.


La existencia de Dios y el Mundo. Descartes considera que la idea de infinito o Dios es una idea innata y la identifica con la idea de perfección y, por tanto, con la idea de Dios. Descartes demuestra con argumentos convincentes que la idea de infinito no es una idea adventicia y con argumentos no tan convincentes que no es una idea facticia. Concluye entonces que la idea de infinito es innata. En esto último, hay muchos autores, como por ejemplo los filósofos empiristas, que no están de acuerdo, pues consideran que la idea de infinito procede, por negación de los límites, de la idea de finito y que, por tanto, es facticia. Descartes se opone a esta afirmación, argumentando que lo más grande es siempre anterior a lo más pequeño y que, por tanto, la idea de infinito es lógicamente anterior a la de finito y que ésta presupone a aquélla.


Teoría de la sustancia

La teoría de las tres sustancias. Descartes distingue tres ámbitos o partes de la realidad. En primer lugar, estaría el yo pensante que Descartes denomina sustancia pensante; en segundo lugar, estaría Dios o la sustancia infinita, y, en tercer lugar, el Mundo físico o sustancia extensa. Sustancia en Descartes es todo aquello que existe de tal modo que no necesita de ninguna otra cosa para existir. Tomada esta definición en sentido literal, sólo podría ser aplicada a Dios, puesto que es el único que en su ser no depende de otro. Sin embargo, al aplicar el concepto de sustancia al pensamiento y al mundo, lo que quiere indicar Descartes es que se trata de dos cosas diferentes y que no se necesitan la una a la otra para existir. El objetivo de Descartes al afirmar que el pensamiento y la materia, el alma y el cuerpo son sustancias diferentes, es salvaguardar la autonomía del alma con respecto a la materia.


La motivación última de la filosofía cartesiana no se halla tanto en su interés por el conocimiento de la realidad, como en su preocupación por el hombre. El objetivo último de Descartes es encontrar un fundamento a la libertad humana, libertad que deberá fundarse en la razón como único medio para alcanzar la felicidad y la perfección humana. Descartes separa alma y cuerpo de una forma aún más radical que Platón, considerando a ambas como sustancias autónomas y autosuficientes. De este modo, se plantea en Descartes el mismo problema que en Platón acerca de la relación entre las partes inferiores del alma y la razón.