Metafísica, Existencia de Dios, Alma y Conocimiento en Tomás de Aquino

La Metafísica de Tomás de Aquino

Aunque Tomás de Aquino siguió el pensamiento de Aristóteles, no se limitó a aceptar sin más sus doctrinas, sino que amplió algunas nociones y modificó otras.

Su doctrina metafísica más importante es la referida a la analogía del ser, en la que hay alguna distinción:

  1. Lo que el ente es, es decir, la esencia.
  2. El acto del ser de esa esencia.

El resultado es una nueva teoría que distingue y describe dos tipos de sustancias:

Sustancias Materiales

Son entes accesibles mediante los sentidos. La estructura ontológica de las sustancias materiales puede considerarse en dos niveles:

Nivel Sustancial

La materia se relaciona con la forma, como la potencia con el acto. La materia es indeterminada y la forma le confiere su determinación esencial, es decir, hace a la materia ser tal cosa o tal otra. Sin embargo, esta esencia es solo potencia de ser en relación al acto de ser.

Nivel Accidental

La sustancia también es determinada por los accidentes que le hacen ser accidentalmente de un modo o de otro.

Sustancias Inmateriales

Son las formas puras, que según Santo Tomás, estas sustancias separadas se componen también, como el resto de las criaturas, de potencia y acto, solo que a un nivel que no es el hilemorfismo, puesto que su esencia es solo forma sustancial y carece de materia. Pero como ocurre con las sustancias materiales, también se distingue realmente de su acto de ser. Los entes creados por Dios poseen una esencia que es potencia de ser y que no es su propio acto de ser, pero en Dios no es posible establecer tal distinción, que es el ser subsistente. El ser como acto es ejercido por las realidades materiales, por los seres vivos y también, de un modo más perfecto, por las sustancias inmateriales. La actividad de los entes finitos es limitada en cada caso por la esencia que es la potencia. El principal significado de acto es ahora el ser. Las criaturas tienen el ser como en préstamo, ninguna de ellas se apropia del ser de tal modo que lo tenga por esencia, solo Dios es el ser por esencia. El ser necesario es aquel en el que se identifica su esencia con su acto de ser, mientras que el ser contingente es aquel en el que su esencia no incluye su acto de ser.

Demostración de la Existencia de Dios

Tradicionalmente se ha denominado vías a las demostraciones de la existencia de Dios propuestas por Tomás de Aquino. Antes de pasar a exponer brevemente estas vías, debemos tener en cuenta lo siguiente:

  • La existencia de Dios puede ser probada por la razón porque no es evidente. Evidente y demostrable son adjetivos incompatibles. Ha de probarse o demostrarse aquello que no es evidente, puesto que lo evidente no necesita demostración. Se denomina ontologismo a la postura filosófica según la cual la existencia de Dios es evidente porque está supuesta en cualquier conocimiento. Tomás de Aquino no comparte esta posición, tampoco la del extremo contrario, el agnosticismo, según la cual la razón no puede probar la existencia de Dios.
  • Las vías para demostrar la existencia de Dios no se basan en la fe en su existencia, porque en tal caso no se trataría de argumentos de razón: las vías no serían filosóficamente legítimas.

Las vías no son distintos caminos para remontarse racionalmente hasta Dios, todos los cuales aplican el principio de causalidad. Las vías recorren de forma explícita los caminos que sigue naturalmente la razón humana para concluir que existe el ser supremo y presentan una estructura más o menos semejante que incluye los siguientes pasos:

  1. Se parte de algún fenómeno natural que sea observable y al que hay que describir en términos metafísicos.
  2. Se aplica el principio de causalidad. Este principio exige a cada fenómeno o realidad una causa proporcionada.
  3. Se plantea la imposibilidad de remontarse al infinito en la serie de las causas. Es preciso llegar a una causa última o primera que explique suficientemente toda la serie.
  4. Finalmente, cada vía alcanza en determinado término…
VíaDescripción
Primera vía: del movimiento (Aristóteles y Averroes)
  • Punto de partida: en el mundo hay cosas que se mueven.
  • Aplicación del principio de causalidad: todo lo que se mueve es movido por otro.
  • Imposibilidad de buscar las causas hasta el infinito: no es posible remontarse al infinito en la serie de los motores movidos.
  • Término: Dios alcanzado como motor inmóvil.
Segunda vía: de la causalidad eficiente (Aristóteles)
  • Punto de partida: en el mundo sensible nada es causa de sí mismo.
  • Aplicación del principio de causalidad: las series causales no quedan suficientemente explicadas por las causas intermedias.
  • Imposibilidad de buscar las causas hasta el infinito: no es posible remontarse al infinito en la serie de las causas causadas.
  • Término: Dios alcanzado como causa incausada.
Tercera vía: de la contingencia (Avicena)
  • Punto de partida: hay seres contingentes.
  • Aplicación del principio de causalidad: si todo lo que es pudiera no haber sido, el mundo no quedaría suficientemente explicado.
  • Imposibilidad de buscar las causas hasta el infinito: no es posible que todos los seres sean meramente posibles.
  • Término: Dios alcanzado como ser necesario.
Cuarta vía: de los grados de perfección (Platón y Plotino)
  • Punto de partida: los seres naturales tienen cualidades en diferentes grados.
  • Aplicación del principio de causalidad: toda perfección pura limitada es participada.
  • Imposibilidad de buscar causas hasta el infinito: no es posible que todas las perfecciones sean participadas.
  • Término: Dios alcanzado como ser por esencia.
Quinta vía: del orden del mundo (Anaxágoras, Platón y Aristóteles)
  • Punto de partida: los seres naturales, incluso los que carecen de conocimiento, obran por un fin.
  • Aplicación del principio de causalidad: lo que ocurre siempre de una manera ordenada responde a un plan.
  • Imposibilidad de buscar causas hasta el infinito: no es posible que el azar sea causa del orden del universo.
  • Término: Dios alcanzado como inteligencia ordenadora.

