Marxismo: Análisis de la Sociedad Capitalista y la Alienación del Trabajador

Opinión sobre Nietzsche y la Percepción Sensorial

Considero que el planteamiento de Nietzsche es acertado. Cada sentido muestra algo, y sentidos diferentes muestran sensaciones diferentes. Además, si se modifica la situación externa o interna (por ejemplo, al acercarse a un objeto, o si se experimenta hambre o fiebre), lo percibido también cambia. Ningún sentido afirma o niega que la realidad sea tal como la muestra; es la razón la que decide interpretar el mundo, confiando más en la información proporcionada por un sentido u otro, o incluso no confiando en ninguno.

La Inteligencia como Función Evolutiva

La inteligencia es un tipo de función, o mejor dicho, un conjunto de funciones, que ha surgido evolutivamente, permitiéndonos una supervivencia que otros seres logran por otros medios. No se debería mezclar el tema de la inteligencia en este contexto, porque ese sí que es un asunto complejo. El pensamiento es inteligencia, pero no toda conducta inteligente es pensamiento.

Marx y Hegel: Dialéctica e Influencia Filosófica

Marx y Hegel son considerados dos de los pensadores más destacados en la filosofía contemporánea, principalmente por la radicalidad de sus ideas y por la influencia y validez que aún tienen sus pensamientos. En el caso de Marx, su pensamiento sostiene la doctrina comunista.

A pesar del parecido que existe entre estos dos filósofos en términos de influencia, sus teorías difieren entre sí, ya sea en la importancia que le da uno a las ideas (Hegel) y el otro al mundo material (Marx).

Marx tomó la teoría de Hegel sobre la dialéctica, compartiendo así la idea de que la realidad y la historia son dialécticas, hipótesis que las convierte en un proceso y en una totalidad dinámica de elementos interrelacionados. A pesar de la dialéctica del materialismo absoluto, a diferencia de Hegel, Marx se basó en el materialismo.

Para el idealismo de Hegel, los objetos no se hallan fuera de la mente, pues existir quiere decir que se es percibido. Las ideas no son más que la consecuencia del reflejo de la realidad en el cerebro del ser consciente.

Biografía de Karl Marx y Contexto de su Obra

Nacido en el Reino de Prusia el 5 de mayo de 1818 y fallecido en Londres, Reino Unido, el 14 de marzo de 1883, Karl Marx fue un filósofo, intelectual y militante comunista alemán de origen judío. Ha sido descrito como una de las figuras más influyentes en la historia humana, y fue votado como el “pensador del Milenio”. Las teorías de Marx sobre la sociedad, la economía y la política, que se conocen colectivamente como el marxismo, sostienen que todas las sociedades avanzan a través de la dialéctica de la lucha de clases. Fue muy crítico de la forma socioeconómica vigente de la sociedad, el capitalismo, al que llamó la “dictadura de la burguesía”, afirmando que se llevaba a cabo por las acaudaladas clases dueñas de los medios de producción para su propio beneficio.

En su obra “Contribución a la crítica de la economía política”, Marx habla del capitalismo que existe en la actualidad, obra de la cual se extrae el siguiente fragmento.

El texto habla de una rivalidad entre la población perteneciente a las distintas clases sociales, es decir, la incompatibilidad entre el proletariado (fuerza productiva) y la burguesía, la clase dominante, que reúne un mayor poder debido a que poseen los medios de producción que el proletariado usará para trabajar, lo que provoca un desbalance que favorece a la burguesía. También se dice en el fragmento que con la concienciación de esta fuerza productiva se puede aspirar a solucionar esa rivalidad entre las clases y equilibrar la balanza, dando lugar a una nueva etapa en la sociedad humana.

Infraestructura y Superestructura en el Marxismo

En el sistema de Marx, el trabajo actúa independientemente de la voluntad del hombre, como elemento transformador de la realidad. Para producir, los hombres contraen determinados vínculos y relaciones, y solo a través de ellos es como se relacionan con la naturaleza y se efectúa la producción. Estas relaciones están determinadas por el grado de desarrollo de las fuerzas productivas: dependen de los medios de producción. El mundo material no depende ni de la ideología ni de ninguna fuerza trascendente, sino de los modos de producción de los medios materiales y de las relaciones de producción; unos y otros constituyen las bases para comprender la historia de las transformaciones sociales.

Los recursos que se encuentran en la naturaleza, los modos de producirlos y las relaciones de producción determinan el entramado social. Permiten establecer el tipo de estructuras sociales y son claves para comprender la evolución social. Así pues, las relaciones de producción pueden ser de varios tipos:

  • Explotador-explotado.
  • Relaciones de colaboración recíproca.
  • Relaciones de transición entre ambos extremos.

Marx establece que las contradicciones del sistema capitalista radican en las relaciones de producción, pues estas no son más que la lucha por el dominio de los medios necesarios para conseguir el producto. La contradicción surge cuando el trabajo es propiedad de la clase proletaria y los medios son propiedad de la clase capitalista; de esta forma, el trabajo humano se convierte en una mercancía más.

Pues bien, la relación entre el propietario de los medios de producción y el trabajador está en la infraestructura, base del entramado social que permanece oculto.

Entonces, cuando se habla de estructura económica de la sociedad, se refiere a la base material, al conjunto de fuerzas productoras y de relaciones de producción (infraestructura). La infraestructura es el determinante de la historia; la superestructura, en cambio, es reflejo de la infraestructura, solo participa indirectamente en su historicidad. Este hecho no implica afirmar que todo sea reflejo de lo económico, sino que los demás niveles de la sociedad están, en última instancia, determinados por la economía. Sobre esta se eleva la superestructura, que comprende:

  • La estructura jurídico-política.
  • La estructura ideológica, en la que se incluirían la religión, la moral, etc.

Según la teoría marxista, es en la infraestructura donde hay que buscar el hilo conductor para explicar los fenómenos sociales pertenecientes a la superestructura. Los elementos de la superestructura están ligados directa o indirectamente a los cambios operados en la estructura económica, pero tienen una autonomía relativa (esta autonomía permite que la evolución sea posible a través de toda la clase obrera) y su función principal es la reproducción de las relaciones de producción, o, en otras palabras, mantener el orden vigente. Su desarrollo se encuentra regido por leyes específicas; de no ser así, estaríamos identificando el materialismo histórico con un determinismo mecanicista. Entre infraestructura y superestructura, la relación no es bidireccional, sino dialéctica.

El Trabajo como Categoría Antropológica en el Marxismo

El punto central de la teoría marxista es la consideración del trabajo como la fuente de riqueza, pero rechaza el trabajo tal y como lo presenta la sociedad capitalista, en la que la propiedad privada arrebata al trabajador la riqueza que su propio trabajo genera. Como consecuencia, Marx reivindica que el único propietario de esta riqueza debe ser el trabajador.

Así, Marx ve en la propiedad privada la fuente principal de todos los males, al permitir al empresario disponer de los medios de producción de forma que al obrero solo le queda su fuerza de trabajo, expropiada del mismo fruto que produce. Pues también lo son las leyes del mercado, la oferta y la demanda, que obligan a abandonar los medios de producción para poder competir. Por último, la máquina también será causa, aunque en menor medida, de esta situación, debido a que hace que el papel del hombre en la producción quede relegado y deje de tener valor en sí mismo. La mano del hombre es importante en cuanto que pone en marcha, cuida y hace funcionar la máquina.

Es preciso darse cuenta de que, para Marx, la noción de trabajo va más allá de su dimensión puramente económica y se convierte en una categoría antropológica: “Podemos distinguir al hombre de los animales por la conciencia, por la religión o por lo que se quiera. Pero el hombre mismo se diferencia de los animales a partir del momento en que comienza a producir sus medios de vida, paso este que se halla condicionado por su organización corpórea. Al producir sus medios de vida, el hombre produce indirectamente su propia vida material”. Marx caracteriza al hombre como un ser dotado de un “principio de movimiento”, principio que determina su impulso para la creación, para la transformación de la realidad. El hombre no es un ser pasivo sino activo, y el trabajo es la actividad personal, la expresión de sus capacidades físicas y mentales, el lugar donde el hombre se desarrolla y perfecciona (más exactamente, donde se debería desarrollar y perfeccionar; de ahí que el trabajo no sea un mero medio para la producción de mercancías, sino un fin en sí mismo y que pueda ser buscado por sí mismo y gozado.