La Doctrina sobre el Alma

Tanto Aristóteles como Tomás de Aquino rechazaron el dualismo platónico que identifica al ser humano con su alma. La teoría hilemórfica de Aristóteles explicaba que alma y cuerpo están unidos, pero para Tomás de Aquino esto no invalida la afirmación de que el alma es inmortal. El alma es la forma sustancial del cuerpo, el principio de constitución y organización, por eso es también el principio de las operaciones humanas. Pero como las operaciones son diversas, Tomás de Aquino considera que en el alma existen diversas facultades o potencias activas, cada una es un principio próximo de determinadas actividades. Así, tenemos potencias inferiores (principio de las operaciones que tenemos en común con los animales) y potencias superiores. También hay operaciones cognoscitivas y operaciones apetitivas.

Según Santo Tomás, la teoría hilemórfica es compatible con la inmortalidad del alma humana si se tiene en cuenta que existe una gradación en las formas. Algunas formas emplean todo su poder en actualizar la materia, pero a otras les sobra energía. Cuando una forma sobrepasa su correspondiente materia, puede conocer. Y si la sobrepasa netamente, entonces puede entender. Así sucede con el alma humana, que es inmortal, y para llegar a esa conclusión parte del análisis de la intelección.

Según Santo Tomás, las operaciones cognoscitivas pueden apoyarse en los sentidos o en el entendimiento, pero su naturaleza es muy distinta:

  • Las facultades o potencias del alma que dependen intrínsecamente de un órgano corporal no pueden subsistir una vez que se destruye el órgano correspondiente.
  • El entendimiento, en cambio, puede conocer todas las formas de las cosas. Aristóteles decía que el alma es el lugar de las formas y que el alma es, en cierta manera, todas las cosas. No es que se entienda todo, sino que la inteligencia se caracteriza por no limitarse a una determinada serie o tipo de cosas. Lo propio de la inteligencia es seguir entendiendo continuamente y cada vez más. El entendimiento, al no limitarse a un determinado tipo de formas, no depende intrínsecamente de un órgano. Si el órgano es lo que limitaba a una facultad, entonces una facultad ilimitada carece de órgano. El entendimiento depende de un órgano (del cerebro) de una manera accidental, pero no se identifica con ese órgano. Podríamos decir que el entendimiento usa el cerebro, pero no es el cerebro, porque en ese caso su capacidad estaría limitada.

La conclusión de este razonamiento es que si el alma puede entender sin órgano, aunque de hecho no lo haga en esta vida, entonces puede también subsistir una vez que el cuerpo se destruye.

Teoría del Conocimiento

Para Tomás de Aquino, en el conocimiento humano intervienen dos tipos de entendimiento:

  1. Entendimiento posible: es la facultad intelectual capaz de recibir de manera inmaterial cualquier forma inteligible y configurarla como concepto.
  2. Intelecto agente: es el acto intelectual que ilumina las imágenes para extraer la forma inteligible. El intelecto agente posee un carácter personal y puede definirse como una luz participada del Verbo que ilumina a todo hombre. Así, este entendimiento debe situarse en el orden natural, no en el sobrenatural o de la gracia.

Así, Santo Tomás explica que el ser humano conoce siguiendo estos pasos:

  1. La intelección de los invisibles: el entendimiento posible es como una página en blanco. Los datos de los sentidos quedan grabados en la fantasía en forma de imágenes, pero estas imágenes son particulares, no universales.
  2. La abstracción: es el paso de lo individual a lo universal. El intelecto agente ilumina las imágenes de la fantasía, con ello despoja al objeto concreto de todo lo individual, dejando solo lo esencial, es decir, el universal.
  3. Elaboración del concepto: con el universal, el entendimiento posible elabora el concepto.
  4. Composición y división o juicio: para que haya conocimiento real, el concepto tiene que ser aplicado a las imágenes sensibles y ello lo hace el entendimiento posible mediante los juicios. El juicio consiste en afirmar o negar un predicado de un sujeto.