Como se ve, en Marx, lo que identifica al hombre como tal es el trabajo en cuanto a capacidad de producir con sus propias manos sus medios para subsistir. La raíz última de la vida humana está en el trabajo.

Con esta afirmación, Marx se enfrenta a la visión tradicional de la filosofía occidental, según la cual la fuerza fundamental del hombre es la razón. Marx piensa, en cambio, que lo que realmente distingue al hombre es su capacidad de producir, el trabajo. En la sociedad capitalista, al serle arrebatado al hombre el producto de su trabajo, el trabajador se ve apartado de la naturaleza, no la reproduce de forma verdaderamente humana y, consecuentemente, no se realiza en ella. La considera ante todo como “objeto de explotación” y mantiene una relación hostil con ella.

Es en la Revolución Industrial donde cambia la forma de entender el trabajo. La Revolución Industrial concentró los medios de producción, hasta entonces dispersos, y transformó las bases técnicas de la producción, acabó con el feudalismo y abrió paso al capitalismo, y como lo esencial o propio del sistema capitalista es el intercambio. En este sistema, la producción no tiene como objetivo la mera satisfacción de las necesidades, sino vender los productos en el mercado para adquirir otros nuevos también necesarios para la vida.

Así pues, a diferencia de las anteriores formas de explotación (esclavista y feudal), la explotación capitalista aparece distanciada. La transición mediante la cual el obrero asalariado vende su fuerza de trabajo al capitalista es, a primera vista, un contrato entre personas jurídicamente iguales. Sin embargo, la operación de compraventa de fuerza de trabajo no es más que la forma externa que esconde la apropiación por el empresario del trabajo no retribuido del obrero. En el capitalismo, la explotación no es visible porque se genera en el mismo proceso de producción, sin necesidad directa de coacción extraeconómica, como ocurría en los modos de producción anteriores. La plusvalía creada por los trabajadores es la fuente general de la que emanan los ingresos de los diferentes grupos de la burguesía: industriales, comerciales, banqueros y terratenientes.

La Alienación en el Sistema Capitalista

Marx acude a la historia y en ella se encuentra con una determinada organización económica que produce la alienación del hombre. La forma en que los agentes económicos transforman la naturaleza, mantienen unas determinadas relaciones de producción y se organizan socialmente en función de ella. El modo de producción establece una relación dialéctica entre los agentes humanos y la naturaleza, mediante las relaciones de producción y la organización social y cultural. Esta situación ha organizado dos clases hostiles que se yerguen la una frente a la otra, y ha provocado la alienación del hombre, haciendo que este se pierda a sí mismo en el trabajo y viva un tipo de vida que no es la suya y que, en lugar de realizarse, le extraña.

Marx escribe que la crítica de la religión es la premisa de toda crítica. La religión debe ser estudiada objetivamente. La religión es la premisa de todas las demás alienaciones porque proyecta al hombre fuera del mundo real, llevándolo a un mundo ficticio: la religión es la alienación, ya que provoca la escisión entre el mundo concreto en que vive el hombre y el mundo ideal. El hombre queda alienado en la búsqueda del mundo ficticio que le promete la religión. La religión no solo es alienación de cada hombre individual, sino también un instrumento de la clase dominadora. Cumple así una función social. En definitiva, la religión es incapaz de solucionar los problemas del hombre y este no puede esperar de ella su liberación.

En el régimen de propiedad, la esfera del Derecho y del Estado aparece como un ámbito donde los individuos están ilusoriamente igualados ante la ley como “ciudadanos”, cuando de hecho el régimen de propiedad privada en la sociedad civil los divide y los enfrenta, impidiendo la realización del hombre. La naturaleza y el hombre que forma parte de ella son la única realidad. Pero el hombre no solo es producto de la naturaleza, sino también de la sociedad: está en sus manos la posibilidad de cambiar las circunstancias materiales y sociales que están en la base de la alienación humana actual. Toda actividad del hombre debe dejar de ser teórica y contemplativa y convertirse en actividad transformadora-práctica de la realidad.

Valor de Uso, Valor de Cambio y Plusvalía

En la introducción a “El Capital”, se plantea el estudio de la mercancía por ser esta la forma elemental de riqueza en el sistema capitalista. Y el dinero es el equivalente general de la mercancía, donde el resto de las mercancías expresan su valor, el espejo donde todas las mercancías reflejan su igualdad y su proporcionalidad cuantitativa. Mientras que la economía convencional deja de lado este problema, Marx expone cómo la mercancía se transforma en dinero, reconociendo al dinero como la forma acabada del valor.

Así, en toda mercancía, Marx distingue su valor de uso y su valor de cambio. El valor de uso es el valor que un objeto tiene para satisfacer una necesidad. Este concepto se refiere a los rasgos de las cosas gracias a los cuales nos son útiles para la satisfacción de cualquier tipo de necesidad, desde las más biológicas, como comer, hasta las más espirituales, como las que se refieren al ocio y el mundo de la cultura. El valor de uso es la utilidad que, en virtud de sus propiedades, tiene un valor de uso, que es el servicio que presta al hombre al satisfacer sus necesidades de abrigo.

El valor de cambio de esa misma mercancía es la producción cuantitativa por la que se cambia. Es el valor que un objeto tiene en el mercado y se expresa en términos cuantitativos, medidos por el dinero. Este valor de cambio no atiende a la naturaleza misma de la mercancía. Es decir, el valor de cambio está sujeto a la ley de la oferta y la demanda y, por tanto, fluctúa constantemente. Dos objetos con diferente valor de uso pueden tener el mismo valor de cambio si así lo determinan las leyes del mercado; por ejemplo, un ordenador puede costar lo mismo que una moto. Marx esperaba que las propias contradicciones del capitalismo llevaran a este modo de producción a su final, pues, como cualquier otro modo de producción, también el capitalismo tiene una existencia transitoria. La desigualdad, la caída de los salarios y la miseria obrera aumentarán y, con ellas, las tensiones sociales. Con su necesidad de concentrarse en las ciudades y en grandes industrias, la fuerza de trabajo del proletariado, y con el sometimiento de este a una explotación que sería cada vez más despiadada.

La Plusvalía como Excedente en el Capitalismo

Toda la filosofía de Marx estuvo orientada a analizar la situación de la sociedad que le tocó vivir para influir en su transformación. Este objetivo pasa necesariamente por la crítica de la economía política, verdadera anatomía de las sociedades burguesas. Así que, llevado por su afán de devolver al hombre su dignidad, Marx se ve en la necesidad de hacer un profundo estudio de la ciencia económica; dicho estudio no es ni más ni menos que su gran obra: “El Capital”. Esta obra no se limitará a ser una exposición técnica sobre la economía, sino que es también una crítica a las estructuras económicas de una sociedad que impide la liberación del hombre. Marx considera que el valor de cambio se presenta como un valor relativo y extendido a las mercancías, que supera el valor de uso. Pero, ¿a qué se debe este hecho? ¿Qué es lo que determina que el valor de cambio sea superior al valor de uso? Este hecho, piensa Marx, solo aparece en el sistema capitalista, sistema que supone una transformación del esquema de producción preindustrial. En el esquema preindustrial, el ciclo de la forma de intercambio tiene como punto de partida una mercancía y como punto de llegada otra mercancía. Responde a la fórmula M-D-M. Aquí el dinero es solo un signo de intercambio universal. Por el contrario, en el capitalismo el dinero pasa a ser fin en sí mismo. En este caso, la mercancía constituye únicamente un medio para obtener dinero. La forma completa de este movimiento es D-M-D. El dinero se convierte en fetiche; lo que interesa es obtener dinero, valor de cambio universal. El dinero final obtenido en este tipo de economía es igual al dinero dado al comienzo, más un excedente; a este excedente es a lo que llamará Marx plusvalía. Marx denuncia esta situación poniendo de manifiesto cómo la sociedad capitalista reduce al trabajador a coste, a mercancía, a medio para conseguir ganancias: el capitalismo degrada al hombre hasta convertirlo en un mero factor de producción y, por ello, hay que terminar con aquel sistema de producción que hace de los humanos un engranaje más de la maquinaria industrial. La propuesta del marxismo es la desaparición de la plusvalía, es la idea de que el valor del objeto producido por el productor vuelva a este; bien sea porque los beneficios se reparten directamente entre todos los obreros.